El presidente del Banco Central Guido Sandleris realizó este miércoles su última conferencia de prensa. El objetivo del evento fue doble. El primero fue presentar el balance de los aciertos y errores de la gestión de la autoridad monetaria. El segundo fue poner a disposición la renuncia a partir del 10 de diciembre para permitirle al nuevo Gobierno avanzar en el recambio de autoridades. El economista Miguel Pesce es el referente de Alberto Fernandez para dirigir las riendas de la política monetaria a partir de la próxima semana.

La dinámica del poder resulta asombrosa. A diferencia de otras conferencias de prensa, en esta oportunidad el salón del Banco Central estuvo semi vacío e incluso los funcionarios de la primera línea de la entidad llegaron tarde a la presentación. Sandleris lo tomó con humor y se enfocó en mostrar los datos duros de la gestión. Los números que presentó reflejaron el error de diagnóstico de la entidad en los últimos años.

El Central termina con una inflación que es casi el doble respecto de la que había en 2015, con caída del PIB en tres de los cuatro años de la gestión y aumento del desempleo por encima del 10 por ciento. La autoridad monetaria no cumplió ninguno de los principales objetivos que tienen los hacedores de política económica: hacer crecer la economía, aumentar los niveles de ocupación y estabilizar el proceso inflacionario.

“En la mayoría de los países del mundo el mandato de las autoridades de los bancos centrales no coincide con la duración de los mandatos presidenciales. Esto permite que haya una continuidad de la política monetaria independientemente de los resultados electorales. Este diseño institucional es uno de los elementos importantes que ha contribuido a que la mayoría de los países del mundo pueda vivir desde hace tiempo con baja inflación”, indicó Sandleris. Cuando terminó el gobierno anterior, al presidente del BCRA, Alejandro Vanoli, le pidieron la renuncia. 

En la conferencia de prensa, Sandleris repitió el relato que viene planteando desde agosto: el plan era el correcto y las elecciones enturbiaron las expectativas. La estética de ese razonamiento es poco fina. Plantear que los desequilibrios financieros de la Argentina se generaron a partir de las elecciones de agosto no es consistente. En abril de 2018 no había ningún proceso electoral ni expectativas de cambio en la política monetaria e igual se produjo una fuerte corrida cambiaria con alta volatilidad para la economía. El problema no fue el cambio de las expectativas generado por la política sino la falta de medidas para tener sustentabilidad financiera en el mediano plazo.

El presidente de la autoridad monetaria celebró que en los últimos meses se hayan empezado a corregir desequilibrios fiscales y externos. “Este año el déficit fiscal primario será de aproximadamente 0,5 por ciento del PIB y el déficit externo de menos de 1 por ciento. Quizás haber restablecido estos equilibrios sea el mayor logro de este gobierno en el área económica”, interpretó. Destacó “la importancia de estar alcanzando equilibrio fiscal y equilibrio externo ya que su ausencia, en combinación de condiciones preexistentes y demora en corregirlas, fue la causa principal de la crisis que atravesamos”.

Sandleris no desaprovechó la oportunidad para aconsejar a la próxima gestión sobre qué se necesita para recuperar el crecimiento: “Consolidar los equilibrios gemelos resulta clave para evitar que períodos como este se repitan y, para que, de una vez por todas, logremos crecer en forma sostenida”. El dato interesante fue que celebró la capacidad del Gobierno para reducir el nivel del gasto público. Aseguró que “en estos últimos cuatro años, después de más de una década de aumento casi ininterrumpido del gasto público, comenzó a reducirse el peso del mismo en la economía. Entre 2015 y 2019 el gasto primario consolidado bajó de 40,2 a 33,7 por ciento del PIB. Debemos seguir haciendo más eficiente el gasto público para construir una economía más productiva y con equilibrio fiscal”, agregó. El ajuste del gasto, pese a lo prometido, no sirvió para bajar la inflación, otra de las afirmaciones habituales de los funcionarios de Cambiemos.

La obsesión por reducir el protagonismo del Estado en la economía no parece consistente con el resultado macroeconómico. En cuatro años de ajuste del sector público hubo un fuerte proceso de reducción del mercado interno, redistribución regresiva de los ingresos, caídas en el comercio y la industria de casi 20 meses consecutivos junto a los saltos de variables clave de la economía como el tipo de cambio y los precios.

Los funcionarios del Central, de todas formas, aseguran que es el camino correcto. “Consolidar el equilibrio fiscal intertemporal, construir una moneda sana y hacer más competitiva nuestra economía para integrarnos al mundo, constituyen buenas prácticas económicas a las que deberían apuntar todos los gobiernos más allá de su color político”, cerró el renunciante Sandleris.