En la primera audiencia del juicio oral por la muerte de Débora Pérez Volpin, fue el turno de los dos imputados por “homicidio culposo”: la anestesista y el endoscopista que intervinieron en el estudio tras el cual falleció la periodista. La anestesista Nélida Inés Puente aseguró que lo que provocó la muerte de la paciente fue una "perforación esofágica"; el endoscopista Diego Bialolenkier se limitó a proclamar su inocencia y a anunciar que declarará "en otro momento" del debate.

Mañana se realizará la segunda audiencia del juicio, originalmente anunciado para junio, pero que terminó posponiéndose hasta hoy, con lo que coincidió con el comienzo de la feria judicial de invierno. A lo largo del debate, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº8, está previsto que declaren 58 testigos.

"Tenemos la fuerza indestructible de la verdad", dijo antes de la audiencia Enrique Sacco, ex pareja de la periodista, quien llegó al Palacio de Tribunales acompañado por el abogado de la familia, Diego Pirota. "La sociedad ya juzgó, ahora esperamos una sentencia justa", agregó Sacco. A su lado, Pirota anticipó que cuando termine el juicio buscarán que la Justicia “realice una investigación” sobre la actuación de las autoridades del Sanatorio La Trinidad de Palermo “para determinar el encubrimiento de la muerte”.

El debate, que comenzó a las 9.30, reunió a más de 50 personas en la emblemática Sala de Derechos Humanos del Palacio de Justicia donde tuvieron lugar, entre otros, el histórico Juicio a las Juntas y el juicio por la tragedia de Cromañón. A la izquierda de la sala, acompañados por familiares y amigos, los hijos de Pérez Volpin presenciaron las declaraciones, ricas en detalles técnicos.

Tras la lectura de la elevación a juicio, la primera en declarar fue la anestesista, que durante más de dos horas y media mostró nerviosismo por tener que reiterar detalles de su actuación en el episodio enjuiciado. Anticipando las dificultades de hablar frente a un público no familiarizado en medicina, la anestesista había llevado a la sala algunos de los instrumentos que se usaron durante la intervención, elementos que recién pudo desplegar alrededor de las 13, tras el extenso interrogatorio de las partes.

La anestesista evaluó que Pérez Volpin murió tras sufrir una "perforación esofágica". Consultada sobre el origen de esa perforación, Puente declaró: “Lo que puedo decir en este momento es que yo estaba haciendo de anestesista y que lo único que había ingresado a la vía de la paciente era el endoscopio”. Cuando la querella insistió, precisando la pregunta, si creía que la perforación la podía haber causado el endoscopista dijo, sin disimular los nervios, “yo no pienso. No sé”.

Confusión en el quirófano

Según aseguró la anestesista Puente, antes de la intervención Perez Volpin “estaba sonriendo, tranquila”. Luego de hacerle las preguntas de rutina, Puente le pidió a la periodista que se ponga de costado, el endoscopista le puso el abrebocas (por el que luego pasa el endoscopio) y “empezó a subir la camilla, porque Diego (Bialolenkier) es alto y trabaja parado”. Una vez que la camilla estuvo en posición, Puente inyectó la droga para dormir a Pérez Volpin y Bialolenkier introdujo el endoscopio.

El monitor no revelaba ninguna anormalidad, las pulsaciones estaban normales y el nivel de saturación era el adecuado. El estudio se desarrollaba sin problemas”, aseguró. Sin embargo, continuó, “en una de esas la paciente se movió, se le cayó el brazo hacia adelante”. Cuando se acercó para suministrarle más anestesia, pensando que ese era el problema, tocó a la paciente "para agarrarle el brazo” y se dio cuenta “que su panza estaba dura. Ahí la destapé y vi que la persona flaquita que había llegado al quirófano ahora era una persona con un abdomen enorme”.

