Materiales como las llantas de bicicletao el motor de un limpiaparabrisas, sumado a más de tres años de trabajo, dieron como resultado un innovador prototipo de simulador de vuelo que permite realizar vueltas completas seguidas. Sus creadores son Federico Fabiancic y Pascual Gargiulo, dos estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), que hicieron el prototipo como proyecto final para recibirse.

El dispositivo consiste en un mundo virtual en el que se maneja un avión conectado en forma sincrónica con un robot ubicado en una butaca que va moviéndose de acuerdo a la orientación de vuelo.

Ahora, estos dos futuros ingenieros en mecatrónica, que esperan que finalicen los trámites burocráticos para tener sus títulos, buscan inversores para poder desarrollar el proyecto en la realidad y que esto se traduzca en un sistema que facilite el entrenamiento de pilotos.

Como no contaban con los recursos para armar uno con materiales más complejos, fueron reciclando diferentes objetos. “Creamos una especie de Frankenstein”, bromeó Gargiulo.

Como consecuencia, tuvieron varias dificultades, como los ruidos eléctricos en los sensores. “Nos vimos obligados a crecer en otros aspectos de la carrera, por lo cual fue experiencia más que enriquecedora”, explicó.

Los únicos componentes específicos que debieron comprar fueron la placa electrónica para manejar el dispositivo y las escobillas, que permiten que los cables no se enreden al realizar vueltas completas. “Cuando arrancamos el proyecto, en 2016, eran carísimo comprarlas acá, así que las pedimos de China”, recordó.

Justamente eso es lo que lo vuelve un prototipo distintivo. Ya que existen simuladores similares pero que tienen como límite giros de 15 o 20 grados.

La decisión de trabajar de a dos surgió porque en los años de estudio lograron entablar una amistad y se complementaban bien. “En las cosas de mecánica y armado era mejor Federico y a mí se me daba mejor la parte de la electrónica”, afirmó Gargiulo.

Este proyecto comenzó ideado como un simulador universal, por lo cual también es factible que se desarrolle como videojuego o una atracción de parques de diversiones, como los que existen en Disney.

Además del posible rédito económico que les pueda generar, Gargiulo destacó la satisfacción de poner en práctica los conocimientos teóricos brindados por la universidad pública.