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El Plan Austral
Los
nombres, en general, significan mucho más que la simple marca
de identificación de una persona. También dice mucho
la denominación que se emplea para un plan estratégico
de una empresa, un programa económico o una mesa de concertación
política. A veces los nombres condicionan el tránsito
por la vida de las personas, para bien o para mal. En cuestiones
económicas o políticas, la elección de un título
a un proyecto resulta afortunado y en otros casos, finalmente, un
padecimiento o una predicción. ¿Cuál habrá
sido el proceso que llevó el ejecutivo español del
Banco Bilbao Vizcaya Argentaria en Argentina, BBVA Francés
para la elección del nombre del plan para prevenir el impacto
de una devaluación del peso sobre las finanzas de la entidad?
Difícil saberlo a la distancia, pero seguramente debe ignorar
la asociación inmediata que produciría el título
que escogió con acontecimientos de la historia económica
reciente. No tuvo mejor idea que denominar Plan Austral a la estrategia
aprobada por el directorio del banco español para cubrirse
ante el estallido de la paridad 1 a 1. No ha sido muy oportuna esa
selección. O, en todo caso, puede ser que, simplemente, haya
sido reflejo del desencanto hispano. El Austral, en 1985, nació,
como la convertibilidad, con la esperanza de un horizonte de bonanza
para la economía argentina. Los sucesivos tropiezos con el
australito, australito II y Primavera tuvieron como desenlace el
fatídico 6 de febrero de 1989, cuando explotó ese
experimento económico y desembocó en la hiperinflación.
Ahora, le toca el turno a la convertibilidad
La gran banca española, el Santander Central Hispano en
Argentina, Banco Río y el BBVA, apostó muy fuerte
durante los 90 en Latinoamérica. El primero ha invertido
unos 16 mil millones de dólares en la región, con
presencia en doce países. El otro, desembolsó 7200
millones para operar en ocho plazas. Cada uno ha creado fondos especiales
de 400 a 800 millones de dólares para socorrer a sus filiales
latinoamericanas ante un eventual estallido argentino. Precisamente,
el Plan Austral del BBVA tiene reservas por 53 millones de dólares
con el objetivo de amortiguar en parte la explosión de la
convertibilidad. ¿Alcanzará? El Austral tiene como
objetivo generar liquidez y cobertura. O sea, una política
ultraconservadora, con reducción de cartera crediticia, aumento
de previsiones por morosidad y disponibilidad inmediata de fondos.
Todas medidas que profundizan la crisis. Tanto el SCH como el BBVA
han estimado el impacto de una devaluación sobre sus ganancias
en la Argentina: ambos coincidieron con que registrarían
un quebranto equivalente a casi dos años de beneficios. En
los primeros nueve meses de este año, el Santander Río
acumuló una ganancia de 108 millones de dólares, mientras
que el BBVA Francés contabilizó una utilidad de 93
millones.
Esas dos entidades son las extranjeras más importantes que
operan en la plaza local. Ocupan el puesto 4 y 5 en el ranking del
sistema, detrás de los dos bancos públicos Nación
y Provincia de Buenos Aires y del más grande privado nacional,
el Galicia. No es un hecho menor que los dos bancos extranjeros
más poderosos, que en conjunto reúnen el 16 por ciento
del total de depósitos, no sólo hayan estudiado un
escenario de catástrofe, sino que ya hayan constituido sus
fondos de socorro inmediato a sus filiales.
En definitiva, el proceso para empezar a aplicar el Plan Austral
se ha iniciado. La primera D (Depósitos congelados) ya castigó
a ahorristas. La segunda en brotar es cuestión de días:
Default, el incumplimiento en el pago de la deuda de los bonos luego
de terminado el canje local. Por delante quedan las otras D, aunque
sin un tránsito claro de cómo será el orden
de aparición. Y no resultará indiferente a la economía
la forma en que se produzca la sucesión de las D que se vienen.
Al violarse contratos económicos básicos, como el
de la libre disponibilidad de los depósitos,se perdió
la virginidad. A partir de ahora, aunque parezca paradójico,
se abren más opciones de política económica.
El abanico de alternativas se ha abierto, aunque todas dolorosas.
Dependiendo de la elección que se haga se podrá saber
si ese dolor sirve para salir del pozo o para seguir en la ciénaga.
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