"Desidia e inoperancia”: dos contundentes palabras emplearon los trabajadores del Ballet Estable del Teatro Colón para describir las políticas del gobierno porteño (o la ausencia de), a pocos días del inicio de la temporada 2020. "Existe una sistemática precarización laboral tanto hacia bailarines de planta permanente como a contratados anuales y de refuerzo por obra", sentenciaron mediante un comunicado. Se trata de un reclamo que no es nuevo. La situación llegó al límite del levantamiento de funciones “por no estar garantizadas las mínimas condiciones de trabajo, indispensables y requeridas por reglamento”.
  El mensaje llega en los momentos previos al inicio de temporada, que será el martes 17 con la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi, y desde el 7 de abril, con el título Giselle. “Se ha visto menoscabado nuestro prestigio internacional por la desidia e inoperancia por parte de nuestra dirección. Nadie se responsabiliza por las gestiones en la órbita del Ballet”, arremetieron. Y dirigieron la responsabilidad del conflicto a la directora del cuerpo, Paloma Herrera. “También vemos afectado nuestro ánimo por la dificultad para desarrollar cabalmente el virtuoso y superior propósito de generar hechos artísticos (para los cuales hemos sido formados) por recibir un trato inadecuado por parte de nuestra directora, quien no ha logrado establecer ningún canal de comunicación con este cuerpo artístico", cuestiona el comunicado.
  "Esto genera un clima hostil en el ambiente de trabajo y daña gravemente nuestra naturaleza. La directora del Ballet no logra manejarse dentro de los márgenes institucionales", añade el texto. En diálogo con la agencia Télam, el primer bailarín Federico Fernández había asegurado que Herrera dialoga solamente con “el 10 por ciento de los bailarines”. “Fue una estrella internacional de la danza. Ella nos habla mucho del diálogo, de que las puertas están abiertas, pero cuando se le presenta un reclamo lo toma a mal y dice que la estás atacando. Dice que no es su tema, que ella es la directora artística, pero ese cargo en realidad no existe. Ella es la directora del Ballet y es responsable de la gestión y no sólo de la sala de ensayos. Nosotros necesitamos gestión. Le reclamamos que actúe como la directora de una entidad pública, no como una maestra ensayística", dijo. La máxima responsable del teatro de ópera es María Victoria Alcaraz.
El tirante vínculo entre los bailarines y Herrera incluye también denuncias por maltrato. Los trabajadores avalaron en diciembre –cuando también visibilizaron fuertemente la precarización- declaraciones que la primera bailarina Carla Vincelli había hecho en un programa televisivo, por “maltrato, hostilidad, hostigamiento, humillación y discriminación” de parte de la directora. Esto ocurrió en un contexto en que los diferentes cuerpos estables confluyeron en una protesta salarial y por el deterioro artístico de la programación. "Rechazo sus dichos por falsos y maliciosos además de imposibles”, respondió la acusada, quien dijo haber enviado a Vincelli una carta documento.