|
Por
Maximiliano Montenegro
Qué
puede esperarse? Mayor probabilidad de desdolarizar y devaluar,
dice el informe reservado para sus clientes de uno de los consultores
top de la city. Economistas del establishment financiero, que siempre
fueron enemigos acérrimos de la devaluación, hoy creen
que no hay otra alternativa. No es casual: el Fondo Monetario y
el Tesoro norteamericano también están presionando
por esa salida. En el equipo de Cavallo tienen otro plan: defender
la paridad cambiaria, dolarizar y emitir bonos (tipo Lecop o Patacón)
para pagar salarios, jubilaciones y proveedores del Estado. Mientras
se define esa puja, el reloj que marca el fin de la convertibilidad
corre aceleradamente: según los cálculos más
conservadores, dada la sangría de depósitos de los
bancos incluso con el congelamiento parcial y las necesidades
de financiamiento del Gobierno, el Banco Central perderá
en las próximas semanas tan rápidamente divisas que,
hacia febrero, sólo habría 0,66 dólares para
convertir cada peso circulante. Obviamente, llegado a ese punto
ya sería tarde para cualquier salida ordenada.
En cualquier caso, los depósitos permanecerían congelados
por mucho tiempo: ¿6 meses?, ¿1 año?, ¿más?
De triunfar la posición de Washington también habría
quita, la pregunta es cuánto y cómo. Hay cinco
D y las cinco se combinan de diferente manera, le dijo un
analista a Cash, explicando la incertidumbre que existe sobre lo
que se viene. Cinco D: Depósitos congelados, default, desdolarización,
devaluación, dolarización. De ese menú, Washington
y Cavallo se pelean por qué platos servir. Vamos por partes.
Primera D (Depósitos congelados): Era la primera condición
para aplicar cualquiera de las otras D. Cavallo la adoptó
como una medida desesperada, para salvar a los bancos, tras varios
meses de persistente fuga de depósitos. Sin embargo, paradójicamente,
este paso agrega margen de acción a la política económica,
abriendo un abanico de posibilidades que antes estaba cerrado. Dicho
de otro modo: antes, el Gobierno temía declarar el default
con los acreedores por miedo a potenciar la corrida bancaria. Hoy
ese riesgo no existe.
Sea como fuere, el corralito dispuesto por Economía sobre
los ahorristas no es suficiente para detener el goteo de fondos
del sistema, que pueden convertirse en correntada si la gente sigue
abriendo cada vez más cajas de ahorro en distintos bancos
para transferir a ellas plazos fijos vencidos y saltear el límite
máximo de extracción de 1000 pesos por mes. Según
la estimación más cautelosa, que no considera esta
clase de comportamientos, la sangría neta de fondos del sistema
sería de unos 1100 millones mensuales. Cálculos más
ajustados a la realidad, hablan de más de 2000 millones.
Aún en el mejor escenario, los bancos estarían nuevamente
en problemas para devolver los depósitos, a menos que fueran
asistidos por Roque Maccarone, titular del BC, para evitar la quiebra.
Esa sería una canilla abierta de reservas del Central, actuando
como prestamista de última instancia, que disminuirá
el respaldo en dólares de los pesos en circulación.
(Recordar que las reservas están para convertir los pesos
en bolsillo del público, en cuentas corrientes y cajas de
ahorro. No hay dólares billete suficientes para responder
a los depósitos a plazo.)
De continuar esta filtración, es probable que en los próximos
días Cavallo decida congelar totalmente los depósitos
a plazo, renovándolos automáticamente a su vencimiento
e impidiendo a sus titulares transferirlos a cajas de ahorro.
Segunda D (Default): Sobre esta segunda D, absolutamente nadie discute
que es inminente y necesaria; en especial, después de que
el FMI bajara el pulgar al desembolso de 1260 millones de dólares.
Cavallo quería utilizar dichos fondos para terminar los pagos
de diciembre a los acreedores extranjeros, para eludir demandas
legales mientras renegocia las condiciones del segmento internacional
del canje de deuda. Sin embargo, elFondo no estaba dispuesto a enviar
los recursos por una ventanilla, para que se los llevaran los acreedores
privados por la otra. A partir de la semana próxima hasta
fin de mes, hay vencimientos por 1588 millones de capital y 410
millones de intereses, contemplando el efecto del canje local: sobre
los nuevos títulos recién se pagará intereses
a partir de abril y capital dentro de tres años.
