Un joven que denunció haber sido abusado en el instituto Próvolo por un monaguillo ya condenado, contó que decidió cambiar su sexo tras abandonar la institución y recordó en el juicio oral contra dos curas y un ex empleado que se aplicaba cortes en las manos “para sobrellevar el dolor”. En cámara Gesell, donde brindan testimonios las víctimas, la ahora testigo mujer, A.M., explicó la historia de cada uno de sus tatuajes y los cortes que tiene en sus manos. Dijo que se los "autoinfligía" como una forma de afrontar la odisea que estaba viviendo. En el proceso son juzgados los curas Horacio Corbacho y Nicola Corradi, y el jardinero Armando Gómez por abuso sexual a niños sordos a su cuidado.