El fútbol argentino transita una de sus crisis más profundas, y al paro que han decretado los jugadores, se suma la carrera política que desembocará en las elecciones del 29 de marzo próximo. Los dirigentes que han llevado la actividad al ocaso, son los mismos que buscarán posicionarse para conducir los destinos de la AFA. Y las diferencias que hay entre los directivos y el gremio por estas horas, se agudiza aún más entre las autoridades de los clubes en el momento de definir las listas de los candidatos. El único que se decidió para intentar sentarse en el sillón que perteneció a Julio Grondona durante 35 años, es Claudio Tapia, cuya candidatura se hará oficial esta semana. 

Con el presidente de Barracas Central se encoluman Daniel Angelici (Boca) y Hugo Moyano (Independiente), que serían los vicepresidentes. Según versiones, Marcelo Achile, responsable de Defensores de Belgrano, será el candidato a vicepresidente tercero. Los otros nombres fuertes son los de Víctor Blanco (Racing), y Alejandro Nadur (Huracán). 

La distancia que existe con el resto de la directiva es muy grande. Los que no pretenden ver a Tapia en la AFA son Marcelo Tinelli (San Lorenzo), Rodolfo D’Onofrio (River), Matías Lammens (San Lorenzo), Juan Sebastián Verón (Estudiante), y Hernán Lewin, ex presidente de Temperley. Precisamente, este último podría ser el candidato de este bloque opositor. 

Angelici y D’Onofrio mantienen un gran distanciamiento por lo que ocurrió la noche del gas pimienta en la cancha de Boca, en mayo de 2015, ya que River denunció posteriormente a su rival ante la Conmebol. 

Cuando asumió D’Onofrio en la entidad de Núñez tuvo lazos directos con Angelici, pero aquél episodio provocó la ruptura en la relación. La disputa que mantienen dos de los directivos más influyentes se nota mucho en la AFA, y en ese ámbito el que ganó terreno fue el de Boca, con mucha influencia sobre las decisiones que viene tomando la Comisión Normalizadora.

La frase famosa de D’Onofrio, cuando exclamó que había que “poner una bomba en la AFA”, también sirvió para ensanchar aún más su vínculo con Angelici, alguien que siempre estuvo muy ligado al accionar político en el edificio de la calle Viamonte, a partir de la desaparición de Grondona.

La creación de la Superliga también es otro punto de conflicto, debido a que el impulsor principal es Angelici, y D’Onofrio nunca estuvo seguro de esa determinación. Cuando Angelici mantenía mejor relación con Tinelli, tenía pensado darle el cargo de responsable de la Superliga, pero ahora eso es una incógnita, sobre todo por el poder que podría llegar a alcanzar el que se instale en ese sitio. Un posible enfrentamiento entre el presidente de la AFA y el de la Superliga sería más traumático para el fútbol todavía.

Tinelli sabe en persona lo que es involucrarse con algunos personajes del fútbol, luego de lo que le tocó vivir en diciembre de 2015, con las elecciones bochornosas que se realizaron en Ezeiza, donde el resultado final fue un empate en 38, cuando había 75 asambleístas habilitados. En esa oportunidad, se disputaba voto a voto el lugar de presidente de AFA con Luis Segura, quien era apoyado por Tapia, Moyano y Angelici. Tinelli salió de la escena política durante gran parte del año pasado, pero lentamente fue volviendo para seguir todo bien de cerca, sobre todo con lo que tiene que ver en materia de televisación del fútbol, donde hay tres empresas oferentes que pretenden adueñarse de los derechos del torneo local.

La actividad, como la política nacional, teje sus alianzas para otra elección que parece ser disputada, si es que finalmente aparece otro nombre posible para pelear con Tapia. Y mientras la pelota sigue detenida, el juego afuera de la cancha está más intenso que nunca.