"Este tipo de propuestas surge hace diez años, con respecto a mi curiosidad sobre lo que pasaba en los ensayos", aclara Leonel Giacometto. Y agrega: "yo no vengo específicamente del teatro, vengo más de la escritura y del periodismo cultural, pero cuando empiezo a interiorizarme en lo que es la cocina teatral, veo que aparte de lo que comúnmente conocemos, en donde tomás un texto escrito, lo ensayás y lo estrenás, también hay otra forma de creación escénica, que es a partir de los actores y con improvisaciones, en donde el dramaturgo cumple otra función".

Esta es una buena manera de acercarse a Ensamble: Hablando mal y pronto, la obra ganadora de Escena Santafesina -el programa que impulsa el Ministerio de Innovación y Cultura-, que se estrena hoy a las 21 (y durante todos los sábados del mes) en el Cultural de Abajo (Entre Ríos 579). Con dramaturgia y dirección de Leonel Giacometto, Ensamble cuenta con las actuaciones de Alexis Muiños, Sofía Ormaechea, y Andrés Pellegrino. De todos modos, enumerar así no hace justicia, porque el concepto que mueve a la obra es bien distinto.

"Este tipo de propuestas las encaro desde las reuniones con los actores, en este caso con tres actores, y la idea es empezar desde cero, en una propuesta que parece simple al principio, pero que se complejiza al no tener nada previo. No hay textos. Lo que se busca es un criterio dramatúrgico, un sentido escénico que sea a partir de lo que ellos largan en las improvisaciones. Por eso, generalmente este tipo de propuestas son largos. Hace más de un año que estamos ensayando, ¡me quieren matar! (risas)", agrega Giacometto.

--¿Cuándo aparece, entonces, el acuerdo entre los intérpretes y vos?

--Con Ensamble, en el mes 8 o 9, llegamos a una especie de corpus, en el cual yo participo como dramaturgo, haciendo los recortes sobre las improvisaciones que se van repitiendo. El corpus sería un continuo que nosotros le podemos dar, para no llamarlo obra. No se ancla a partir de textos escritos, sino de lugares a los cuales los actores tienen que llegar. Lo que hacen generalmente los dramaturgos es ver las improvisaciones y luego escribir el texto, que pasa a ser de su autoría. Acá la propuesta es que los autores somos siempre los cuatro. Después sí, la dramaturgia es mía, pero lo temático y lo formal aparece a partir del encuentro con los actores. A veces me parece que es un tipo de teatro más auténtico, porque parte exclusivamente de nosotros.

"No hay textos. Buscamos un criterio

dramatúrgico, un sentido escénico a

partir de las improvisaciones".

--¿Cuál es la apuesta al momento de presentarse ante el público?

--Cada escena está dividida en mapas, que tienen que ver con la puesta -dónde se tienen que parar- o con algún tipo de texto. En el medio tienen libertad con respecto a lo que dicen, que no necesariamente tiene que ser lo mismo pero sí parecido, sin cambiar el criterio ni el sentido. Cosa que solamente los actores pueden ver cuando lo están ensayando. Lo que se trata es de mostrar que cierta textualidad teatral puede ser maleable durante las obras. Vengo de una experiencia en la que muchos elencos y autores están preocupados por el tema de si les cambian alguna palabra o no, cosa que a mí ya me parece medio viejo, porque uno, como parte del teatro, sabe que lo textual es parte, no es lo fundamental, y por eso los actores representan el eje en este tipo de propuestas.

--¿Y qué es lo que pasa, a grandes rasgos, entre estos tres personajes?

--Nosotros lo anclamos en un club social de barrio, que tiene un equipo de fútbol que está en la primera D. Uno de los jugadores, el entrenador, y la psicóloga del plantel. Están a tres días de la final, que les posibilitaría subir de categoría. El tema está en que hay un suceso entre un jugador y la psicóloga, que desemboca en tres versiones distintas, y tiene que ver con la violencia de género. En este lugar nos metimos adrede, pero decidimos tomar algún tipo de partida, no con respecto a lo temático en sí, sino en cuanto a las distintas variantes que pueden surgir a partir del suceso. Ésa es la idea también dramatúrgica, hay una repetición del suceso en boca de otros, que ponen en juego al suceso en sí.

--¿Qué te motiva el teatro, a diferencia de otras expresiones?

--Principalmente la curiosidad, y después -y voy a usar esta palabra- esta grieta que hay en el teatro argentino, que si no es muy visible para el público sí lo es para los creadores teatrales. El teatro que hacemos nosotros está dividido entre este tipo de obra, que se hace desde los actores, de lo cual Rosario tiene una tradición muy larga, y el otro tipo, que es el teatro de autor, como hacen muchos elencos. A veces surgen complicaciones, porque ¿cuál es el rol del autor? ¿El autor realmente existe en el teatro? Es algo que a mí me tiene en jaque. ¿Qué rol tiene en este tipo de propuestas el autor, qué rol tiene el dramaturgo, y cuál el director? Por eso, en este tipo de propuestas soy una especie de "dramadirector". Mi propuesta, como vengo de la dramaturgia, tiene que ver con ella, y el poder de la palabra en función del cuerpo del actor. A veces hay que respaldar al actor como autor, como generador del propio discurso teatral. A veces lo que se necesitan son recortes, y no un director que te diga qué está bien y qué está mal, si bien no reniego de este tipo de figuras.