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Jueves 9 de Noviembre de 2000

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La Bersuit defiende, ataca y, si no se puede, contragolpea

"No trabajamos de atacador es de gobiernos”

Ok, el grupo dejó de ser una gavilla de perdedores hermosos, expertos en excesos y promesa incumplida de cuanta promesa hubiera tenido el rock argentino de los noventa. Se hicieron famosos, vendieron miles de discos, recorren Latinoamérica y tienen el status de una banda grande. Golpearon duro con un par de canciones y ahora, terminado el menemismo, llegaron con un disco de historias personales y llamados al bardo general, nada de barricada. ¿Nada de barricada?

TEXTO PABLO PLOTKIN
FOTOS NORA LEZANO

Hace tres o cuatro años, cuando a Bersuit Vergarabat parecía sentarle a la perfección aquello de una sombra ya pronto serás, Gustavo Cordera aseguraba que sólo necesitaban un comprador porque... Bueno, porque tenían muchas ganas de venderse. En 1996 habían editado Don Leopardo, su tercer disco, cuyo tema de difusión –”La mujer perfecta”– era una nébula de doce minutos que rozaba los límites de la tolerabilidad auditiva. Pedirles un hit entonces era como intentar exprimir un ladrillo, y el Pelado se jactaba de tal cosa. “No nos salían”, dice ahora, levantando los hombros, como si la iniciación popular de Bersuit con Libertinaje tuviera que ver con un insondable truco de magia. Pepe Céspedes, bajista y programador, se toma el trabajo de analizarlo: “De pronto surgió la necesidad de hacer canciones simples, volver a los acordes tradicionales, no retorcerlas tanto. El tema disparador de toda esta etapa fue ‘Comando Culo Mandril’ (‘CSM’), una canción de 1992 que teníamos prejuicio de hacer porque sonaba demasiado simple. Un día, después de que el Pelado insistiera durante tanto tiempo, la hicimos, y a partir de ahí empezó otra etapa”. Empezó otra etapa, de verdad.
Súmese a eso la aparición de Gustavo Salvatore Santaolalla, una feroz campaña de prensa de la compañía Universal oportunamente oxigenada por la censura, y un par de canciones –”Sr. Cobranza” y “Se viene”– que le pusieron ruido a la debacle menemista y a cuanta manifestación rabiosa surgiera entretanto. Cambió el presidente, Bersuit sacó nuevo disco, el país sigue cayéndose a pedazos, y Libertinaje sigue musicalizando algunas protestas populares. Mientras tanto, Hijos del Culo espera el estallido con un combustible parecido al de su predecesor: cumbia, salsa, candombe, rock’n’roll y ¿política? Casi nada. Bueno, muy poco. “Hijos del Culo muestra lo que dejó Menem”, dice Cordera. “Estos personajes quedaron luego de la destrucción de un país. Y todavía no pasó lo peor: el disco anterior era exultante y hablaba de ellos; este disco habla más de nosotros, de este lado de la historia, de la historia que no se quiere contar. El que no quiere ver el Riachuelo que no lo vea, pero es eso que está ahí.”
–¿El cambio de gobierno tuvo algo que ver con que bajaran los decibeles de protesta política?
Cordera: Cuando nosotros hicimos el disco, este gobierno ni siquiera había asumido. El asunto es que no trabajamos de atacadores de gobiernos. No somos Altamira, aunque lo votamos. Somos músicos. Si agarrás los discos de Bersuit, te das cuenta de que es una banda que tiene mucho sexo, que le canta mucho a la locura, al tipo solo, al perdedor. Ya en el segundo y tercer disco no tenés casi canciones de contenido político. En el cuarto vuelve con “Sr. Cobranza”, que ni siquiera es una canción nuestra. Bueno, también estaba “Se viene”, pero...
Subirá (tecladista): No sentimos ninguna obligación de adoptar un compromiso político determinado. Si alguien cree que es así, está equivocado.
Cordera: Imaginate a Miguel Cantilo haciendo toda la vida “La Marcha de la Bronca”. Genera estigmas. Lo que dije ya está dicho, forma parte de mi historia. No puedo volver a decir lo mismo en todos los discos. No nos gusta repetirnos, aunque Bersuit sigue siendo (también) Libertinaje. De hecho, si alguna vez hay una toma de poder, nosotros seguramente estaremos con las guitarras tirándole ánimo a la gente. Pero más que eso...
Céspedes: Sí, aunque ya tenemos una canción dedicada a este gobierno. Es un instrumental aburridísimo, que vamos a presentar este sábado en Obras.
–¿Vieron imágenes de la demolición
de Fuerte Apache?
Cordera: Sí, y sentía que los bloques de cemento aplastaban a un ser querido. Esta es la cultura de sepultar, de tapar. Y por la calle escucho a gente que dice: “Y... algo había que hacer para terminar con la delincuencia”. Y recordaba a Bussi, que para terminar con las villas, las tapió. Una vez más el poder es ciego. La Argentina siempre tiene como presidente al tipo que representa una solución para los miedos de la clase media: Videla resolvió el miedo de que los subversivos se lleven a los hijos de la clase media por malos caminos, entre comillas, generando una catástrofe inigualable; después se tenía miedo a la inflación y a la inestabilidad política, y se lo llamó a Menem, un caudillo riojano con patillas. Fue otra gran hecatombe. Y ahora la clase media argentina necesitaba un buen vecino, un moderado. Y los buenos vecinos tienen una moral timorata, una moral absolutamente inerte, inicua. Y el país necesita a una persona con sensibilidad, temperamento, y fundamentalmente con mucha entrega. Ninguna de las tres cosas tiene esta persona. Lo que veo en él es a alguien que quería ser presidente y lo logró: ahora tendría que gobernar. Y no está en condiciones de hacerlo, porque no está con la moral preparada: es incapaz de tomar algún tipo de decisión, de asumir algún tipo de riesgo. Desde acá le pediría al Presidente, aunque sé que no va a leer la nota...
