La tragedia de Medea, narrada por Eurípides en el siglo V (A.C.) puede ser, según la mirada, la de una heroína o la de una villana. Lo cierto es que algunas lecturas la piensan como un icono feminista de la mitología griega, que supo usar sus conocimientos y poder para lidiar con un mundo gobernado por hombres. Aunque también es la mujer que asesina a sus propios hijos para vengarse del engaño de su marido Jasón. Y esa transformación de la víctima en victimaria es la que suscita inquietudes e instala el debate.

En Lo mejor de mí está por llegar, Jorge Acebo y Juan Carlos Rivera construyen una versión libre y contemporánea del mito, y dan vida a una Medea que vive en el interior de la Provincia de Buenos Aires, en la localidad de La Limpia. Y en esa nueva obra escrita para una sola intérprete, la figura de la víctima y la sensibilidad femenina se refuerzan. Florencia Galiñanes interpreta a Medea, una joven que ama a su padre, a su pueblo y muy especialmente a sus campos de amapolas. Pero esa rutina apacible y feliz se trastoca cuando irrumpe en su vida el doctor Jasón, un profesional de intachable reputación social que mostrará frente a ella su verdadera cara. Su matrimonio con él se convierte pronto en una cárcel de la que resulta difícil salir, aun cuando el nacimiento de dos hijos parece traer algo de calma.

Con dirección de Acebo, la pieza se revela como un drama que toma forma a través de un in crescendo sin mecanismos que busquen oxigenar esa trama. Desde el fado que suena antes de iniciar la obra -y que muy acertadamente eligió el director para anticipar una historia que combina precisamente algunos de los atributos del género musical portugués como la nostalgia y la tristeza- hasta la música en vivo de Maximiliano Pugliese y el atuendo gris de la protagonista, cada elemento contribuye a acentuar la crudeza de lo que se cuenta.

En esa misma línea es que aparece el lenguaje cinematográfico de incorporar en la escena una cámara que, en ocasiones puntuales, sigue los movimientos de la actriz e intensifica su mensaje con primeros planos que aportan dramatismo. A su vez, el recurso audiovisual aporta a la construcción de la temporalidad cuando la cámara, operada por Nicolás Condito, se posa sobre unos carteles que ponen fecha a cada uno de los monólogos y transportan a la década del '70 contextualizando y dando cuenta del paso del tiempo (o de la duración del calvario).

El formato de unipersonal pone a la actriz ante la tarea de ser el principal sostén frente a un relato intenso. Con su mirada puesta por momentos en el público y en otros en interlocutores invisibles, Galiñanes ofrece una interpretación siempre visceral. Con su cuerpo, su gestualidad y un logrado acento provinciano, invita al espectador a experimentar distintos estados que van desde la compasión y la conmoción hasta la incomodidad y la impotencia.

La fuerza que le imprime a la caracterización de esa Medea moderna logra que pueda transmitir con naturalidad y firmeza cada una de sus emociones, desde el momento en el que adopta el rol de mujer sumisa frente al maltrato, hasta el instante en el que decide rebelarse y torcer su destino.

Medea reconstruye su historia hoy, y su testimonio interpela por el contexto en el que se expresa, un tiempo en el que el “No nos callamos más” irrumpe como política colectiva frente al silencio y a la naturalización de las múltiples formas de la violencia de género. Su voz se amplifica como el eco de otras voces que deciden no callar y creer que lo mejor está por llegar.mírez de Velasco 444).


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LO MEJOR DE MÍ ESTÁ POR LLEGAR

De Jorge Acebo y Juan Carlos Rivera.

Actriz: Florencia Galiñanes.

Asistencia de dirección: Nicolás Condito.

Dirección: Jorge Acebo.

Funciones: domingos a las 17, en El Arenal Teatro (Juan Ra