Desde La Habana

El cine argentino celebró a lo grande en la ceremonia de premiación y cierre del 41º Festival de Cine de La Habana: el cuarto film de Paula Hernández, Los sonámbulos , ganó el premio principal, el Coral al Mejor Largometraje de Ficción. No fue el único galardón: Erica Rivas obtuvo el Coral a la Mejor Interpretación Femenina. Hernández también cosechó el premio al Mejor Guión de Ficción por la historia de una mujer y su hija, sonámbula, en pleno despertar. Y que es también la de un matrimonio en los bordes de una crisis silenciada. Y la de una familia ritualista y endogámica. De esta manera, el largometraje de la directora de Herencia acaparó toda la atención del jurado y se fue de La Habana con tres lauros muy importantes.

Cuando subió por tercera vez al escenario del Teatro Nacional de Cuba, Hernández lo hizo con toda su familia, incluyendo a su pareja, el actor Luis Ziembrowski, que también forma parte del elenco de Los sonámbulos. “Por mostrar con un sugerente uso del lenguaje cinematográfico la representación de la familia como centro de una violencia endémica, una violencia que ataca sobre todo a los seres más débiles de la sociedad”, había leído previamente esos argumentos la presidenta del jurado de Largometrajes de Ficción, la cineasta argentina Jeanine Meerapfel. Hernández, al lado de su familia, atinó a decir: ”¡Es un montón!”. Luego señaló: “El cine es un acto colectivo. Cuando una es directora y tiene una idea, nada mejor que encontrarse con un equipo y con compañeros que hacen que una vaya cada vez más hondo, más profundo. Te ayudan a ir más allá a buscar tu lenguaje”. Ziembrowski también dijo lo suyo: “La película habla sobre una estructura patriarcal, sobre el abuso, sobre lo que los ‘machos’ podemos hacer. Así que este premio está dedicado a las mujeres que están a la vanguardia de la lucha en la Argentina, en Chile y en casi todo el mundo”.

Luis Brandoni fue premiado como el Mejor Actor y logró el Coral por las dos películas que lo tienen como protagonista. Una de ellas es La odisea de los giles, film de Sebastián Borensztein que abrió la edición 41º del festival y que está ambientado en tiempos del corralito. El personaje de Brandoni y otro grupo de vecinos pergeñan la manera de recuperar el dinero que les birló un inescrupuloso banquero y un malvado abogado. En el caso de El cuento de las comadrejas, dirigida por Juan José Campanella, Brandoni –que no estuvo en Cuba- interpreta a uno de los personajes principales junto a Marcos Mundstock, Oscar Martínez y Graciela Borges, quienes forman un cuarteto de artistas que brillaron en otra época y que en la actualidad, recluidos en un caserón, están a punto de ser estafados por una pareja joven. Se trata de la remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico, del recordado director José Martínez Suárez . El film de Campanella también obtuvo el Coral del Público, que en Cuba le llaman “el de la popularidad”.    

Los demás premios de la Sección Competitiva Largometrajes de Ficción fueron los siguientes: el Coral Especial del Jurado fue compartido por la coproducción guatemalteca-francesa La Llorona, de Jayro Bustamante, y Algunas bestias, del chileno Jorge Riquelme Serrano. Otro de los galardones más importantes fue el Coral de Mejor Dirección en Ficción, que quedó en manos de Riquelme Serrano. La fotografía premiada en Ficción fue la de Hélene Louvart por La vida invisible de Eurídice Gusmão. Esta película brasileña, que era una de las candidatas, también obtuvo el Coral de Dirección Artística en Ficción (Rodrigo Martirena). El premio a la Música original también fue para el cine brasileño: lo obtuvieron Mateus Alves y Tomaz Alvez por Bacurau. El de edición fue para otro carioca, Sergio Mekler, por Tres veranos; mientras que el de Sonido en Ficción lo recibió Eduardo Cáceres por La Llorona.

En la Sección competitiva de Operas Primas también hubo buenas noticias para el cine argentino: el Coral Especial del Jurado lo conquistó Las buenas intenciones, de Ana Garcia Blaya. La cineasta argentina aborda en ella la historia de Amanda y sus hermanos que viven alternadamente con sus padres divorciados. Un día, su mamá propone una alternativa de vida fuera del país: pretende alejarse de la crisis económica y de la vida desprolija de su ex marido, que cría a sus hijos entre amigos, mujeres y la vida en la disquería que tiene con un socio. Amanda desoye el pedido de su madre y le propone a su padre seguir viviendo en la Argentina. El Coral a la Mejor Opera Prima fue para Agosto, del cubano Armando Capo. Coproducción entre Cuba, Francia y Costa Rica, el film narra la historia de un hombre en el Período Especial en Cuba que se enamora por primera vez. El Coral a la Contribución Artística fue para la coproducción chilena-argentina El Príncipe, de Sebastián Muñoz. Ambientada temporalmente en el Chile de los 70, la ficción aborda la historia de un veinteañero solitario y narcisista que acuchilla a su mujer amigo. En prisión establece ciertas relaciones que le permiten enfrentar las luchas de poder tras las rejas. La Mención Especial de la Sección Operas Primas fue para la guatemalteca Nuestras Madres, de César Díaz.

Hubo otros premios para el cine argentino: el Coral Especial del Jurado de Cortometraje Documental eligió a Romance de la ternura tardía, de Ana Bugni. Este corto es un breve retrato organizado alrededor de la única entrevista que la cineasta le hizo a su abuela en 2012. A partir de las fotos y los textos que se suman al relato, es posible percibir un personaje singular de difícil relación con su hija y con los hombres. También ganó el Coral por Guión Inédito, Desde el apocalipsis, del argentino Sebastián Dietsch. Y el Coral de Post-Producción fue para el proyecto Años cortos, días eternos, de la argentina Silvina Estevez. Entre los premios “colaterales”, que no entrega el festival sino instituciones cubanas vinculadas al cine, fueron distinguidos el documental Que sea ley, de Juan Solanas, y Un rubio, de Marco Berger.

 

Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia se produjo cuando el presidente del Festival de Cine de La Habana, Iván Giroud, le entregó el Coral de Honor a la gran productora argentina Lita Stantic. “Cuando Iván me dijo que me iban a entregar este premio fue fuerte para mí y me remontó a muchos años atrás, al año 1969, cuando fui al primer festival de cine, el de Viña del Mar (Chile). Ahí conocí al cine cubano. Ahí conocí a Humberto Solás, a Santiago Alvarez y fundamentalmente vi la película que para mí es la más grande latinoamericana de todas las épocas: Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea”, dijo Stantic. Si hasta ese momento la habían aplaudido, luego de ese recuerdo, el teatro literalmente vibró por la emoción colectiva. “Hoy estamos en un momento complicado para Latinoamérica, pero todavía creo que las cosas pueden cambiar. Las verán nuestros hijos. Este Coral es para todos los jóvenes que hoy pelean en nuestros países hermanos que están complicados. Por suerte nosotros hemos tenido un cambio de gobierno ahora y creemos y estamos esperanzados en Argentina en un futuro. Pero ese futuro no se va a poder dar si no nos unimos todos los pueblos de Latinoamérica”, concluyó Stantic y emocionó aun más a todo el público cubano, que sabe lo que significa la lucha.