Cavallo cuenta con el aval del Fondo y el Tesoro norteamericano
para el pagadeus y seguramente la oferta de canje para los extranjeros
será mucho menos favorable que la que aceptaron bancos y
AFJP locales: habría quita de capital, un período
de gracia más largo e intereses bastante inferiores al 7
por ciento.
La idea es que el Gobierno ya tiene cortado el crédito en
el exterior y seguir cumpliendo con los vencimientos de la deuda
denominada en los viejos títulos aquellos que todavía
no ingresaron al canje sería dilapidar reservas del
Banco Central. Dicho sea de paso, eso fue lo que hizo el Central
en los últimos meses, vía préstamos al Banco
Nación, que a su vez los derivaba al Tesoro.
Sin embargo, aún con default, la canilla del Central para
financiar al Tesoro seguirá abierta, porque, con el derrumbe
de la recaudación el Gobierno no tendrá pesos para
pagar salarios, aguinaldo, jubilaciones y otros gastos indispensables.
Cavallo ya adelantó que, antes, manoteará 3000 millones
de dólares en plazo fijo de las AFJP, a cambio de una Letra
del Tesoro, que se derivarán a las cuentas de pago del fisco.
Pero agotada esta fuente, deberá ir a la golpear a la puerta
de Papito Maccarone que, al emitir pesos a cambio de
títulos públicos y no de nuevos dólares, seguirá
deteriorando la convertibilidad de los pesos circulantes. Tanto
más rápido será este proceso cuanto más
caiga la recaudación y, dado el parate que provocaron las
medidas del domingo último, nadie sabe cuánto se precipitarán
los ingresos del fisco en diciembre, pero es seguro que la caída
será impresionante.
La única alternativa es que Cavallo decida, una vez agotada
la cuenta de las AFJP, dejar de pagar los gastos del Estado nacional
en pesos y hacerlo, como las provincias, con bonos. Como se verá,
esta es una opción que analiza el ministro.
En síntesis, así como van las cosas, el que corra
último para hacerse de dólares contantes y sonantes
se quedará sin verdes, al menos a la paridad 1 a 1. Según
las cifras que manejan consultores y analistas de bancos de inversión,
actualmente, por cada 1 peso circulante hay 0,95 dólares
billete en el Central. Para fin de diciembre, habría 90 centavos;
a fines de enero, 77 centavos; y a fines de febrero 66 centavos
de dólar. Este es el límite mínimo de reservas
líquidas que autoriza la ley para que la convertibilidad
siga existiendo, ya que el resto de reservas puede constituirse
en títulos públicos emitidos por el Tesoro. Pero está
claro que, llegado a ese punto ya no se podrá dolarizar,
retirando todos los pesos en circulación a la paridad de
1, sino que sería necesaria una fuerte devaluación.
Tercera D y cuarta D (desdolarización + devaluación):
Las cuentas anteriores son vistas con atención en Washington.
Allí también saben, al igual que Cavallo, que de no
hacerse nada, es cuestión de tiempo para decretar el final
de la convertibilidad con una devaluación desordenada. Pero
la presión del FMI para que Argentina abandone el tipo de
cambio fijo, como parte de un nuevo programa, apunta a otro lado.
Tal como lo planteó, en ámbitos semipúblicos,
la número 2 del organismo, Anne Krueger, el staff de técnicos
del Fondo considera que, después de 4 años de depresión,
Argentina debe recrear las condiciones objetivas para
crecer, porque la confianza de consumidores y inversores tardará
mucho tiempo en recuperarse. Es decir: abaratar el precio en dólares
de la producción nacional para hacerla competitiva frente
a la importada y crear nuevos negocios rentables. De otro modo,
aseguran ahora, no hay cuenta fiscal que cierre, ni préstamos
que en el futuro puedan ser devueltos. Esta posición rechaza
cualquier intento de dolarización de urgencia en los próximos
días, porque cristalizaría la actual depresión.
Pero, además, no lograría ningún efecto
confianza el principal argumento para dolarizar, al
desaparecer el riesgo devaluatorio sobre consumidores e inversores,
después de haberse pisado los depósitos a los ahorristas
y declarado el default de la deuda.
