Hay artistas que escriben para el futuro. Uno de ellos era El Príncipe, músico y compositor uruguayo fallecido en 2004, cuya obra logró trascendencia recién en los últimos años. Por esas cosas misteriosas –y no tanto- de la dinámica cultural, la obra de Gustavo “Príncipe” Pena empezó a expandirse con fuerza después de su muerte. Antes, su música circulaba en un pequeño nicho integrado en su mayoría por músicos que reconocían en él una personalidad artística distinta, extraña y original. ¿Un incomprendido o un adelantado? No hay una sola respuesta. Lo cierto es que en la actualidad es una de las grandes influencias de la canción del Río de la Plata. Pero, ¿qué tenía de especial El Príncipe? Algo de esto se puede descubrir en el documental Espíritu Inquieto (2019), dirigida, guionada y producida por Matías Guerreros y Eli-u Pena, su hija y principal divulgadora.

La novedad es que la película, que se estrenó en diciembre de 2019 en la Sala Zitarrosa de Uruguay, se podrá ver online por la plataforma VIMEO desde este viernes a las 20 hasta el domingo a las 24, únicamente el fin de semana. El link estará disponible en la página de Instagram @espirituinquietopelicula y en el Facebook de Espíritu Inquieto. El 3 de abril la película se iba a estrenar en Rosario y luego en Buenos Aires, pero la emergencia sanitaría postergó su presentación en la Argentina. “Esta nos parecía una buena oportunidad para liberar la película y alivianar el sufrimiento de estar encerrado. Nosotros hicimos la película en realidad con ese objetivo, no hay un fin económico, sino que nos interesa que la vea la mayor cantidad de gente posible”, explica Matías Guerreros, uno de los realizadores. “Toda la obra de El Príncipe está gratis para descargar y escuchar. Y esta película persigue el mismo objetivo”, dice.

Espíritu Inquieto, que empezó a gestarse hace ocho años, logra retratar la filosofía de vida y la cosmovisión del autor uruguayo. El Príncipe era su obra. Tenía una manera visceral de entender y relacionarse con la música. No era un oficio para él, sino un combustible esencial para vivir. Podía pasar un día entero sin comer, pero no podía dejar de componer. "No sé para quién hago la música, pero sé por qué la hago. Yo hago la música porque no puedo parar de hacerla, es mi misión. Siempre que dejé la música se me vacía todo o me va mal. Es la forma más útil que tengo de servir a la gente", sostuvo este artista que no dejó de crear ni siquiera en sus últimos días, cuando estaba internado en el hospital.

La película se centra principalmente en el material de archivo (fotografías, videos, audios, afiches) familiares, de amigos y filmaciones que hacían el propio Príncipe y Eli-u con una cámara súper 8. Y entrevistas realizadas a personas que habitaron su círculo más íntimo y cercano. No hay, por ejemplo, voces de expertos que analicen su obra. El espíritu del documental va por otro lado. “Siempre la idea fue que sea una película lo más musical posible. Hicimos treinta entrevistas, quedó mucho material afuera, pero priorizamos el material de archivo. El mismo Príncipe es bastante protagonista de la película”, cuenta Guerreros. “Cada uno puede hacerse su propia imagen de El Príncipe”, dice sobre la esencia testimonial del film.

Entre las perlitas, se pueden ver imágenes de un recital en Cabo Polonio con su trío experimental La Ranararaka, grabaciones caseras con una tía que crió a él y a su hermana Nilda, un registro en Panda Studio durante la grabación en 1991 del disco La fuente de la juventud (que estuvo guardado en un cajón hasta 2005), una presentación súper divertida en un jardín de infantes con su banda Autobombo e imágenes etéreas de una playa desconocida. Entre la ternura y el caos, así va transitando la vida de Pena en la película. “Yo me enseñé a mí mismo porque era pobre", dice este músico autodidacta que se fue un tiempo a probar suerte a San Pablo porque en Montevideo no le daban bola. "Era un poeta natural que estaba conectado", lo define Martín Buscaglia, un confeso fanático de su obra, mientras que Mandrake Wolf habla del alto grado de naturalidad y de verdad de su música.

"Casi toda su obra está grabada en cassettes; tenía dos cajas de zapatos llenas de cassettes", dice en el documental Nico Davis, uno de sus parceiros, como dirían los brasileros. En una entrevista radial, El Príncipe cuenta que compuso más de 400 canciones y que todas se las sabía de memoria. Gran parte de ése material es el que su hija Eli-u se encargó de recopilar, digitalizar, ordenar y compartir para su descarga gratuita (https://imaginandobuenas.com.uy). Porque en vida el uruguayo solo publicó dos discos: Amigotez (2002), junto a Davis, y El Recital, grabado en la Sala Zitarrosa de Montevideo en 2002 y publicado en 2003. Por eso, un dato no menor es que en el film aparecen un conjunto de canciones inéditas, que en un par de meses serán reunidas en dos discos. “Uno se llamará Lado A, que son canciones más analógicas y caseras; y el otro Lado B, que reúne canciones en un mejor formato de audio”, adelanta Guerreros.

No sé si era un adelantado o nosotros llegamos un poco tarde a su obra. Creo que nosotros llegamos tarde a El Príncipe y a muchos otros artistas”, entiende Guerreros. “No fui consecuente (con mi obra), es decir, de repente estoy en un lugar durante un tiempo y cuando estoy convencido de que me quedo, ya me fui. Pero esa es mi manera de vivir", dice Pena en una parte del documental. En la poética del uruguayo, aparecen ciertos tópicos que hace veinte años o más en Occidente no estaban tan extendidos pero que hoy sí lo están. El mundo espiritual, por ejemplo. "Gustavo repudiaba el estado de cosas, era una víctima como todos. Pero tenía otra visión. Estaba más ocupado en buscar y viajar por su propio interior", dice el músico Atilio "Macumaima" Pérez Da Cunha, en alusión a los tiempos de la dictadura uruguaya. "Era una época muy oscura, pero mi música no es oscura", dice Pena.

En resumen, Espíritu Inquieto es una película llena de melancolía e inspiración sobre un artista distinto que escribía canciones por una necesidad vital. "A la larga, los músicos que terminan identificándose con la gente no son en realidad los que están al servicio de la moda, sino los que hacen un trabajo que tiene peso, que tiene base y que hacen con amor", dice el autor de joyas como “Mandolín”, “Pensamiento de caracol”, ´Ángel de la ciudad” y “¿Cómo qué no?”.