–Por ahí la lee Darío Lopérfido, el secretario de cultura, o alguien cercano...
Cordera: Bueno, si De la Rúa es tibio y timorato, Lopérfido está hecho a su imagen y semejanza: un tibio y timorato joven... Peor todavía. Pero si lee esta nota, yo le diría que necesitamos de ellos, de decisiones rápidas. Si no quieren ver que el país se está cayendo a pedazos, que no lo vean, pero nosotros lo sabemos. Viajamos por el interior y vemos lo que pasa: no sólo se están cortando rutas sino que se están armando movidas muy pesadas. Esto se va a prender fuego, loco. Y dentro de muy poco tiempo. Que hagan las cosas ya, porque cuando quieran tomar decisiones va a ser tarde.
–Sin embargo, podría creerse que a ustedes, una banda de rock bastante exitosa, la vida les sonríe.
Cordera: Está muy bien, vendimos 100 mil discos y todo eso, pero imaginate algo: vos te sacás el Prode, tus hermanos se están cagando de hambre, al igual que tus viejos, tus amigos y toda la gente del barrio. ¿Vos podés disfrutar de esa plata? No, nunca. Te digo más: en este mismo instante, Albertito (Verenzuela, guitarrista) está tocando la guitarra en los colectivos. O sea: no tenemos dinero. Aun si lo tuviéramos, sería muy difícil disfrutarlo, porque es muy grande la brecha entre las personas que tienen dinero y las que no. Automáticamente pasás a la vereda de enfrente, te convertís en un enemigo. Un tipo que morfa frente a los que se mueren de hambre está provocando. Hay una desigualdad muy grande que va a tener que resolverse. Yo nunca voy a llegar a comprarme la 4x4, por más bien que me vaya. Yo tengo diez pesos y los reparto; tengo mil pesos y los reparto; tengo 500 mil pesos y los tengo que repartir, por una cuestión ética. Esta banda reparte las regalías de Sadaic entre todos sus integrantes. Y en mi vida cotidiana hago exactamente lo mismo: el cazador mata a una presa y se la lleva a la tribu. Acá hay hijos de puta que tienen millones de dólares y tiran el caviar a la basura. Pero hay peligro para ellos. No van a poder disfrutar de lo que tienen, porque corren peligro.
Céspedes: Lo que cambió para nosotros en estos dos últimos años fue que pudimos dejar los trabajos que cada uno tenía, pudimos vivir de la música: no hacer otra cosa que tocar, salir de gira, ensayar, componer. Eso en este país es un privilegio. Antes yo tenía un quiosco, después laburaba un taxi, y así cada uno hacía otra cosa.
Cordera: Y más allá de eso, nos movemos por la ciudad como siempre. Recién en el subte me puse a cantar para la gente, porque alguien me lo pidió. “Cantate algo, que somos del interior.” Canté un tango. Y por suerte no generamos histeria: somos fáciles de tocar, fáciles de ver. Nos mostramos mucho, muchísimo más de lo que el marketing rockero aconseja. El manual del rockero argentino dice: “No des notas; no aparezcas en losmedios, así generás más deseo.” Pero a nosotros nos gusta la gente, la calle, no podemos vivir así.
–Y afuera, en otros países,
¿cómo es la cosa?
Céspedes: Bastante parecida, salvo en Estados Unidos, donde aunque toques para un público latino, siempre es distinto.
Cordera: Estados Unidos es una cárcel nacional. Ahora están por votar a un tipo que pregona la pena de muerte, por eso va a ganar. No vale la pena hablar mucho de ello, pero en el país de la libertad se creó una cárcel nacional, que comprende todo su territorio. Es un país que me resulta extremadamente aburrido, muy asfixiante y vigilante. No podés chistar, escupir en el piso. Y el latino que se radica en Estados Unidos inmediatamente adopta lo peor del sistema: se hace fascista y xenófobo.
Céspedes: Sí, y en los boliches no se puede beber y fumar a la vez. Hay un lugar para cada cosa. Una locura.
Cordera: Tienen las reglas suficientes como para que el ser humano se aburra, desde que se levanta hasta que se acuesta. La única manera de divertirse es producir. Sólo en eso el país es interesante. El resto, nada. Ahora que estamos recorriendo el mundo, el modelo que menos quisiera tener es el de Estados Unidos. Cuando escucho a Duhalde y a De la Rúa elogiando el modelo de ellos, me agarra pánico. Imaginate que lo único que podés comer es una hamburguesa: laburás como un hijo de puta para comer esa mierda.
–¿Y el mejor?
Cordera: Hay una cosa que es muy parecida a lo que era Argentina hace treinta años: Montevideo. Ahí el tiempo está como más detenido, no hay tanta paranoia, es todo más humano. Tienen sus tradiciones. Los músicos tienen mucha onda entre sí, hay más camaradería. Creo que nosotros tenemos que arrancarnos 30 o 40 años de historia y empezar de vuelta. Mi propuesta política es empezar desde el ‘65, volver con las fogatas de San Pedro y San Pablo, salir a tomar mate a la vereda. Ahora no podés ni tomar merca tranquilo. ¡Qué locura! (risas)
Subirá: Igual, más allá de todo lo malo, a mí me fascina Buenos Aires.
Cordera: A mí me tiene las pelotas por el piso. Tengo la paranoia al rojo vivo. No hay conexión. Veo la locura, el hacinamiento, la polución, la falta de corazón. Yo vivo en el Docke, donde las autoridades siempre entregaron las licencias a las empresas inapropiadas, y ahora estamos todos enfermos del pecho, con enfermedades de la piel. El basural más grande del país está ahí. Pero a nosotros que nos gusta pasarla mal y sufrir, creo que éste es un país ideal. La segunda o la tercera vez que estuve en Brasil, en Bahía, viví seis meses y no tenía ningún conflicto: sólo había cachaça, negras hermosas, gente bailando todo el día. Vendía sánguches a los turistas, ganaba cien dólares por día, no tenía problemas económicos, todos los días joda... Al sexto mes me agarró un asco. Dije: “Necesito volver a deprimirme, necesito volver a pasarla mal, quiero sufrir con mi gente.” Y acá estoy. Eso sí: acá se sufre de lo mejor, ¿eh?

