La tasa de interés en pesos alcanzó su nivel más alto desde la crisis de 2002. El Banco Central renovó ayer las Leliq con un rendimiento del 74,07 por ciento. Esta cifra superó el máximo anterior alcanzado en octubre pasado (73,95 por ciento) y es el retorno en pesos más elevado desde el estallido de la convertibilidad. En enero de 2002 la tasa de interés de las letras del Banco Central se había ubicado en 140 por ciento y, al igual que las Leliq, tenían un vencimiento semanal. Las nuevas subas no fueron efectivas para contener el avance del tipo de cambio. El dólar cerró ayer en 45,95 pesos y marcó un incremento del 1,3 por ciento (59 centavos). La cotización mayorista se ubicó en 44,80 pesos, con una suba de 1,5 por ciento (65 centavos). 

La entidad a cargo de Guido Sandleris aumentó en 30 puntos porcentuales la tasa de las Leliq desde mediados de febrero. La apuesta fue contener las presiones cambiarias. El resultado no fue exitoso. La divisa pasó de 38 a casi 46 pesos en el mismo período y en el medio se modificó en dos oportunidades la política monetaria y cambiaria. El primer cambio fue eliminar el piso de la zona de no intervención y fijar hasta fin de año el techo (con una cotización en 51,45 pesos). La segunda modificación fue desarmar la zona de libre flotación. El Central anunció este lunes que intervendrá discrecionalmente para frenar la volatilidad sin importar el precio de la divisa. El organismo por ahora no uso esta nueva herramienta que le permite vender reservas internacionales. 

El Banco Nación fue en los últimos días el encargado de aportar oferta de moneda extranjera en la plaza cambiaria. Los operadores de las mesas de dinero aseguraron que la entidad participó ayer de nuevo en el final de la jornada para intentar moderar los aumentos de la cotización del tipo de cambio mayorista. La compra de moneda extranjera había bajado los primeros días de esta semana. Fue la primera reacción del mercado ante los anuncios del Central de usar las reservas para frenar la suba del dólar. Pero el optimismo y la credibilidad de los inversores duraron poco. 

Las presiones cambiarias se mantienen tanto por factores de corto plazo como estructurales. Existen tres elementos coyunturales que refuerzan la tendencia de la economía a dolarizarse. El primero es la baja en el precio de la soja. La oleaginosa cotiza en 300 dólares por tonelada y si se ajusta su precio por la inflación norteamericana el valor no es muy diferente al que tenía en 2001, cuando las materias primas del agro anotaban valores por debajo del promedio histórico. La cosecha fue buena y compensa en parte este efecto precio. Pero los inversores consideran que el país contará con menores recursos y apuran la compra de moneda extranjera.

El segundo elemento de corto plazo es la suba del precio internacional del petróleo. El barril de crudo se ubica nuevamente por encima de los 70 dólares y acelera la expectativa de inflación en el mercado interno por su impacto en los combustibles. Las perspectivas de precios más elevadas provocan mayores expectativas de devaluación y la consecuencia es un aumento en la demanda de divisas con la intención de proteger los activos que se encuentran en moneda local. El tercer factor es electoral: en la medida que se acercan las elecciones presidenciales empieza a aumentar la incertidumbre y las conductas de los inversores de buscar refugio en dólares.   

La inestabilidad financiera no se observa únicamente en las dificultades del Central para frenar los saltos del dólar. El riesgo país es otro de los indicadores que muestra el desorden de la economía. El índice elaborado por el JP Morgan se ubicó ayer en 964 unidades y marcó un avance de 3 puntos. La Argentina tiene un riesgo país que alcanza para cuadruplicar al de varios países de la región. Las reservas internacionales son otra variable que empieza a preocupar por el ritmo de la caída. Cerraron ayer en 71.528 millones de dólares, con baja de 147 millones respecto del martes (la anterior jornada hábil) y un retroceso de 5800 millones desde principio de abril.

Los bonos de mediano y largo plazo volvieron a tener una floja performance en la jornada de ayer. Las caídas más importantes la registró el bono centenario. Marcó un retroceso de 3,1 por ciento y ya se opera con un precio 27 por ciento menor respecto del que tenía cuando se emitió en junio de 2017. Otros títulos con caídas fueron el Argentina 2037     (-1,5 por ciento) y el Discount 2033 (-0,9 por ciento). Los inversores operan en forma defensiva y en las últimas semanas comenzaron a canjear algunos bonos con ley argentina por títulos provinciales garantizados con regalías petroleras (como Chubut 2020 y 2036 y Neuquén 2028).