Cada uno dentro de la propia tradición, Gustavo Leguizamón y Thelonious Monk supieron elaborar estilos musicales personales. Viviendo en tierras distintas, compartieron el mismo tiempo, un amplio segmento del siglo XX en el que el sentido de la originalidad supo prodigarse punzante para profundizar con la marca de autor el sentido artístico de las músicas populares. Si por un lado la obra de Leguizamón y la de Monk resultan inconfundibles, por el otro presentan rasgos sorprendentemente parecidos. “En la música de ambos está ese gesto que continuamente tiende a romper lo convencional. Eso se escucha en las armonías, en el empleo del silencio y en general el valor que le dan a lo esencial, a lo despojado. Un pensamiento que se refleja también en una manera de tocar austera”, dice Nora Sarmoria al comenzar la charla con Página/12. Pianista y compositora como ellos, Sarmoria acaba de publicar Cuchi & Thelonious, el disco que junto a Vanesa García en percusión, Patricio Bottcher en vientos y la cantante Victoria Zotalis presentará el miércoles 12 a las 21, en Bebop (Moreno 364).

Monk y Leguizamón no se conocieron. Por esas asimetrías en la circulación de bienes culturales por el mundo, es poco probable que el pianista y compositor nacido en Carolina del Norte haya escuchado la música de su colega salteño. Sí se sabe, en cambio, que Leguizamón, hombre curioso en general y melómano entusiasta por herencia paterna, recién de grande descubrió la música del pianista norteamericano. Es apenas un detalle. Por esas mismas asimetrías, en estas latitudes escucharlos juntos, aparearlos en un mismo trabajo y considerarlos parte de un mismo espíritu, no produce ninguna fricción. Al contrario, resulta natural. “El Cuchi y Thelonious son dos de los músicos de mi adolescencia, que de alguna manera afinaron mi oído y acompañaron mi formación, por lo que acercarme a ellos es una especia de regreso a las fuentes”, asegura Sarmoria. “Sin embargo, en cada versión busqué mantener la esencia de cada uno. Fui muy respetuosa con las armonías de Cuchi. No creo que el camino hacia Cuchi pase por la rearmonización de su música, por eso busqué más bien hacer versiones de temas pocos conocidos”, agrega la pianista.

Cuchi & Thelonious es un trabajo valiente y estimulante, que va más allá de la simple traducción. A partir del diálogo de dos figuras referenciales, Sarmoria logra hacer su propia música. “Well You Needn't", con una letra agregada por Victoria Zotalis -como hizo también en “Japonese Folk Song” y “Pannonica”-, “Boo Boo's Birthday”, “San Francisco Holliday” y “Skippy”, de Monk, se articulan con “De solo estar”, “Amores de la vendimia”, “Chacarera del holgado” y una maravillosa versión de “Zamba del mar”, de Leguizamón.

El camino de estas elaboraciones comenzó en 2014, cuando Adrián Iaies, director del Festival de Jazz de Buenos Aires, le propuso a Sarmoria hacer una lectura sudamericana de la música de Monk. “El trabajo de relectura comenzó a través del ritmo y de ahí me fui animando a trazar sobre esa música una síntesis de mis propias búsquedas, respetando las melodías y rearmonizando en algunos momentos, cuando lo sentí necesario”, explica la pianista. “La idea se completó en 2018, cuando en la Usina del Arte participé del ciclo Avenida Leguizamonk. De esas situaciones surgieron las grabaciones en vivo de los temas que componen el disco”, repasa.

En su extensa discografía, Sarmoria no había incluido nunca música de Monk, sí en cambio varias veces lo había hecho con obras de Leguizamón. “En Espacio virgen (1998) hay una versión de ‘Zamba del carnaval’ y en Espiral (2010) hice ‘Zamba de la sirena’. Antes, en Libre de consenso (2002) incluí una versión instrumental de ‘Zamba del mar’, que más tarde de desarrollé con la letra como está en este nuevo disco. La idea de tomar temas no muy transitados o directamente sin versiones conocidas del Cuchi, viene desde hace mucho”, señala Sarmoria.

Inquieta, la pianista señala que tiene dos trabajos más prácticamente listos para editar, esta vez con composiciones propias. “Este año voy a presentar también Mayéutica, en trío, y estoy terminando de editar Letras amigas, con canciones sobre letras de compositores que también escriben, como Victoria Zotalis, Matías Mormandi, Alicia Kaufmann, Analía Sambuco y Juan Falú”, comenta Sarmoria. “Siempre para mí el trabajo de compositora y el de arregladora estuvieron estrechamente ligados, porque en un punto son los mismo. De hecho en Cuchi & Thelonious inserto temas míos en temas de Monk. Por ejemplo combino “Blue Monk” con “Ilumina”, que tiene un matiz tanguero, y “Evidence” con “El sueño del pibe”, que es un candombe. Eso me sirvió para llevar la música de Monk hacia dónde quería. Para mí es inevitable, arreglar supone también componer. Porque de alguna manera, en el arreglo tu impronta queda”.