El poeta pergaminense y rosarino por adopción Reynaldo Uribe, más conocido entre sus muchos amigos como el Vasco Uribe, registró su último poemario en 2013 y falleció de un linfoma el 12 de enero de 2014, a los 62 años de edad. Editado 4 años más tarde en la editorial Juglaría que él mismo había fundado, el libro lleva por título "Memorias de un mamífero", que también es el de la compilación póstuma de escritos en un cuaderno de bolsillo por el excéntrico pianista y compositor francés a quien se menciona en el subtítulo: "Poemas sobre la obra de Erik Satie". Páginas y contratapa (verde, como sus 20 trajes) están minadas de citas y referencias a los breves textos cómicos que Satie anotaba como indicaciones al intérprete, a quien le prohibía leerlas en voz alta. 

La música de Satie suena como rodeada de silencios, que realzan las armonías protoimpresionistas de la melodía. Algo parecido hizo Uribe en sus propios papeles póstumos, en especial en la sección titulada "Nada persiste", cuyo patetismo urgente y extrema síntesis contrastan con el coloquialismo distendido de las otras. Los tiernos poemas de amor de la segunda, "Biquí", están dirigidos doblemente: por el sujeto biográfico que en este juego de máscaras sería Satie, a la pintora Suzanne Valadon; por el autor, a su amada, de apodo homófono, quien cuidaría este legado. En el poema "Embriones disecados", de la sección "Gimnopedias" (títulos de composicones de Satie), alude Uribe a unos extraños seres marinos que menciona Satie, quien un día puso en alquiler un edificio de hierro que era sólo un dibujo. Dice el poeta: "Disfrutar la vida, / tu preciado/ lugar en el mundo". Las "Caminatas" finales se cierran con una "Despedida". 

Memorias de un mamífero, de Reynaldo Uribe. Editorial Juglaría (2018)