En Washington, creen que éste es el momento ideal para la
deva por dos motivos. Por un lado, porque con semejante recesión,
el impacto inflacionario sería mínimo. Por otro lado,
porque, ya se dieron los dos pasos previos necesarios. Con congelamiento
de depósitos el Gobierno podría levantar de un plumazo
el ancla que pesó durante tantos años para no salir
de la convertibilidad: el impacto sobre un sistema financiero casi
totalmente dolarizado. La fórmula sería primero desdolarizar,
convirtiendo todos los depósitos a pesos, lo mismo que los
préstamos (ver aparte). Así, quedarían a salvo
los bancos, al reducir sus pasivos (depósitos) y mejorar
las condiciones de repago de su cartera activa (los préstamos).
Con el default, en tanto, no existiría el problema de que
los servicios de la deuda en dólares aumentaran en forma
exponencial, mientras la recaudación se levanta en pesos.
Por supuesto, este camino para devaluar también debería
contemplar una desdolarización de las tarifas de servicios
públicos.
Esta fórmula fue enunciada hace más de un mes por
Ricardo Haussman, ex economista jefe del BID y ex defensor a ultranza
de la dolarización para Argentina. Después, Paul Krugman,
un economista estrella en Estados Unidos, escribió en el
New York Times que su tesis de siempre que Argentina debió
devaluar hace años podría ser llevada a la práctica
al estilo Haussman.
Curiosamente, esta propuesta fue repetida esta semana por economistas
que hasta hace muy poco defendían la dolarización
antes que cualquier plan de devaluación. Por ejemplo, el
ex viceministro de Roque Fernández, Carlos Rodríguez
escribió el martes pasado en BAE que ahora entre los
costos a asumir se encuentra la necesidad de reconocer el default
financiero externo e interno y la necesidad de un tipo de cambio
real significativamente más alto.... Una alternativa
es la libre flotación de la moneda manteniendo la prohibición
del BCRA de emitir moneda, como no sea para comprar dólares
(al precio de mercado). Esta alternativa requeriría convertir
todos los depósitos (hoy pisados) a pesos, al igual que los
créditos otorgados, explica Rodríguez. Para
el economista del CEMA, el think tank de donde salió el primer
proyecto de dolarización, auspiciado por Pedro Pou, otra
alternativa es la dolarización inmediata basada en los 14.000
millones que nos quedan en el BCRA. El problema en esta alternativa
es que no permite el aumento del tipo real de cambio por lo que
éste debería alcanzarse a través de una prolongada
deflación (o por una devaluación previa a la dolarización,
concluye.
La misma propuesta escuchó este diario un día después,
en un selecto seminario de uno de los principales consultores del
establishment financiero. Entre los principales bancos extranjeros
también circula un paper elaborado a pedido, el domingo último,
después de conocidas las medidas, por Nouriel Roubini, de
la Universidad de Nueva York, que plantea distintas vías
para devaluar salvando el problema de los endeudados en dólares
y la solvencia del sistema bancario.
Quinta D (dolarización a la Cavallo): El jueves, antes de
partir a Washington, Cavallo dijo que era imposible devaluar, porque
el dólar no se podía devaluar. Así, quiso transmitir
el mensaje de que, antes que romper el 1 a 1, el Central entregaría
al público todos los billetes verdes necesarios para dolarizar.
Sin embargo, el ministro también dejó entrever que
la devaluación podría hacerse sobre cuasi monedas,
como los bonos provinciales, aunque no por decreto sí por
la depreciación propia de esos papeles si la gente no los
aceptara a su valor nominal. Dos colaboradores del ministro comentaron
a Cash que en el equipo económico son conscientes de que
la dolarización al actual tipo de cambio es ahora o
nunca; y que debería mantenerse simultáneamente
la restricción a la salida de capitales y el congelamiento
sobre los depósitos. Para este propósito, sostienen,
el desembolso del FMI sería fundamental. Sin embargo, el
ministro no cree en una dolarización por decreto y preferiría
mantener la convertibilidad, con un tipo de cambio comercial mucho
más alto para los exportadores, algo que ensayó sin
éxito con el factor empalme.
En Economía también dicen que, sin financiamiento
para el gasto público, Cavallo podría defender la
convertibilidad haciendo que el Estado nacional emitiera bonos para
pagar a empleados públicos, jubilados y proveedores. Tales
bonos no sólo serían inconvertibles con el dólar
sino que además no deberían servir para pagar impuestos.
De este modo, la depreciación de facto se produciría
sobre este segmento del circulante, manteniéndose el resto
de los contratos de la economía. No parece ser un plan muy
sustentable, como quiere Washington.
|