Publicado a fines del año pasado por Baltasara Editora, La tierra de los mil caballos, de Gabby De Cicco (Rosario, 1965) es un sexto libro de poesía respaldado por una intensa trayectoria: en la literatura, en la militancia queer y sobre todo en la escucha musical. No de cualquier música sino de una en particular: el punk rock, por compositoras e intérpretes mujeres. Aquí su musa es la cantante y poeta Patti Smith, quien acercó la literatura a la música y puso en escena su propia versión fantasmal del poeta Arthur Rimbaud al crearse una imagen que excede épocas y géneros.

Con su oído entrenado en la musicalidad de los monosílabos rítmicos y las consonantes rugosas de la lengua inglesa, Gabby trae de vuelta a la literatura aquello pulsional e inefable que Patti expresaba a mediados de los años '70 con sus composiciones y su voz. "Traduzco la voz del viento", comienza diciendo uno de los poemas. "Pulso estas cuerdas y versiono", sigue.

En la presentación en noviembre del año pasado, declaró Cristian Molina que el libro "desborda la operación" de reescribir el disco Horses (1975), de Patti Smith: "Los poemas de Gabby repiten fraseos como si fueran notas, acordes, fragmentos de la gurú Smith que reponen ese ritmo quebrado, frenético, de todos los temas", dijo Molina.

La reconstrucción del mito Patti se basa, por parte de Gabby, en todo lo que construyó ese mito en primer lugar, empezando por los retratos de ella que obtuvo el fotógrafo Robert Mapplethorpe al comienzo de su carrera. Fascinada por el dandismo andrógino de esos retratos, Gabby repasa en sus poemas la biografía conjunta de ambos.

El título del libro nombra un locus, un lugar, un país propio. Lo ilustran como postales las fotografías que la propia autora tomó en sus peregrinajes a Nueva York. La fachada del hotel Chelsea, por ejemplo: "El hotel Chelsea, irreconocible/ al borde de la noche".

El idioma oficial de ese país privado es el inglés, por eso el título suena como una traducción del de otro libro posible que se hubiera llamado, indudablemente, The Land of the Thousand Horses. "Horse/ es más caballo/ es potro al viento/ de aliento largo", escribe Gabby De Cicco, consciente de lo que se pierde en una traducción que también suma. Además de una fuga como dijo Molina, se trata de una persecución. Patti perseguía el fantasma de Rimbaud; Gabby, el de Patti. En el doble fondo del espejo se divisa al poeta maldito de Charleville, que dejó la poesía por el tráfico de armas.

"Alguna vez creí en la poesía", apunta De Cicco, con la contundencia aforística de los versos de las canciones del punk rock, y también: "Todos nos haremos traficantes de armas". No es la primera vez que se inventa su propio mundo en un libro, a partir del hechizo de la música. Ya la nombra desde el título en su segundo poemario, Jazz me blues (Editorial Municipal de Rosario, 1989). Y ya fundaba su propia patria (o matria) en el anterior a este, Queerland (Hipólita, 2011). En los '90, a contrapelo de la hegemonía objetivista, De Cicco nos asestó la belleza cotidiana de un libro influyente y liberador: Diario de estos días (Del Dock, 1999). La tierra de los mil caballos no es tan accesible. A manera de un pasaporte o una visa, aquí hay que saber, por ejemplo, que "Kurt, Amy" se apellidan Cobain y Winehouse. Lo que termina construyendo Gabby con estos poemas es su propio mito.