Cada dos minutos se realiza una transfusión en el país y se calcula que el 80% de la población necesitará recibir sangre en algún momento de su vida, según datos de la Asociación Argentina de Hemoterapia, Inmunohematología y Terapia Celuar (Aahitc), en la víspera del Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre.

Según la doctora Susana Anhel, jefa de Hemoterapia de Swiss Medical Group, en la Argentina 1,3 millones de personas donan sangre cada año, de los cuales "entre 35 y el 40% lo hacen de manera voluntaria, mientras el resto se da por reposición, es decir por pedido a los familiares de una persona que la necesita por una cirugía u otro tratamiento médico".

Una sola donación pueden salvar hasta tres vidas y, considerando que una persona puede empezar a donar a los 18 años, si lo hace cada 90 días, al llegar a los 65 años habrá donado 94 litros de sangre, ayudando a salvar potencialmente 564 vidas. La sangre no se transfunde directamente, sino que se separa en distintos componentes, que se usan según las necesidades. "De una unidad donada se separan los glóbulos, el plasma y las plaquetas, que pueden ir a distintas personas. En realidad, puede haber hasta cuatro receptores por donante, ya que puede trasfundirse plasma por un lado y los crioprecipitados por otro, que son proteínas que se separan del plasma", contó Anhel. "Pero el problema es que estos elementos no duran indefinidamente. Las plaquetas duran 5 días, los glóbulos, entre 35 y 40. Y necesitan determinadas condiciones de temperatura y de almacenamiento.Por eso es necesario que haya donantes a lo largo de todo el año, no 200 un día y después nada durante meses".

Se estima que si entre el 3 y el 5% de la población fuese donante habitual, se cubrirían las necesidades totales de la comunidad.

Anhel insistió en la necesidad "de cambiar la cultura de la población para promocionar al donante altruista y de repetición, que es el que dona habitualmente y no para un paciente específico sino para la comunidad, para el que lo necesite". Tal como explicó, "se hace una serie de análisis a la sangre donada para saber que es segura, que no tiene virus que transmitan enfermedades. Pero hay algunos virus, el del dengue, por ejemplo, para el cual no tenemos análisis que lo detecten antes de que se declare la enfermedad. Y también está lo que llamamos 'período de ventana', que es el lapso en que una persona tiene un virus y puede contagiar a otros, pero aún es indetectable en los análisis". Por eso es importante el cuestionario que debe responderse antes de donar. "Un donante habitual que se vio expuesto a una situación de riesgo está menos presionado para abstenerse de donar hasta que su sangre sea segura. Un donante de reposición puede no querer que se sepa que no pudo donar. Tal vez no quiere que algo se sepa por vergüenza o por lo que sea. Y entonces se siente obligado a mentir".

El 9 de noviembre se celebra el Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre en homenaje al médico argentino Luis Agote (1868-1954), quien realizó la primera transfusión de sangre anticoagulada en el mundo en 1914, en el Hospital Rawson.

"Antes de que todo esté listo para una transfusión, hay toda una serie de procesos técnicos para que cada elemento esté en condiciones. Y no hay tiempo para hacer todo eso durante una emergencia. Por eso se necesitan donantes habituales, para que estén disponibles los componentes cuando se los necesita. Cuando alguien dona sangre porque un familiar lo necesita, lo que se transfunde es lo que otra persona donó y fue analizado, separado y guardado antes", concluyó Anhel.