Si el VAR da segundas oportunidades, hay que aprender a tener la sangre fría. Si no, suceden cosas como la grotesca escena que tuvo lugar este domingo en España. En el partido entre el Fuenlabrada y el Girona, por la segunda división del fútbol español, un festival de tarjetas terminó con una situación inédita: un jugador se fue expulsado, el VAR revisó la jugada y decidió retrotraer la expulsión y sancionarlo sólo con una amarilla; pero el futbolista regresó y se hizo expulsar increíblemente en sólo 16 segundos.

La curiosidad impensada se desencadenó cuando, a los 67 minutos, el mediocampista Cristóbal Márquez, de Fuenlabrada, había sido expulsado por una jugada que ponía en peligro la integridad física del futbolista rival Alex Granell, pero el árbitro Isidro Díaz de Mera Escuderos consultó al VAR y, tres minutos después, determinó cambiar la tarjeta roja por amarilla. Si lo inédito de la situación parecía ser que el jugador debía regresar a protagonizar el partido cuando ya estaba en el vestuario, todavía faltaba más.

La cuestión es que el futbolista madrileño volvió al campo de juego visiblemente enojado y, apenas cruzó la línea de cal, fue directo a buscar a Granell: en el camino, empezó a hacerle gestos con la mano y, una vez que lo tuvo cara a cara, tuvieron que ir sus compañeros a separar un diálogo que no parecía ser nada armonioso. ¿Conclusión? Ambos recibieron una amonestación y Cristóbal, que acababa de volver a ingresar, se ganaba segunda amarilla y, apenas 16 segundos después, ¡era expulsado otra vez!

Cristóbal ingresa nuevamente y el árbitro cambia la tarjeta roja por otra amarilla.

Los hinchas locales, que acababan de celebrar que recuperaban a uno de los suyos y dejaban de estar en desventaja numérica, no lo podían creer. Ni los relatores que comentaban el partido, ni quienes debían escribir la crónica. Cuando Cristóbal se fue expulsado, ya su equipo caía 1 a 0, a partir de un gol del uruguayo Christian Stuani -a los 18 minutos- y ese fue el resultado final. El partido, paradójicamente, ya había comenzado a subir de temperatura desde la jugada del tanto, que nació de una mano de Gumbau, compañero de Stuani, en acción ofensiva durante el control previo al pase en profundidad al delantero. Los jugadores locales y la hinchada del Fuenlabrada pidieron la intervención del VAR, pero la situación no se revisó.

Más allá de una u otra situación, ya tranquilo en su casa, Cristóbal debiera aplicarse el VAR a domicilio y revisar su propia desafortunada reacción, para intentar ser más útil a su equipo cuando la tecnología le juegue a favor otra vez y le obsequie una segunda oportunidad.