Eterna discusión la de los soportes para el mundo del arte y el diseño. Lo que en esta oportunidad no está en juego es la genialidad y vigencia de uno de los más grandes artistas argentinos.

A sus 91 años, el mendocino radicado en París hace muchísimos años, Julio Le Parc, quizás el mayor representante que tiene el arte óptico y cinético del mundo, se sirve del mapping (o mejor dicho, el mapping se servirá de él) para proyectar en el Obelisco, en el marco de la 16 edición de La Noche de los Museos, cuarenta de sus obras. Serán 20 minutos de este  sábado 2 de noviembre a las 20.30 a puro color y movimiento, que quedará luego loopeado hasta las 2 de la madrugada.

El evento, uno de los más multitudinarios de la ciudad, donde más de 250 espacios distribuidos en las 15 comunas porteñas abren sus puerta al arte en todas sus formas y facetas, pretende ser uno más de los que lo tiene como merecido gran protagonista todo este año. Así, la propuesta le llegó, una vez más, en formato homenaje nacional “Julio Le Parc- Un visionario”, uno de los términos que mejor lo definen ya que el manejo de la imagen en movimiento, la luz y el sonido están en la génesis de su trabajo.

En esta oportunidad, será su hijo, el cantante franco-argentino Yamil, quien estará a cargo de la sincronización de las imágenes y el sonido con obras de Astor Piazzolla y de Richard Wagner, entre otros.

Las otras muestras

Mapping, proyección, animación... alquimia, ilusionismo, nada que el maestro no haya hecho antes de un modo absolutamente maravilloso: la puesta en el ícono porteño y la escala harán de la velada algo sin precedentes.

Por otra parte, una adecuada y merecida invitación, para un artista humilde, incansable, trabajador y amoroso en el más amplio sentido de la palabra, que siempre integró al público buscando hacerlo partícipe de sus obras.

Para quienes quieran disfrutar más de este gran artista en el año que se le tributa este merecido homenaje, en el CCK, la muestra retrospectiva con más de 160 obras continúa hasta el 18 de noviembre. No esta de más decir que allí se luce, desde la reapertura del edificio como centro cultural, una de sus obras más emblemáticas, la monumental esfera compuesta por acrílicos azules. Y en el cuarto piso, la imperdible "Sala de juegos", apodada así por la curadora Gabriela Urtiaga, ya que el público puede sentarse en sillas con resortes que eyectan en direcciones diversas o tirarle dardos a distintos gobernadores, políticos y artistas.

También en el Museo de Bellas Artes, la exhibición “Julio Le Parc, transición Buenos Aires -- París (1955-1959)” que reúne un centenar de pinturas, dibujos, acuarelas y grabados de su obra más temprana, abierta hasta este el 17 de noviembre.