El número de abril de Caras y Caretas sale en medio de la pandemia del coronavirus. Un poco de aire fresco en tiempos de encierro y cuarentena. Porque también en abril, aunque hace 120 años, nació uno de los más hermosos personajes que tuvo la ciudad de Buenos Aires: el escritor, periodista, dramaturgo e inventor Roberto Arlt. A él y a la huella que marcó en la cultura porteña dedicamos esta edición, que estará el domingo en los kioscos opcional con Página/12.

“¿A quién le interesa Arlt en estos momentos, cuando estamos atravesados por la peste y sus consecuencias en sus variadas formas, desde el coronavirus o Covid-19 hasta el neoliberalismo rampante? ¿Qué diría mi padre?”, se pregunta María Seoane en su editorial. Y responde: “Primero: que cumpla a rajatabla con la cuarentena. Tal vez me aconsejaría tranquilizarme con los avances de la vacuna. Aseveraría: ‘Alberto Fernández y el gobierno están haciendo las cosas bien’. Y contaría la historia de la peste amarilla de 1871 en Buenos Aires y me mostraría el conmovedor cuadro La peste, del uruguayo Juan Manuel Blanes, donde los médicos Roque Pérez y Manuel Argerich van a socorrer a una italiana llamada Ana Brisitiani y a su bebé infectados en un conventillo de La Boca. Ambos médicos murieron en esa epidemia, pero cumplieron con su deber. Tal vez, mi padre me aconsejaría sacar lecciones, aferrarme a la rabia contra la peste neoliberal que vivimos”.

Felipe Pigna escribe: “La vida de Arlt parece una novela de su admirado mentor Dostoievski. Padre prusiano severo, madre proveniente del entonces imperio austrohúngaro; dos hermanitas muertas por tuberculosis; mal alumno expulsado por esa mala conducta que desesperaba a su padre. Fuga del hogar. La tarea represiva paterna fue afortunadamente incompleta y la ‘prepotencia de trabajo’ de Robertito lo llevó a practicar decenas de oficios manuales, desde soldador hasta obrero ladrillero, y a emprender el fascinante camino del autodidacta. Lector voraz de todo lo que caía en sus manos, fue desarrollando una mirada propia única y una manera de moldear esas impresiones que le seguimos agradeciendo y que se plasmarán inicialmente en sus Aguafuertes porteñas, verdadera radiografía tanguera de aquella Buenos Aires de los años 20 y 30”.

Desde la nota de tapa, Sylvia Saítta cuenta esta historia: “Con el desparpajo irreverente de los jóvenes que no tienen nada que perder, Arlt supo construir muy tempranamente una imagen pública de escritor disruptivo y periodista discordante para consolidar su lugar en la literatura argentina. Porque ser escritor y hacer de la escritura una profesión no fueron tareas fáciles”.

Horacio González escribe sobre la relación de Arlt con el Grupo de Boedo: “Arlt parece ser un miembro del grupo Boedo y, al mismo tiempo, la causa misma de su imposibilidad de pertenecer íntegramente a esa notable congregación que se reunía en el bar El Japonés. No podía ser, porque el juego de excesos vitales al que Arlt sometía a sus personajes, situándolos en un fastuoso arquetipo contenía una descripción extraña y sensible, a través de fraseos de tanta singularidad que los sacaba del estereotipo. No era un método aceptable, por todo lo que el grupo Boedo definía, sobre sí mismo, como ‘realismo social’”.

Sobre las Aguafuertes porteñas, Juan Carrá reflexiona: “Arlt había logrado convertirse en un periodista profesional, cobraba un salario por sus textos, pero la vida de redacción no era lo que un escritor necesitaba para poder escribir su obra. Las Aguafuertes lo ayudaron a conciliar esa situación, sobre todo porque encontró en esa columna un modelo de escritura que, si bien anclaba en lo real, sólo era posible con sus dotes de escritor”.

Lucas Ruppel escribe sobre las aguafuertes que Arlt produjo desde Sierra de la Ventana en 1930. Aníbal Jarkowski hace un contrapunto entre las figuras de Jorge Luis Borges y Arlt. Y Laura Juárez da cuenta de los imaginarios arltianos sobre la ciudad de Buenos Aires y la vida urbana en los años 30.

Y como nuestro personaje fue atravesado por otras artes, Stella Martini escribe sobre la dramaturgia de Arlt, Juan Pablo Cinelli da cuenta de los caminos que recorrió su obra en el cine y Mariano del Mazo señala la omnipresencia del tango en su producción.

Personaje complejo, nuestro héroe simpatizó con el ideario socialista y con el anarquismo, y sobre ese rasgo escribe Vicente Muleiro. También es importante su faceta de inventor, que se desarrolló Gustavo Sarmiento.

Damián Fresolone compiló testimonios de escritores contemporáneos que hablan sobre la influencia de Arlt en su obra y en la literatura argentina. Ricardo Ragendorfer reconstruye la crónica que hizo Arlt sobre el fusilamiento de Severino Di Giovanni. Y Ana Jusid rememora la Buenos Aires de los año 30 que vivió su padre y sobre la que tanto escribió el autor de Los siete locos.

El número se completa con una entrevista con el escritor Guillermo Saccomanno, realizada por Virginia Poblet. Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.