“Mamá, quiero ser artista” es un ciclo que invita a reflexionar sobre el valor del arte, la vocación como mito, pasión o maldición, la identidad y el origen de los creadores, sus miedos e inquietudes. Macarena Trigo, actriz, dramaturga y directora que nació en Madrid y renació en Buenos Aires, en sus propias palabras, es una de las ideólogas de la propuesta, junto a Mónica Acevedo. “En un momento noté la cantidad de obras que había en cartelera que reflexionaban sobre la dificultad de ser creador en cualquier ámbito. El macrismo recrudeció todas las circunstancias que son habituales y esto se vio reflejado”, cuenta a Página/12. En el ciclo en Timbre 4 (México 3554) se podrán ver obras destacadas de 2019, como Imprenteros, de Lorena Vega; clásicos como Antihéroe off, de Patricio Abadi; y un grupo de unipersonales femeninos con enfoque de género.

Los materiales son diversos en términos estéticos. La temática es el hilo común. “¿De qué vive un artista? ¿Para quién trabaja? ¿De qué sirve?” son algunas de las preguntas que disparan. Estarán en escena hoy y mañana. Imprenteros, notable trabajo de Lorena Vega, es un hecho escénico que intenta revisar un lugar perdido por tres hermanos: la imprenta familiar del conurbano bonaerense que les es arrebatada luego de la muerte del padre. “La de Vega es en principio una familia que no tiene vinculación con lo escénico, pero que habla desde el escenario”, comenta Trigo. Museo de lo ausente es una conferencia performática que plantea una comunión entre espectadores, objetos y “la presencia velada” del performer, para “activar nuevas relaciones entre la memoria y el presente, entre lo individual y lo colectivo”. Es un trabajo del artista multidisciplinar Juan Ruy Cosín.

Antihéroe off es el “clásico” de la movida. Comedia dramática con actuación y dramaturgia de Patricio Abadi y dirección de Paula Marrón, muestra las peripecias de un apasionado actor del circuito independiente que lucha por generar recursos para viajar a Inglaterra y reencontrarse con su pequeño hijo. Never Bony es una retrospectiva de la Compañía de Funciones Patrióticas dedicada a Oscar Bony, con dirección de Martín Seijo. Por otro lado, dos actrices del conurbano bonaerense son los personajes de Hijas: ellas están desesperadas por actuar pero nadie las llama. Dirigen Leticia Coronel, Hugo Martínez y Federico Pereyra.

La programación incluye, además, unipersonales femeninos coproducidos por Espacio 33, pequeña sala independiente también del barrio de Boedo, vecina del espacio anfitrión y coproductora también de la iniciativa en su totalidad. En esta sección se encuentran Lejana, con dirección de Mónica Acevedo; Vera Proyect, dirigida por Gimena Romano Larroca; Rhonda, dirigida por Diego Recagno; y Ser sin orillas. Ensayo sobre Ofelia, una obra de la misma Trigo. Es así como el enfoque de género estará presente en el ciclo.

Lejana trabaja sobre el cuerpo femenino, sobre el estereotipo de las mujeres colombianas. Para ellas están mucho más dogmatizados la estética femenina y los roles. Al irse de su país, la actriz (Leidy Gómez) empezó a vislumbrar su identidad cultural como algo violento”, detalla Trigo. En Rhonda ella es coautora. Actúa Jimena López, quien a partir del personaje de una boxeadora remite a la violencia sobre el cuerpo femenino en ese ámbito, pero también “al uso de la mujer para publicidades, la manipulación, el exitismo, el triunfo”. Con la interpretación de Inda Lavalle, Ser sin orillas otorga una “voz renovada, extraña, contemporánea” al personaje de Ofelia, “víctima de todos los tiempos, manipulada por los hombres y por la historia, títere de políticas y pactos”. “Inda encarna a una actriz que reflexiona sobre su deseo de hacer de Ofelia en un momento en que no le da la edad ni parece encajar en el target que requeriría el personaje”, completa la directora.

Poeta, directora, dramaturga, programadora en Espacio 33, actriz: todas estas cosas es Trigo. “Polirrubro”, se define entre risas. Pisó por primera vez Buenos Aires en 2002, “momento muy intenso, apasionante y difícil para conocer esta ciudad”. “Sin embargo vi el mejor teatro independiente de mi vida. Fue amor a primera vista”, recuerda. Tres veces regresó. La última pensaba quedarse sólo tres meses pero 15 años transcurrieron “en un parpadeo”. Es la asistente de dirección de La omisión de la familia Coleman, obra que resultó su escuela. Ser “polirrubro” como ella lo es –y como lo son tantos otros creadores- no escapa a la temática que expone el ciclo, una respuesta al “deseo de producir espacios para que otros muestren sus trabajos”. La información sobre la programación se puede consultar en www.timbre4.com.