El futuro intendente de Rosario será el primero en 12 años en gobernar con un signo político diferente en la provincia. Quizás para Pablo Javkin esta no sea la principal novedad teniendo en cuenta que él mismo será el primer intendente no socialista en los últimos 30 años. Omar Perotti sí tiene a mano los antecedentes del peronismo administrando Santa Fe con intendentes de otro signo político en la ciudad más grande de la provincia, pero igual deberá construir una relación especial con Javkin. La no pertenencia al Partido Socialista ayudará sin duda a la relación con el electo gobernador santafesino, teniendo en cuenta que con el socialismo, el ex intendente de Rafaela, jamás pudo entenderse. Las cosas arrancaron mal desde 2007 con Hermes Binner, siguieron empeorando con Antonio Bonfatti y también con Miguel Lifschitz. Más temprano que tarde Perotti comprendió que los socialistas lo trataban como un adversario político y no se equivocaron: lo enfrentaron en 2011, en 2015 y recientemente este año, cuando les ganó la elección provincial.

La única vez que Perotti abandona su tono mesurado y el equilibrio es cuando se lo consulta por cuestiones vinculadas a las administraciones socialistas. Y algo de eso se metió también en esta transición, aunque desde ambos lados se intente transmitir un mensaje de armonía. Nunca fue el gobernador electo el que habló de la herencia que recibirá, y es comprensible. Pero sus colaboradores más cercanos empezaron a subir el tono a medida que transcurrían las reuniones con los funcionarios de Lifschitz.

La confesión de Rubén Michlig -uno de los principales hombres designados por Perotti para la transición- sobre la posibilidad de dar por terminada la cláusula gatillo para actualizar el sueldo de los agentes públicos hizo retroceder al equipo del futuro gobernador varios casilleros. Se pasó entonces a otra frecuencia de negociación y el propio Perotti con Lifschitz pactaron dejar de agitar las aguas por el momento. Pero el acicate pasó de manos de los negociadores a los presidentes comunales e intendentes peronistas que levantaron su tono, en algunos casos hasta la sobreactuación, para señalar la "discriminación" política a la que el gobierno de Lifschitz los había sometido. El presidente comunal de Fighiera, Rodolfo Stangoni encabezó el "piquete" de manera bien altisonante. Pero cuando le tocó el turno a la experimentada intendenta de Cañada de Gómez, Stella Clérici, la denuncia ya no tenía la misma vehemencia y -cómo no podía ser de otra manera- terminó hablando más que nada de la crisis a la que el macrismo sometió a su ciudad, conocida como una capital de la industria del mueble entre otros rubros industriales que allí se destacan.

La única vez que Perotti abandona su tono mesurado es cuando se lo consulta por cuestiones vinculadas a las administraciones socialistas.

Esta semana, el diputado provincial socialista Rubén Galassi chicaneó la movida de los intendentes peronistas al señalar que se construyeron dos nuevos hospitales provinciales "que cuestan cientos de millones en ciudades que no gobierna el oficialismo, por ejemplo"..

La velocidad e incertidumbre que adquirió la crisis nacional le servirá al Frente Progresista para diluir sus responsabilidades en las cuentas públicas provinciales. El peronismo quiere dejar bien en claro los números que recibirá y a esta altura el socialismo ya no los discute pero incorpora el "agujero fiscal" que le dejarán las medidas del presidente Mauricio Macri del orden de los 10.500 millones de pesos: una cifra idéntica al déficit de la provincia para el primer semestre del año.

Pero con Javkin la relación es buena. Perotti se encargó también de ir construyéndola sabiendo que puede tener aquí una base importante para no dejarle toda la oposición a Lifschitz que quiere ser el presidente de la Cámara de Diputados e ir construyendo desde ahí su vuelta a la Casa Gris dentro de cuatro años. Si es que el radicalismo no le arruina los planes.

Javkin sabe que necesitará ayuda. Así como la provincia ha ido incrementado su dependencia a los recursos nacionales, Rosario necesita cada vez más suculentos giros para sostener la salud pública y el transporte. En materia de salud, en todos estos años no quedó en claro el encuadre de esas remesas para la ciudad calculadas en unos 800 millones de pesos. La sintonía política entre las administraciones parecía que no necesitaba de ese formalismo aunque sí hubiese sido importante para el resto de provincia. Ahora las cosas son distintas y si bien Perotti no discutirá la necesidad de la asistencia, se supone que querrá dejar en claro el mecanismo de esos giros.

La extenuante transición santafesina trata de no salirse de cauce pero el tiempo y la impaciencia de los distintos actores conspira contra esas posibilidades. Así como Mónica Fein se hizo cargo de los nuevos aumentos del transporte urbano de pasajeros de la ciudad, en la provincia el peronismo espera que el gobierno saliente ordene para el futuro el marco de las paritarias con los estatales entre otros asuntos difíciles que están sobre la mesa.

 

Javkin sabe que los números de la municipalidad de Rosario dan miedo, pero la pertenencia al mismo espacio político le sugiere guardar silencio al respecto y esperar que las cosas sean menos dramáticas de lo que parecen cuando le toque ingresar el próximo 10 de diciembre al Palacio de los Leones. Sobre todo porque no entrará solo sino que estará acompañado por varios cuadros que ya tienen un recorrido en la administración local y provincial.