"Mirá lo que me obligas a hacerte", era una de las frases con las que Cristian Mugni justificaba la violencia que ejercía hacia su familia. Incluso, llegó a atacar a sus hijos e hijas con una picana. Ayer, el juez Ismael Manfrín lo condenó a cinco años de prisión por los delitos de "desobediencia a cinco órdenes de prohibición de acercamiento y lesiones contra sus hijos y su ex pareja". La víctima de violencia de género no contuvo las lágrimas al escuchar la sentencia del magistrado, quien dictó un fallo basado en la ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres (26.458). El juez, además, rechazó el pedido de prisión para el acusado, de 46 años, ante una eventual apelación. 

Durante las audiencias de debate, la fiscal Teresa Granato, de la Oficina de Violencia de Género, le atribuyó a Mugni los delitos de desobediencia a una orden judicial, tres hechos de lesiones dolosas leves, lesiones dolosas agravadas por la relación preexistente y por mediar violencia de género, y desobediencia a órdenes judiciales, ya que tenía prohibido acerecarse a las víctimas. 

En total, el acusado llegó al banquillo con seis hechos imputados por la violencia que ejercía tanto sobre su ex pareja como hacia sus hijos e hijas. Si bien la causa se centró en sucesos ocurridos entre mayo y octubre de 2015, el juez planteó que la situación venía de larga data. Puntualmente, los casos que llegaron a juicio fueron cometidos mientras vivía con sus hijos de 9, 6 y 2 años y una adolescente de 15, hija de la mujer.  "Haber ejercido violencia continua sobre ellos, consistente en efectuarles descargas en el cuerpo utilizando una picana eléctrica, en distintas ocasiones", expresa la acusación. También aclara que las lesiones físicas no pudieron ser constatadas por el transcurso del tiempo; pero hay relatos en Cámara Gesell acerca de cómo el acusado ejercía ese tipo de violencia con sus hijos. "Los hechos, provocaron un daño en la salud psicológica, que fuera acreditado por informes psicológicos".

Otro de los hechos achacados ocurrió el 17 de octubre de 2015, entre las 17 y las 18, cuando Mugni interceptó a su ex pareja, en la esquina de Provincias Unidas y Mendoza, pese a tener prohibición de acercamiento ordenada por el Tribunal Colegiado de Familia 7. Ella se desplazaba en el asiento del acompañante de un auto, donde iba con otra mujer. El acusado les golpeó el vidrio del lado del conductor, por lo que tuvieron que  retirarse a gran velocidad. 

El 28 de octubre de 2015, el acusado se presentó en la casa de las víctimas, en bicicleta, y nuevamente violó la prohibición de acercamiento. Hizo lo mismo el 12 de noviembre, cuando su ex pareja estaba afuera, la tomó del pelo y la golpeó y arañó en varias partes del cuerpo. Cinco días después, la volvió a interceptar en una moto. Y el 19 de enero de 2016, le cerró el paso mientras la mujer iba en auto con sus hijos, intentó abrirles una puerta y ella tuvo que hacer maniobras para esquivarlo.

Ayer, el juez Manfrín hizo algunas valoraciones sobre el caso y lamentó que la defensa del imputado intentó desacreditar los dichos de las víctimas. "Los hechos que llegaron a juicio se remontan al año 2015, pero en realidad el accionar agresivo data de una marcada anterioridad temporal", aseguró Manfrín, quien habló de un "juicio del dolor". También se refirió a "los crudos relatos de los menores en Cámara Gesell, que fueron por demás de esclarecedores y elocuentes sobre escenas padecidas por la familia".

Juliana Tagliatti, del Centro de Asistencia Judicial (CAJ), que acompañó a la víctima -como también lo hicieron Mujeres de Negro y organismos estatales relacionados con la temática-, lamentó que este tipo de casos "no suele llegar a juicio" y ayer celebró el fallo junto con la víctima. "Fue un trabajo de empoderamiento enorme el que tuvo que hacer esta mujer para poder estar y hablar en el debate", señaló.