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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
28 NOV 1999








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López


Economía vs. Sociedad

Se entiende por alto desempleo aquel que incluye una elevada proporción de desempleo involuntario, o gente que estaría dispuesta a trabajar a los salarios corrientes, pero no halla quien le ofrezca un puesto laboral. Algunos de los problemas sociales de hoy en la Argentina son la deserción escolar, la marginación, la nueva pobreza, el deterioro del capital humano, la delincuencia, la precariedad laboral. Todos ellos tienen una correlación positiva con el alto desempleo. Un jefe de familia que pierde su empleo arrastra a los demás miembros a intentar la obtención de ingresos adicionales, y siempre, en alguna media, una proporción de escolares deserta. Los desempleados son reemplazantes dispuestos para quienes ya ocupan puestos de trabajo, lo que los condena a aceptar peores exigencias laborales y remuneraciones; el desempleo desliza hacia abajo a la pirámide social: el empleado de saco y corbata se parece cada vez más al trabajador manual; el trabajador manual, o se convierte en semiesclavo, o es reemplazado por máquinas. Quien cumplía un cargo técnico y pasa al ejército de desempleados, lenta e inexorablemente, va olvidando su anterior capacidad y convirtiéndose en mano de obra menos calificada. Los empleos se vuelven peor remunerados, con mayor carga horaria y menor estabilidad. La continuación de este desempleo convalida semejante cuadro, que no es precisamente el de una sociedad o una nación, sino más bien el de un mercado persa. Si se acepta que lo primero es bajar el desempleo, es preciso recordar dos escenarios, en los cuales la historia siempre se ha observado igual, desde Hume hasta Keynes. Primero: con amplia desocupación, los precios y salarios no empujan al alza; el escenario es propicio a la estabilidad de precios y salarios, y por tanto es propicio a un régimen de tipo de cambio fijo. La vigencia de �un peso un dólar� ha requerido destruir la capacidad de compra de la sociedad, y con ello ha destruido buena parte del tejido social. Segundo: con baja desocupación, los cambios de empleo implican salarios mayores, y necesariamente ocurre un empuje al alza de precios. Con alzas de precios internos, el tipo de cambio fijo no sería sostenible en el tiempo. La dramática elección es: o una sociedad degradada y estabilidad de precios y tipo de cambio, o una sociedad más cohesionada, pero al borde de la inflación y la devaluación cambiaria

Una profesión vergonzante

Hay una profesión cuyo desempeño trata de ocultar quien la ejerce: el verdugo. Antiguamente, el llamado a cortar una cabeza o ahorcar a un desgraciado cumplía su triste labor cubierto por una capucha. No sólo por propio resguardo, sino porque la sociedad no quiere saber quién ejerce tal oficio. Otra profesión que no se declara en censos o en reuniones sociales es la de prostituta, que no es exactamente lo mismo que desempeñar �labores del sexo�. Y en una zona gris, la profesión de economista, que tiene un significado clarísimo entre quienes pertenecen a ella, pero no tanto para el resto de los mortales. Una vez, en Río Tercero, en la Iª Reunión de Centros de Investigaciones Económicas, quise hospedarme en una hostería, y su dueño no entendió qué era ser economista, y anotó como la que él creía profesión más afín: �comerciante�. Hay algo que a la gente le molesta: será su objeto de estudio, por el cual Carlyle la llamaba �ciencia funesta�; será por la inclinación del economista a crear sistemas, a veces vacíos, lo que les mereció el desdén del premio Nobel Alexis Carrel. El asunto es que la presencia de cuatro reconocidos economistas argentinos como ministros del próximo presidente ha levantado un revuelo como nunca lo produjo el caso de cuatro o más abogados ministros. Viene al caso recordar que en la Argentina fueron ministros notables economistas, algunos profesores de economía o de finanzas en la universidad, y algunos otros que llegaron a la presidencia de la República y tuvieron desempeños ejemplares. El autor del Código Civil, D. Vélez Sársfield, fue profesor de Economía Política en la UBA, en la presidencia de Rivadavia, y ministro del Interior con Sarmiento. Avellaneda fue profesor en la misma cátedra y universidad, y se retiró de ella en 1866 para asumir como ministro de Gobierno de A. Alsina. Vicente Fidel López enseñó economía en Montevideo y en Buenos Aires, y fue ministro de Instrucción Pública durante la gobernación de su padre, V. López y Planes (1852); también sería ministro de Hacienda con Pellegrini y coautor del proyecto de creación del Banco de la Nación Argentina. José Antonio Terry, profesor de Finanzas Públicas en la UBA y autor de La Crisis, un estudio pionero del ciclo económico argentino, fue ministro de Hacienda de L. Sáenz Peña, Roca y Quintana, pero también canciller de Roca, cuando se signaron los Pactos de Mayo con Chile (1902)