Con sus diez millones de habitantes y un largo historial de necesidades básicas insatisfechas, el Conurbano bonaerense se presenta como el territorio que más preocupaciones despierta en el Gobierno ante el inminente anuncio de la extensión de la cuarentena obligatoria. El viernes, al mismo tiempo que la gente desafiaba el aislamiento para agolparse en los cajeros para retirar los tres mil pesos extra para jubilados y AUH, hubo una reunión en el ministerio de Desarrollo Social en la que se creó un comité de emergencia social para el Conurbano que se replicará en cada uno de los municipios para llevar el pulso diario de la situación. Más allá de la débil infraestructura sanitaria que habrá que ver cómo responde a la pandemia, la certeza de funcionarios, intendentes y dirigentes de organizaciones sociales es que la situación podrá mantenerse estable en la medida que se garanticen los ingresos a las personas y el abastecimiento de alimentos, punto que en algunos lugares no viene funcionando con la fluidez que requiere la emergencia.

En el encuentro del viernes participaron el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, la ministra bonaerense Fernanda Raverta, los intendentes Fernando Gray, Gustavo Menéndez, Juan Zabaleta y Mariano Cascallares, el titular de Cáritas Carlos Tissera, referentes de organizaciones sociales como Emilio Pérsico y Juan Carlos Alderete, entre otros dirigentes sociales y religiosos. Acordaron armar un comité en cada intendencia donde estén representados todos para no perderle el ojo al día a día. Desarrollo Social anunció 10 millones de pesos para cada municipio para comprar alimentos y artículos de higiene. Habrá también desde el gobierno nacional más fondos para alimentos que se reparten en escuelas y comedores sociales. Además, pondrán cuanto antes en marcha los planes de pequeña obra pública para los que utilizarán la mano de obra local, trabajadores de "changas" que se quedaron sin ingresos por el parate. A esa batería de medidas se agregarán los 10 mil pesos del Ingreso Familiar de Emergencia que se percibirá a mitad de mes. 

La duda es si esa cantidad de recursos -para nada menor- será suficiente para mantener la tranquilidad de los sectores más bajos, mayoritariamente enrolados en diversas estratos de la economía informal, que ya arrastraban dificultades por la falta de trabajo y el aumento de precios de los alimentos, que no frena. "La economía está parada y algunas respuestas llegan tarde. Hay comedores que dejaron de funcionar y este comité está bien, pero se formó recién para la segunda semana de cuarentena. El problema que tenemos es que esto nos agarró cuando recién nos estábamos acomodando en el gobierno. Y en la profundidad del Conurbano no tenemos Estado", comentaba un dirigente social enrolado en el oficialismo, que veía con mucha preocupación la posible evolución de la situación.

El ministro Arroyo, activo y optimista, se mostraba confiado en el poder de la red social que existe en el país conformada por municipios, escuelas, iglesias y organizaciones sociales, y en el trabajo que podrán realizar desde los flamantes comités locales. "Los comités van a permitir descentralizar las acciones y tener en tiempo real un cuadro de situación, un escenario. Ya estamos haciendo un seguimiento muy fuerte por municipio para lograr el mayor aislamiento posible", aseguró.

Si hay alguien que pueden llevar el pulso de la situación son los intendentes, que cada día reciben nuevos reclamos en sus despachos. Ellos reparten elogios para el trabajo de Arroyo pero, en cambio, es sabido que tienen una relación entrecortada con la gestión de Axel Kicillof en la Provincia. Aseguran no recibir ayuda de parte de la gobernación -que arrastra graves problemas presupuestarios- y miran con aprensión lo que pueda suceder con el sistema de salud en los próximos días. Más allá de las camas disponibles, en algunos municipios dicen que no hay médicos y preguntan por los famosos cubanos y nadie les da una respuesta precisa. 

Otra duda pasaba por la sostenibilidad del aislamiento en los barrios carenciados, en condiciones de hacinamiento y muchas veces sin agua potable y cloacas. "Ellos no tienen Netflix y la Play para quedarse todo el día adentro", graficaba un intendente. Todos coinciden que la palabra de Alberto Fernández es muy fuerte y que la gente tiende a hacer caso a lo que el Presidentes les pide. También el trabajo de concientización que vienen haciendo los medios de comunicación. El interrogante es qué tanto podría extenderse la cuarentena y que se mantenga ese nivel de obediencia. Hay una tendencia a permitir que aislamiento sea dentro del barrio, ya no dentro de la vivienda. Pero el amontonamiento del viernes en los cajeros mostró que a veces eso es de difícil cumplimiento.