La excusa: el centenario de su nacimiento. La posta: contar una historia apenas explorada. Esas son las respuestas de la historiadora Julia Rosemberg ante la pregunta sobre porqué un libro sobre (y titulado) Eva y las mujeres y porqué ahora. Lo del aniversario es cierto: durante 2019 se incrementó la cantidad de publicaciones sobre Eva Duarte de Perón por el número redondo que, como si hiciera falta, sirvió de pretexto para revisitarla. Lo otro también: casi ninguna producción abordó -ni el año pasado ni en los últimos 70 años- la relación tan rica y compleja entre la “abanderada de los humildes” y las mujeres. Mejor dicho, su papel fundamental en la ampliación de derechos de ese colectivo. Rosemberg creyó que era momento de hacerlo y entonces se lanzó a contar esta “historia de una irreverencia”, como subtituló al libro que publicó el pasado diciembre Ediciones Futurock.

El libro explora, entre otros capítulos de la vida de Evita, la fundación del Partido Peronista Femenino, la sanción de la ley de derechos políticos de las mujeres, los discursos en los que se atrevió a hablar de remuneración para las amas de casa y hasta pasajes de La razón de mi vida, ese texto insoslayable que muchas veces fue leído como sumisión a su marido pero que la autora propone releer como un trabajo que puso la escritura al servicio de ideas políticas. También postula a una Evita “incómoda” e “impura”, como la define Rosemberg, puesto que “ni el peronismo reinvidicó su labor en la ampliación de derechos de las mujeres ni tampoco se la apropió el feminismo”.

“Por cierta arista conservadora, a Evita se la reivindicó desde el peronismo por su faceta de acción social, por su relación con los sindicatos o por su figura de santa o mártir pero fue difícil pensarla por sus rasgos feministas, si se quiere. Por otro lado, cuando ella hablaba de las mujeres se refería a las mujeres pobres, humildes y trabajadoras, y eso para cierto feminismo también es incómodo, porque no se ve reflejado ahí necesariamente”, sostiene a Página/12 la autora e historiadora, para quien es imposible escendir, en el discurso y accionar de Eva, la cuestión de género y la cuestión de clase.

-¿Cree que sólo el peronismo y el feminismo silenciaron esta faceta de Eva que tiene que ver con la ampliación de derechos de las mujeres?

-No, bueno, de hecho la primera y más fuerte negación vino a partir del golpe del ´55, cuando se empezó a perseguir a muchas legisladoras que durante el peronismo habían hecho su incorporación a la política. Ahí se empezó a inhibir la experiencia de mujeres que por primera vez en su vida participaban en la vida pública. Lo mismo con lo que pasó con el cuerpo de Evita después de muerta. Todo el avance que se había dado los años anterior en materia de género sufre una persecusión por parte de la política represiva de la autodenominada Revolución Libertadora.

-O sea que fue siempre negada…

-Recién a fines de los ´90, y gracias a la ley de cupo, se pudo volver al número de mujeres legisladoras al que se había llegado en su momento. Pero en esos 40, 50 años que hubo en el medio, el peronismo, aun habiendo estado en el poder en los ´70, no pudo reivindicarla o reivindicarse en términos feministas, si se quiere. No formó parte de las banderas fundamentales del peronismo, no.

-¿Crees que con Cristina Fernández de Kirchner pasó lo mismo? ¿Que no se la leyó en clave de género?

-Si, con Cristina también pasa. No la estudiamos en relación a la ampliacion de derechos de las mujeres. Y eso que durante su gobierno se aprobó la Ley de Identidad de Género, por ejemplo, que es de avanzada en el mundo. Es cierto que ella tenía todo un discurso en el que de alguna manera renegaba de su feminismo, pero más allá de eso, no se la piensa como una mujer disputando poder y ocupando lugares, algo que de por sí implica un avance enorme para las mujeres. Claro que puede haber mujeres que llegan y después no hacen nada por las otras, caso María Eugenia Vidal. Pero no fue el caso de Cristina y sin embargo no la reivindicamos por eso.

-En Eva y las Mujeres hace un interesante análisis de La Razón de mi vida. ¿Qué le reconoce a ese material?

- De ese libro se ha dicho que ella pone en primer lugar a Perón y que eso sería un gesto patriarcal o que sigue tradiciones donde el hombre es el importante y la mujer no tiene lugar. Me parece que hay que darle una vuelta y leerlo en el marco de que el peronismo es un movimiento politico verticalista y que como tal tiene un conductor o una conductora, que en este caso era Perón. Con lo cual parece que el libro tiene que ver más con una razón orgánica política que patriarcal. Lo que aparece en el centro es la política. Ella no quiere hablar tanto de ella sino de su relación con la política, y eso para una mujer a medidados del siglo XX es tremendamente rupturista, irreverente.

-También habla ese libro sobre la mujer en el hogar. ¿Por qué le prestó tanta atención a eso en su libro?

-Porque eso también merece una vuelta de tuerca. Se ha leído esa parte del libro en clave de que la mujer tiene que estar en el hogar porque esa es su función natural. Pero hay otra forma de pensarlo, y es que Eva siempre le habla a la mujer de la clase trabajadora, a la mujer de pueblo, y esas mujeres eran en su mayoría amas de casa. Entonces esa apelación a la mujer del hogar es muy importante, porque encierra algo poderoso que es la politización de los hogares. Eva no quiere solamente sacar a las mujeres del hogar para que entren a la política sino transformar también la experiencia política de estar en el hogar. Un poco aquello de que lo personal es político.

-En este escenario de negación que plantea en relación a Eva y la cuestión de género, ¿qué cree, por ejemplo, de los dibujos de Evita con el pañuelo verde? ¿Es anacrónico evaluar a la Evita de los ´40 y ´50 con los lentes del feminismo de hoy?

-Es que no creo que los anacronismos esten mal per sé. De hecho, muchas veces ayudan a pensar. No cualquiera, claro, pero sí uno bien hecho que pueda sumar un problema interesante. A veces caer en si Eva fue o no feminista es querer cerrar una discusión, y es más interesante formular preguntas que querer responderlas fácilmente. Lo que está claro es que si ser feminista implica ampliar el campo de lo posible para las mujeres, ampliar sus derechos sociales, políticos y culturales y darles oportunidades de disputar poder, el primer peronismo tuvo de eso un montón. Y Eva no tuvo esa voluntad solo con respecto a otras mujeres sino que también la aplicó a su propia vida. Fue una mujer que no tuvo hijos y que desde que se levantaba hasta que se dormía trabajaba. De alguna manera ella misma se proponía como alguien que habilitaba otros modelos de mujer.