“Fue muy vertiginoso al principio mudarme al otro lado del mundo. Pero lo bueno de ir a una universidad como Berklee es que te reciben y te contienen porque saben que es así, que podés venir de un lugar muy lejano y muy diferente, y te dan un espacio de contención”, cuenta Silvina Moreno  sobre el comienzo de la decisión que le cambiaría la vida. A los 20 migró de San Isidro a Boston para estudiar en la universidad privada de música más grande del mundo. Rodearse de artistas que también llegaban de otras partes del planeta le ayudó a surcar la experiencia más extrema de su vida. Hoy, doce años más tarde, está presentando Si desafino, el tercer simple que adelanta su nuevo disco, Herminia, que Sony Music publicará en noviembre.

 

En la casa de Silvina no había músicos, pero sí una necesidad “de refugio de ciertas cosas en la infancia”, según recuerda. Entonces apeló al amparo inevitable y lúdico de las canciones. “Al principio escuchaba Disney y bandas de los ‘90 y finales de los ‘80. Con eso empecé a imaginar un mundo creativo… y me encantaba actuar, bailar y cantar”, dice. Ya en la adolescencia, la decisión estaba tomada: hija de una tucumana y un porteño reacio a que su hija no estudiara una carrera formal, real y seria, tuvo que armarse de valor para darle a entender “que iba en serio la cosa”, que realmente quería esto.

“Entonces me dio luz verde para poder ayudarme a irme a estudiar música a Estados Unidos”, cuenta Silvina. Fueron cuatros años en la universidad y uno más en Nueva York, donde grabó su primer disco, Mañana, con canciones bilingües escritas durante el período estudiantil. “Las grabamos en el norte de Nueva York, afuera de la ciudad, en una casa del lago divina. Invitamos a todos amigos músicos de la universidad que se sumaron a grabar”, relata la artista, y también concede una pizca de inocencia al hecho de haber estado grabando por primera vez y entre amigos.

Si desafino, el último simple que presentó luego de En el 87 y Tiempo, es una canción de desamor, en un tono fresco de aura ochentosa que busca alejarse de la perfección, tanto en la música como en las relaciones humanas. El video es un homenaje al clásico Footloose y fue grabado en un diner americano típico, con la participación de Lucas Engel (Lucas & The Woods), Rochi Igarzabal y Mike Chouhy. “Hubo un desamor fuerte que me inspiró para escribir algunas canciones de desamor; y hubo amores muy fugaces que me inspiraron las de amor. Y siempre hay algún miembro de mi familia a quien le dedico una canción y en este disco le tocó a Herminia, mi abuela”, cuenta Silvina, quien este año giró por Estados Unidos, Colombia, Perú, Ecuador, México, Argentina, Chile y Uruguay.

 

Luego de la experiencia universitaria, Silvina volvió a Buenos Aires en 2012. Se dio cuenta de que quería construir su carrera en Argentina y ése era el momento de empezar, con un disco bajo el brazo y desconociendo por completo la industria de su propio país. “Productores, managers, sellos, muy de a poquito fui adentrándome en el mundo de la música acá, y desde entonces sigo construyendo. Lloré todo un año, me costó mucho volver. Allá lloré como tres meses cuando llegué, acá fue un año entero, me costó mucho readaptarme porque me había acostumbrado a vivir allá. Pero me encontré diferente, cambiada, y en realidad estoy contenta porque yo soy de acá, soy argentina.”

En Será una estupidez, incluido en Sofá, el anterior disco y el primero editado por Sony Music, Silvina hace una radiografía de su vida. Repasa rápidamente pasado y presente en poco más de tres minutos. En su alegato afirma que odia el tráfico sudamericano, idealiza los años universitarios, lee de corrido las noticias para no sentir, viene de un pueblo cheto, fresa y gomelo, que no eligió dónde ni cuándo nacer y que creció entre mujeres que le enseñaron a defender su voz.

“Sí, pueblo cheto”, dice y se ríe. “Es que soy de San Isidro, vengo de chetolandia y es inocultable. Ahí crecí y es donde fue difícil que aceptaran que quisiera estudiar música. Ahí hay ingenieros, médicos, administradores de empresa, qué sé yo... cualquier otra carrera que suena mejor en papel era más aceptada. Pero bueno, yo soy de allá y sigo yendo mucho a San Isidro”, se sincera y no se queja porque dice que disfrutó una infancia cerca del río en un lugar de mucha belleza natural. Y por eso concluye su declaración en esa canción: “Soy una eterna agradecida”.

* Silvina Moreno tocará el viernes 27 a las 20.30 en Niceto Club, Niceto Vega 5510.