En 1945, el peronismo fue la solución que evitó un estallido de violencia política de consecuencias impredecibles. Las elecciones libres sin proscripciones, que fueron resultado del 17 de octubre, abrieron el camino para que un nuevo gobierno avanzara en la inclusion de lo excluido y en regular la conflictividad social y política.

Para comprender los significados del peronismo, cabe interrogarse: ¿Qué habría sucedido el 17 de octubre si hubiese tenido lugar una represión brutal con decenas de muertos? Juan Carlos Torre propuso esta pregunta contrafáctica en un texto muy sugerente en el que analiza la decisión de Ávalos de no reprimir y sus consecuencias históricas. En su reflexión, Torre afirma que aquella masa de trabajadores habría retrocedido ante la represión. De haber sucedido esto, continúa, Perón no habría sido presidente al menos en 1946 (el autor juega aquí con la idea de que Perón podría haber ganado las elecciones de 1952, pero ya sin las condiciones económicas favorables). Por lo tanto, concluye Torre, la Argentina no habría conocido una identidad política de la pregnancia y relevancia del peronismo. Existieron “populismos” en diversos países latinoamericanos, pero aunque ha habido movimientos que perduraron varios años ninguno tuvo la persistencia del peronismo. El gobierno de Vargas en Brasil no generó “varguismo” y algo similar podría decirse de otros países. De todos modos, el campo de la historia contrafáctica supone justamente eso: hipótesis que no pueden demostrarse. Pero, al mismo tiempo, esas hipótesis tienen implicancias fuertes en nuestras interpretaciones históricas y políticas.

Por eso, quiero proponer otra hipótesis contrafáctica sobre la idea de una brutal represión el 17 de octubre de 1945. Porque creemos que lo sucedido en aquellos años en la Argentina y otros países de América Latina claramente muestra diversos cambios estructurales, culturales y políticos. La manera en que se resolvieron esas transformaciones en la Argentina, Brasil, Colombia u otras regiones fue muy distinta. Pero el hecho de que haya habido procesos bastante contemporáneos en varios países pone en evidencia hasta qué punto las decisiones puntuales (como la que debía tomar Ávalos acerca de si reprimir o no) podían torcer el rumbo de los acontecimientos en un marco histórico que trascendía cualquier resolución individual. En otras palabras, si Perón tenía posibilidades o no de ser presidente dependía de un sinfín de sucesos.

Propondré un ejemplo. En esos años estaba cobrando presencia un líder popular y populista en Colombia. Se trataba de Jorge Eliécer Gaitán, un hombre con una intensa carrera política y atractivo carisma. Gaitán fue brutalmente asesinado en 1948 cuando tenía chances de ganar la presidencia. La reacción popular fue conocida como “el Bogotazo”: una inmensa movilización sin dirección política, una irrupción de las masas en toda la ciudad y los alrededores del Palacio de Gobierno, que se expandió a otros lugares del país. El asesinato de Gaitán y la imposibilidad de darle una solución política abrieron los setenta años de guerra civil y violencia política que Colombia todavía intenta cerrar.

Lo que quiero decir es que si el 17 de octubre hubiese habido una brutal represión, una de las hipótesis contrafácticas que se pueden sostener es que la Argentina habría terminado en una extensa guerra civil. ¿Por qué? No se trata de suponer simplemente que los trabajadores habrían retrocedido, que la Unión Democrática habría gobernado. Se trata de entender que una derrota de los trabajadores el 17 de octubre modificaba las relaciones de fuerza de manera drástica. La patronal, que avanzaba con firmeza en los últimos días, habría redoblado sus apuestas después de una derrota obrera. Muchas de las conquistas del último año podrían haber sido derogadas luego. Pero, sobre todo, la derrota de la movilización pacífica y la imposibilidad de dirimir ese conflicto en elecciones libres habrían inaugurado el capítulo de la violencia una década antes en la Argentina. Y quizá, como sucede hoy en Colombia, setenta años después no estaría aún cerrado.

Por cierto, esto implica una interpretación acerca de los orígenes del peronismo. Para nosotros el peronismo es la consecuencia de la incapacidad de las élites económicas y políticas de construir un proyecto hegemónico. Ante el fracaso de las corrientes representadas en la Unión Democrática para incluir a los trabajadores en el desarrollo económico argentino, el peronismo significó una solución que evitó en el momento y postergó en el tiempo el estallido de una guerra civil.

¿Es verosímil esta hipótesis? El hecho fáctico es que eso fue lo que ocurrió en otros países latinoamericanos. Una condición para que suceda es que haya una potente matriz de exclusión social y simbólica. Y esa matriz racista y clasista era hegemónica en la Argentina.