Foto: Pablo Mehanna

Un patio cervecero con sello polaco

La arcada de la entrada invita a pasar. La casona que es la sede de la Unión de los Polacos en la República Argentina desde 1950 supo albergar a Casa Polaca, un emblemático restaurante polaco que dejó marca en corazones y paladares porteños por décadas. Hoy, signo de los tiempos, fue suplantado por un patio cervecero que, por suerte, mantiene en su carta varios platos con influencia de la gastronomía típica del país de Europa del Este, ahora en versión más callejera. Para armar la cocina contaron con la ayuda de Baya, cocinera que trabaja en la embajada polaca, y con el aporte de los clientes históricos del antiguo restaurante.

Lo primero que convence de Klub Polaco es su hermoso patio, suerte de pequeño oasis centroeuropeo en Palermo. Para empezar se pueden pedir las zapiekanka, bruschettas en pan de baguette ($130 a $ 180) que llega en versiones Capresse, Mexicana, Argento, pero que en plan autóctono la obligada es la Kraków, con chucrut, salchicha, tomate y pepino dulce: la base crocante sostiene sabores equilibrados del repollo fermentado, el ahumado del embutido y la acidez del pepinillo.

Los platos se pueden pedir en porción grande o individual. Destacan los pierogi, unos ravioles con forma de empanaditas salteadas con panceta, que vienen rellenas de carne, chucrut o papa más una salsita de crema opcional ($200/$140). También son ricos los placki, unas croquetas fritas de papa ($180/$140). A tono con el barrio, hay hamburguesas (entre $ 250 y $ 300, se les puede sumar un medallón extra de carne por $90), sopas ($130, en plan polaco hay que probar la de remolacha) y muffins ($60) y cupcakes ($120) para el momento dulce.

En la barra, 11 canillas de cerveza tirada con artesanales (se suma la sidra 1888) además de la Van Pur polaca, la cerveza de la casa, una lager rubia y ligera. Para coctelería, priman las mezclas a base de vodkas polacos. Todo en un patio y salón amplios con la impronta de Europa del Este -mucho rojo, afiches, cartelería-, sillas cómodas y un piano en el que hay música en vivo martes o miércoles y shows los primeros viernes de cada mes.

Klub Polaco queda en Jorge Luis Borges 2076. Horario de atención: todos los días, de 17 al cierre; viernes, sábados y domingos también al mediodía. Hasta las 21 hay happy hour con descuentos y combos especiales.

Foto: Pablo Mehanna

El bodegón de los croatas

Dobar Tek es un clásico entre los descendientes de inmigrantes balcánicos. Con estilo de bodegón, el lugar hereda un sello familiar aprendido en Makarska, un conocido restaurante de la ciudad atlántica de Mar del Sur, que hace más de tres décadas se especializa en la gastronomía croata. Desde allí, hace ya doce años, vinieron los “herederos” Adriana y Daniel, junto a sus hijas Lucía y Clarita, y abrieron la casa porteña en el barrio de San Telmo.

Con una base similar a la de otros países de la región, la cocina croata se caracteriza por sabores suaves, balanceados y un poco dulzones. Las recetas de Dobar Tek son típicas del interior del país, una cocina dedicada y generosa, con mucho tiempo de elaboración. Un ejemplo es el sekeli, un guisado de chucrut con bondiola de cerdo y panceta ahumada en el que la cocción suaviza la acidez del fermentado y da lugar a especias características como la paprika ($440 y $310 la porción pequeña). Distinto es el chucrut del Krajnske Kobase (con dos chorizos de cerdo ahumado; $440 y $310); y un recomendado es el sarma, niño envuelto en hoja de repollo con chucrut, pechito ahumado y papas al natural ($ 510).

Adriana es conocida por su habilidad para trabajar la masa filo hasta llegar al punto en el que, según la leyenda, se leer una carta de amor a trasluz. La usa para sus distintas versiones de strudel salado -zeljanica, de acelga y queso; sirnica, ricota y crema de leche; burek, carne picada; y dobar tek, a base de jamón ahumado ($390 o $195, según tamaño de la porción). Los platos grandes son abundantes, ideales para compartir y probar varias especialidades, donde se suman fiambres ahumados y gulas (versión polaca del gulash húngaro) con ñoquis o cevapcici (unos rollos de carne picada) y codillo con chucrut. Siempre dejando un poco de lugar para los postres típicos, entre ellos los strudel dulces, arrollados makovnjaca (de amapola) o orehnjaca (de nueces) y tortas como la Dobos. Para acompañar, un té de la casa, a base de arándanos con una pizca de ron croata ($82), el mejor final para una comida generosa.

Dobar Tek queda en Av. San Juan 548. Teléfono: 4307-5235. Horario de atención: jueves, viernes y sábados a la noche; sábados y domingos al mediodía.

Foto: Pablo Mehanna

La esquina alemana de Belgrano

Cuando hace 20 años Alejandro y Macelo Citarella decidieron abrir Baviera, buscaban romper con el estilo de los bares de la época. Y lo lograron. Fueron de los primeros en apostar a la cerveza artesanal como protagonista, sumando la impronta y los sabores de la tradición alemana que habían heredado de su madre.

En Baviera la idea de la cocina es acompañar el recorrido cervecero completo, que puede arrancar con una Pilsen suave, frutada y refrescante hasta cerrar con la Stout Chocolate, intensa, espesa, oscura, de las diez canillas disponibles ($80/$90 la media pinta; $120/$130 la pinta). Todo entre mesas de madera rústica y una decoración con toques patagónicos. En la carta extensa destacan las propuestas con embutidos y fiambres típicos que preparan especialmente para ellos una familia de Villa Ballester. Cracovia, rosca polaca, Holstein (un salame ahumado), salchichas y queso ahumados, salchichón, chucrut y pepinillos son algunas de las variedades que forman parte de la Tablita de fiambres alemanes ($295) o la gran Tabla Baviera (comen 2, pican 4, $650). Entre los platos de fondo alemanes, los aplausos se disputan entre las costillas de cerdo ahumadas (con ensalada de papas alemanas y chucrut; $370) y la carne a la cerveza negra (suave, dulzona, gustosa; $330). La opción ideal para compartir es el Chucrut Garnie, una especie de puchero alemán con variedad de carnes y embutidos más vegetales ($560). Y siempre se puede probar el goulash con spätzle: en la versión de la casa, la salsa tiene concentrado de tomates y un toque de crema, que suaviza la mezcla ($320; en el Menú Ejecutivo del mediodía hay una opción de este plato más económica, con pollo y pasta seca, a $170).

Por la demanda, en los últimos años sumaron una carta de pizzas (a la piedra, bien finita y rectangular; de $350 a $480 la de medio metro) y una variedad de hamburguesas entre las que destaca la Baviera ($290, con papas fritas), con queso holandés, chucrut, pepinillo, salchicha y mostaza dulce. Para cerrar, un strudel de manzanas con crema ($ 180), como corresponde.

Baviera queda en Ciudad de la Paz 2095. Horario de atención: todos los días, desde el mediodía al cierre. Tienen Menú Ejecutivo y promociones de happy hour.