Como suele acontecer la campaña entra una faz repetitiva, poco atrayente para los no politizados justo cuando se acerca el momento de las Primarias Abiertas (PASO). Los “indecisos”, los “independientes”, los no resueltos acostumbran decidir cómo votarán en las semanas finales cuando el menú empalaga y quita el apetito. De cualquier modo, pensarán y decidirán. Gloria y loor al sufragio universal y obligatorio tanto como al sano hábito de los argentinos: participar masivamente.

Están trazadas las líneas maestras previas a las PASO. Alberto Fernández recorre provincias y alterna con gobernadores mientras se expone a reportajes “ecuménicos”, en todo tipo de medios, usualmente hostiles.

El macrismo elige jugar de local: solo dialoga entre aliados. El presidente Mauricio Macri no habilita ninguna excepción, la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal incursiona alguna vez apenas afuera de las fronteras amigables. Tal vez un síntoma sobre cómo lee el escenario.

ADEPA, la entidad que bancó a la dictadura, marca a fuego las imaginarias “agresiones” de Fernández o de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner agitando la bandera de la libertad de prensa. Calla sobre la conducta macrista de dialogar solo dentro de su estanque. En el ideario de ADEPA, negarse a dialogar con medios no oficialistas (la praxis favorita del Gobierno) no infringe regla alguna.

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El Olimpia de Platino semanal en la disciplina “macrismo explícito” quedó en manos del periodista Joaquín Morales Solá quien entrevistó por tevé a Alberto Fernández. Un compilado difundido por el cabal C5N expuso asimetrías en las entrevistas asignadas a Macri (luego del acuerdo Mercosur-Unión Europea) y al candidato del Frente de Todos. Sonrisas, plácemes y asentimientos para el primer mandatario. Preguntas-pases gol sobre la primera dama Juliana Awada. Aprobación feliz para las menciones de “Mauricio” a su esposa, “la hechicera” y su bienhechora acción política.

Interrupciones para Fernández, aseveraciones sin fundamento o con fuentes no creíbles. Tan flojo estuvo “Joaquín” que el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne eligió responderle a Fernández, deslizando un sinfín de falacias, desmintiendo hasta información oficial del Gobierno presentada en Washington y Nueva York años atrás.

Morales Solá, a diferencia de tantos voceros oficialistas, es cortés en el trato: no grita ni ofende adrede. Para su rol, eso funge como debilidad. En un notable artículo publicado en “Letra P” el especialista en comunicación Martín Becerra desmenuzó un tramo central de la entrevista: Morales Solá polemizando sobre el déficit fiscal heredado por el actual Gobierno. Va la cita: "usted me confunde porque acá la mayoría de los economistas, en este programa, dicen que Cristina dejó un déficit de siete puntos", a lo que Fernández replica ´eso no es lo que dijo el INDEC de Macri, que además hizo correcciones sobre las cuentas públicas´, dejando sin palabras a uno de los conductores con mayor capacidad expresiva de los medios locales.

La frase de Morales Solá es reveladora, como testimonio, de la tara endogámica que excede con creces a los periodistas notorios, pero que es más evidente en ellos por su masividad y por su mayor dotación de recursos: la consulta a fuentes coincidentes con las opiniones propias y el rechazo a contrastar su punto de vista con perspectivas diferentes, contradictorias y críticas. ´Los economistas que vienen acá’ son, hablando en criollo, miembros de un mismo club, con el que Morales Solá simpatiza abiertamente. ‘Los economistas que vienen acá´ no aluden a la realidad ni a los datos que describía Fernández sino de modo caricaturesco”.

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La cerrazón oficialista hace juego con su praxis excluyente, abordada en la nota principal. “El otro”, el kirchnerismo, no es la Patria, ni siquiera la integra. Lo comandan un conjunto de delincuentes que merecen la cárcel aún antes de ser condenados. Castigo que se expande a sus familiares. Y lo completa una manada de seres sin raciocinio, cómplices pasivos de la corrupción, que se creían con derechos muy costosos.

En esos términos el debate se hace muy difícil. El Frente de Todos FT), de cualquier modo, emite mensajes continuamente procurando remarcar la realidad económica. La campaña de la principal oposición es menos prolija y más expuesta que la del Gobierno.

En ese cuadro polarizado las terceras fuerzas se las ven negras para colar algún bocadillo.

Saber qué decodifica el público (en rigor, varias napas de públicos yuxtapuestos) siempre es un enigma. Si los argentinos de a pie miran en su derredor, si piensan en cómo les fue en los últimos cuatro años, la suerte del macrismo está echada. Y el macrismo echado. Pero ese comportamiento, habitual en comicios presidenciales, sigue siendo una posibilidad cuya concreción se develará en etapas, cada vez que se cuenten los votos.

En contrapeso cualquier oficialismo, anche el actual, arranca en pole position. El apoyo de los poderes fácticos, el mayor conocido desde 1983, gravita aunque no sume sufragios. La reacción de “los mercados” luego de las PASO quizás provea un ejemplo. No son imparciales, ni ingenuos: maximizan sus ganancias especulativas y tratarán de incidir en los comicios generales.

A todo esto, crece como hipótesis factible la perspectiva de una gran polarización anticipada en la primera vuelta.