“Dimos un paso histórico en nuestro proceso de inserción inteligente al mundo: cerramos el acuerdo comercial Mercosur-UE”, festejó por las redes sociales el ministro de Producción, Dante Sica. Lo particular del anuncio no es sólo el calificativo de “inteligente” a un acuerdo bastante perjudicial para el comercio y la producción argentinas, sino que sea festejado por el ministro Sica, cuya consultora tiene como históricos clientes a las empresas del sector automotor. El acuerdo con la UE planea, entre sus múltiples puntos, eliminar los aranceles a la importación de autos y autopartes en la región. Hecho que afecta doblemente a la producción local, tanto por el ingreso de importados al mercado doméstico, como por la pérdida del mercado brasileño para nuestras exportaciones automotrices frente a la competencia europea. De concretarse el acuerdo, el ex lobbysta de los intereses de la industria automotriz del Mercosur, se transformará en su sepulturero.

El acuerdo de libre comercio con la Unión Europea fue una estrategia defensiva de parte del establishment de Brasil ante el avance de China e India sobre ese mercado. La pérdida de ciertas ventajas de ingreso al mercado europeo sucedido en 2014 bajo el pretexto de que la expansión económica de comienzos del siglo XXI había permitido a Brasil y Argentina acceder al estatus de países de “ingreso medio”, desató la alarma de algunos empresarios brasileños con negocios en Europa. Si bien un acuerdo de libre comercio con esa región generaría daños en la industria brasileña, era considerado un mal menor frente a la potencial pérdida de ese mercado en manos la periferia industrializada asiática y algunos países latinoamericanos con acuerdos de libre comercio ya firmados.

En el caso argentino las ventajas son más que dudosas. La pérdida de preferencias comerciales no afectó en gran medida nuestras exportaciones a la Unión Europea concentradas en un pequeño grupo de bienes primarios (pellets de soja, biodiesel, mariscos, y vinos, entre los principales). El acuerdo de libre comercio podría expandir en algún monto las ventas de biodiesel y carnes, principalmente. Aunque mantendría las barreras a otros alimentos por normas ligadas al uso de transgénicos, donde la UE se mantuvo inflexible. Por su parte, algunos productos alimenticios europeos como champagne, whisky y lácteos, podrían ganar presencia en el mercado local.

Los sectores de la industria automotriz, maquinarias y línea blanca serían las principales víctimas en el acuerdo. No sólo por el ingreso de los productos europeos, especialmente alemanes, al mercado local, sino también por la pérdida del mercado brasileño ante el ingreso de productos europeos sin aranceles. Los estudios de la Cancillería bajo la gestión anterior señalaban que el impacto sobre el saldo comercial argentino del acuerdo sería negativo; es decir, las mayores exportaciones a Europa no lograrán compensar el efecto combinado de menores exportaciones a Brasil junto a un mayor ingreso de productos europeos a nuestro país.

@AndresAsiain