 

De mendigos a millonarios

1988. El año de la transformación. Cordera conoce a Juan Subirá y Pepe Céspedes. Decide fundir su agencia de planes de ahorro para autos y les insiste a sus nuevos amigos para armar una banda. Cordera era muy malo (“una mezcla de Silvio Rodríguez y Palito Ortega”, recuerda). Mientras la hiperinflación pulverizaba sus ahorros en pesos, el Pelado cantó “Masturbación en masa” en cena de Nochebuena, frente a toda la familia. “Mi tía Susana casi me pega en público. Yo la mandé a la concha de su madre.”
1989. Bersuit Vergarabat hace los primeros shows en el viejo sótano de Oliverio.
1991. Después de repudiar el atentado a Pino Solanas en el programa de radio de Pergolini, una bandera bañada en sangre aparece en el frente de la sala de ensayos. Unos tipos arriba de un Taunus persiguen a Cordera hasta Cemento, después de un show de Divididos. “No voy a dejar de decir lo que pienso”, dice el Pelado, en uno de sus primeros gestos políticos explícitos. ¿Nace otro Indio Solari?
1992. Sale Bersuit Vergarabat y punto, el primer disco. Se convierte en un éxito que los saca del fondo del underground por un par de temporadas. “Pensábamos que éramos los mejores del mundo. No estábamos preparados para el éxito. Y lo peor es que no venía del lado de la música: se había generado un personaje alrededor mío, una especie de sucesor de Luca, de mano derecha del Che Guevara”, dice el Pelado. Tocan en Obras (la primera banda argentina que presenta su álbum debut allí), y hacen gran sapo.
1993. Aparece Asquerosa Alegría, producido por Tweety González. “No había ninguna letra política ahí tampoco”, dicen ellos ahora, trazando una analogía (¿abriendo el paraguas?) con Hijos del Culo.
1994. En una columna que escribe para el No, el Pelado se enorgullece de ser una banda sin hits. Mientras tanto, vive de vender ensaladas de frutas en la calle y en la feria de Mataderos.
1995. Bersuit cae en un pozo en su relación con el público. Vuelta a Oliverio. Rumores de separación.
1996. Sale Don Leopardo, álbum “conceptual”, raro. “No hacemos hits porque no nos salen”, declara Cordera. Y también: “Nosotros queremos vendernos. No lo digo con ironía. Sólo que todavía no pudimos encontrar a nadie que nos quiera comprar. Me encantaría ir a tocar a lo de Tinelli”.
1998. Bersuit graba su primer disco producido por Santaolalla, Libertinaje, y empiezan a caer un hit tras otro: “Sr. Cobranza” (víctima del ojo censor del Comfer), “Se viene”, “CCM”, “Yo tomo”... La banda renace como “el terror de Menem”, según El País de España.
1999. Crece la proyección nacional e internacional: Sudamérica, Centroamérica, México (la cara del pelado en afiches invade el DF) y el circuito latino de los Estados Unidos, incluyendo el Watcha Tour.