Fue entonces que, según su relato, ella le gritó al endoscopista Bialolenkier: “Diego, mirá”. “Él estaba mirando el duodeno, buscaba ver un cálculo. Y yo le dije ‘aspirá, aspirá’, ‘sacá el endoscopio’”. Cuando advirtió la hinchazón de la paciente, Puente pidió a la única asistente presente en el quirófano que la ayudara para poner boca arriba el cuerpo y notó que “tenía el hemilabio inferior izquierdo hinchado y el párpado inferior izquierdo hinchado”, por lo que pidió “llamar a la cardióloga y Diego pidió que vengan los terapistas”.

La anestesista creyó que, por los síntomas que observaba, Pérez Volpin estaba padeciendo una reacción alérgica, por lo que le aplicó Dexametasona. “Después le saqué el abreboca y le intenté poner una máscara facial. Fue ahí cuando agarré su mandíbula y me di cuenta que crepitaba”. Por ese nuevo síntoma, la anestesista descartó la reacción alérgica, porque la crepitación “indicaba que tenía aire en los tejidos” y optó por hacer una laringoscopia para poder intubarla.

“La primera vez que intenté hacer la laringoscopia, me encontré con una sorpresa: la paciente tenía mucha sangre en la garganta”. Ese sangrado, aseguró ante una pregunta de la querella, “debería haber sido advertido por el endoscopista”. Luego intentó una segunda laringoscopia, pero ante la imposibilidad de “encontrar el orificio con las cuerdas vocales para intubarla” porque “estaba desfigurada su anatomía, las amígdalas estaban que estallaban”, la anestesista decidió “abortar la misión”.

Según aseguró Puente, cuando dio vuelta a Pérez Volpin para ponerla boca arriba, “ya no respiraba”. El paro se produjo "cuando estaba intentando hacer la primer laringoscopia": “Ahí llegó la cardióloga y le pidió a Diego que baje la camilla y empiece con los masajes de reanimación. Diego dijo ‘¿Ahora?’. ‘Sí, ahora’, le respondió la cardióloga, por lo que Diego empezó con los masajes”.

En medio de los intentos para reanimarla y frustrado el intento de intubación de la anetesista, “vino un doctor que no conocía (luego supo que se trataba de Hugo Botto), sacó el laringoscopio, se lo puso y aspiró. Le dije que no la iba a poder intubar porque tenía puesta la máscara laríngea. Dijo que se la saque, le consulté a una doctora y a los terapistas y me dijeron que sí. Este doctor también le pidió a Diego que deje de hacer los masajes y cuando le saqué la máscara laríngea el doctor la entubó”.

Reuniones tras la muerte

La muerte de Pérez Volpin fue constatada después de 40 minutos de masajes de reanimación. En ese momento, los médicos que habían participado de la intervención se reunieron con el director del Sanatorio. Luego, en otra reunión, se comunicó a la familia lo ocurrido. “Yo me quedé a esperar la decisión de los familiares si hacían o no autopsia porque quería saber qué le había pasado a mi paciente, porque yo no le había hecho nada. Lo único que hice fue tratar de salvarle la vida, cosa que no pude”, dijo Puente.

A su turno, el endoscopista Bialolenkier se limitó a proclamar su inocencia y a decir que declararía "en otro momento" del debate. "Estoy convencido de mi inocencia; no hay ninguna posibilidad de que yo haya causado lo que pasó", aseveró ante el juez Javier Anzoátegui, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional número 8 de la Capital Federal.

Según estimaron fuentes judiciales, el juicio insumirá, como mínimo, todas las jornadas de la feria judicial, que se extiende hasta el 2 de agosto próximo. En un plazo similar, el juez Anzoátegui tendrá que responder a la notificación que le cursó el Consejo de la Magistratura para que designe un defensor, aporte pruebas, proponga testigos y, en caso de desearlo, que realice un descargo por escrito en el marco del expediente abierto en su contra, tras la denuncia de la familia de Pérez Volpin, por presunto "mal desempeño".

Informe: Azul Tejada.