Son tantas las imágenes que aparecen con solo ver esa tapa de color verde manzana, con esa fotito de ese señor en el extremo. Allí estaba el disco (el vinilo como dicen ahora) en la batea de la disquería de debajo de mi departamento. Fue uno de los primeros discos que escuché enteros en mi vida. Quizás fue definitivamente el primero, aunque mi memoria no es tan exacta. La voz de Spinetta tan extraña, lánguida y a la vez descarnada, por momentos incluso me daba miedo en canciones como “Cementerio Club”: “Justo que pensaba en vos nena/ caí muerto”. Años después, ya en el colegio secundario, supe de la existencia de un poeta llamado Antonin Artaud, al cual Spinetta dedicaba el nombre del disco y algunas de sus letras, tal el caso de “Por”, un endiablado juego de palabras sin conexión aparente, pero con una contundencia poética inédita en mi vida. 

¿Qué era esta música tan rara? Aquellos años setenta sin internet ni televisión por cable, la información resultaba tan escasa y todo terminaba siendo un rompecabezas construído de retazos de la realidad. Artaud era un poeta maldito. El disco figuraba como de la banda Pescado Rabioso, aunque la banda estaba disuelta cuando se grabó. Spinetta tocó muchos de los instrumentos de ese disco. Sus ex compañeros de Almendra regresaron un día para grabar en ese disco, (Rodolfo Garcia en batería y Emilio Del Guercio en bajo) pero sus nombres no figuraban en la escueta tapa del disco. También tocó la batería en otras canciones el hermano de Spinetta, de nombre Gustavo. 

Cuántos datos sueltos. 

Canciones como “Cantata de los puentes amarillos” siempre me parecieron verdaderas obras de arte, por su construcción laberíntica, su geometría musical que enlaza las distintas partes de la canción a lo largo de diez minutos. La instrumentación de guitarras acústicas tan precisas y esa voz directa, despojada de todo artilugio producen un efecto hipnótico en quien la escucha. Es de esas canciones que con lo años siguen sorprendiendo en cada nueva escucha. Me lo imaginaba a Spinetta sentado solo en un estudio de grabación con los auriculares puestos y detrás del vidrio un grupo de personas desconcertadas, diciendo: “todos escuchamos a los Beatles, pero ¿qué es esto?” 

El disco me parece una obra global, completa, conceptual, pero de todas mi canción favorita es “A Starosta, el idiota”. Es bastante extraña dentro el mundo de Spinetta y de ese disco, porque el acompañamiento es de piano. Es hermosa. Tiene tres partes, porque en el medio hay un intermetzzo de grabaciones delirantes, al estilo de como lo hacían los Beatles, de cosas al revés, cintas pasadas al revés, sonidos extraños, música conceptual electroacustica y eso siempre me llamó la atención ¿Cómo hizo esto? Me encantaba porque en el último tiempo lo volvió a incorporar al repertorio, y tuve la oportunidad de escucharlo en vivo. El acompañamiento de Claudio Cardone en piano y cuando llegaba a la parte del medio yo me preguntaba qué iba a hacer ahí, esa parte tan compleja de sonido. El Flaco lle- vaba un grabadorcito de casete, de periodista y le acercaba al micrófono y ahí tenia grabadas cosas, completamente locas. No eran las mismas del disco original, sino tramas que él armaba en su casa aleatoriamente, de repente Victor Hugo gritando un gol, era muy graciosa esa parte. 

Volviendo al relato. Fue recién en 1983, deambulando por la avenida Corrientes, cuando me topé con un libro del famoso Antonin Artaud. (“Ah, era este”, pensé.) Años después conocí personalmente a Spinetta y todo el rompecabezas se empezó a ordenar. Me pasó lo mismo cuando entrevisté a Miguel Grinberg quien fue testigo privilegiado de todo aquel proceso de composición y grabación. Incluso, hace un par de años se editó un libro con esas historias (para mi, inéditas) 

Artaud sigue siendo un disco compañero inseparable de viajes y giras. Para mi, el mejor disco de rock argentino de todos los tiempos.


Marcelo Rodríguez, mejor conocido por su apodo artístico Gillespi, nació en Monte Grande en 1965. Es trompetista, guitarrista y tecladista que ha participado de varias bandas de rock argentino. Además de editar álbumes como solista, es productor musical de TV y ha participado en varios programas televisivos y radiales como co-conductor o humorista. Con su actual formación, Gillespi combina el sonido clásico del jazz con nuevas y misteriosas sonoridades electrónicas. Gillespi en trompeta y flugelhorn, Ewi en sintetizadores y guitarra eléctrica, Álvaro Torres en piano y sintetizadores, Rafa Franceschelli en bajo, guitarra eléctrica, loops y programaciones, Sebastián Peycere en batería, Alejandro Chiabrando en saxo. Se presenta todos los miércoles con su banda en Bebop Club, Moreno 364. A las 21.