“Esto que hago, ¿tendrá para otros la misma importancia que tiene para mí?”, se pregunta el director Oscar Barney-Finn cada vez que encara un nuevo proyecto. Una inquietud que, según recuerda, lo acompaña desde que comenzó a estrenar en el ámbito del cine, el teatro y la ópera. Es que, según cuenta el director en una entrevista con PáginaI12 “Hacer una obra más no tiene sentido si no sirve para hacer una reflexión y desde allí ir hacia los otros”. Barney-Finn subraya, además, que a pesar de su larga trayectoria se ve obligado a “remar cada proyecto sin contar con ninguna seguridad, como si estuviese comenzando de nuevo”. No obstante, a pesar de tantos obstáculos, el realizador encara varias puestas al año, apostando “al intercambio con actores creadores, que sepan cultivar su talento junto a otros”.

Así, interpretada por Marta Lubos, Cecilia Chiarandini, Sebastian Dartayete y Pablo Mariuzzi, se estrenó recientemente una nueva puesta de La reina de la belleza en El tinglado, de Mario Bravo al 900. Escrita por el irlandés Martin Mc Donagh en 1996, la obra reúne a dos parejas de personajes: una hija sometida por una madre abusiva y dos hermanos de experiencia y proyectos diversos. La necesidad de huir o, por el contrario, de echar raíces, es uno de los temas de esta obra que integra una trilogía que el autor concibió situando la acción en Leenane, pequeño pueblo de la costa oeste de Irlanda, donde en la infancia pasaba sus vacaciones. Ya casi totalmente dedicado al cine, Mc Donagh estrenó en 2017 la premiada Tres anuncios por un crimen. 

Si años atrás Barney-Finn había llevado a escena esta misma obra con Aida Luz y Leonor Manso en los papeles de madre e hija, en las dos décadas que separan ambas experiencias, el director sostiene haber afianzado su relación con la Irlanda de sus antepasados y haber encontrado elementos relacionados con su identidad. “No busqué repetir aquella puesta”, afirma mientras asegura que la proximidad de los actores y el público que le permite esta sala consigue potenciar aún más el texto de este autor que pertenece a la llamada generación del Celtic Tiger, “ubicada a mediados de los 80”, según explica Barney-Finn, “época en la que hay un crecimiento del cine y el teatro irlandés, momento en el que los nuevos autores rechazan la imagen idílica de Irlanda y buscan un lenguaje que rompa con la tradición de Bernard Shaw y Sean O’Casey, y también con autores como Brian Friel, entre otros”.

Para el director, La reina… continúa siendo “una obra descarnada, un melodrama violento y cruel donde una madre y su hija están como ancladas en el tiempo, como si el autor hubiese puesto por encima de una postal de la Irlanda de los 50 la visión despiadada y consumista de los 90”. Atento a relacionar sus proyectos teatrales con el presente, el director evalúa: “Vivimos un momento muy difícil en el que no sabemos cómo volveremos a encauzar al país para que cambien las condiciones de vida de todos”, reflexiona, entre esperanzado y perplejo. Este momento de turbulencia le pide también algo de sosiego para leer y estudiar y también para continuar con los ensayos de Muchacho de luna, unipersonal sobre la obra de Federico García Lorca, que ensaya junto a Paulo Brunetti próximo a estrenarse en Santiago de Chile, espectáculo que, según observa, le obliga a traducir en escena el rechazo que la sociedad de su época le manifestó al poeta granadino.”Pero si pensamos que hoy Lorca sería aceptado sin reservas estamos equivocándonos”, concluye el director.  

* La reina de la belleza, en El Tinglado (Mario Bravo 948), viernes y sábados a las 20.