¿Zapallo yo?

Al Pelado Cordera le cayó pésimo el titular de la semana pasada en estas páginas que decía “Cordera, zapallo”, extraído de una declaración de Mosqui, cantante de Las Manos de Filippi. El problema entre las dos bandas empezó cuando Bersuit probó el éxito a caballo del hit abrasador “Sr. Cobranza”, una versión algo reducida del tema firmado por la dupla de cantantes de Las Manos. Hasta entonces eran todos amigos, pero una serie de declaraciones públicas de los autores del también hit-en-boca-ajena “La cumbia del cucumelo” (por Rodrigo), documentadas en el arte de Las Manos Santas van a Misa (donde se ve a unas bananas en pijamas llevándose “cobranzas” junto a un Papá Noel re-bautizado Santa La Olla), pusieron a las dos bandas en veredas opuestas. La última agresión fue a través del No de la semana pasada, cuando Mosqui dijo que Cordera hablaba pavadas y que a Bersuit el éxito no les duraría mucho. El Pelado prefiere no hablar mucho del asunto, pero tampoco quería dejar pasar la posibilidad de una respuesta: “Lo único que tengo para decirles es que si tienen un problema conmigo, que me lo vengan a decir en la cara. Somos amigos desde hace años, y saben dónde vivo. En la calle los problemas se arreglan cara a cara, no a través de los medios. Saben dónde encontrarme. Los estoy esperando”.

Hijos ilustres

El Gordo Motoneta: “El famoso imparable, el tipo adicto al control y al descontrol. Un terrorista, te pasa por encima. A un conocido mío le agarró un virus que le afectaba exactamente en el centro de información motriz del cerebro. El tipo quería darle una orden a sus piernas para que parasen, y caminaba cada vez más fuerte. Iba cruzando la 9 de Julio gritando: ‘¡Párenme, párenme que no puedo parar!’. Cuando le mandamos los demos, Santaolalla se sintió identificado: nos agradecía porque creía que se lo habíamos dedicado a él. Pero yo pienso en (Alejandro) Pensa, nuestro stage, puedo pensar en mí, en Maradona, en mi viejo...”. (Cordera)
El Astronauta y la Bruja: “El astronauta es un colgado, y la bruja es la mujer, que siempre sabe más que vos, adivina lo que vas a hacer, intuye o averigua dónde estuviste anoche. En realidad, el símbolo más importante de la canción lo saqué de un cuento de Bradbury, “Caleidoscopio”, que está en El Hombre Ilustrado: dos tipos que quedan conectados entre sí, perdidos en diferentes puntos del espacio, y saben que pronto se van a desconectar para siempre”. (Subirá)
La Petisita Culona: “Es un número cantado para cualquier buena paja. Es una de las canciones más felices de la historia de Bersuit, prácticamente no tiene conflicto. Aunque para Albertito (Verenzuela, autor del tema), esa canción es una pesadilla, porque no tiene un solo segundo de felicidad en su vida (risas). No vino a la nota porque, en este instante, está tocando la guitarra arriba de los colectivos y los subtes. La gente lo felicita cuando canta ‘El estallido’, le agradece que haga un ‘cover’ de Bersuit Vergarabat, cuando en realidad él es el creador del tema. Y él no dice nada, porque estoy seguro de que lo olvidó. Salió de una canción de Leo Maslíah”. (Cordera)