En Sálvese quien pueda, Luis Scafati plasma un espíritu de época: el de los últimos años de la gestión neoliberal-reposeril y el ascenso de las redes sociales como transversal a todos las franjas y grupos sociales. El libro, el más reciente de la extensa producción del ilustrador, plástico y humorista gráfico mendocino, fue publicado a fines de 2019 por el sello porteño-nicoleño LocoRabia, y es el segundo bajo el paraguas de esa editorial. “Evidentemente la debacle macrista nos atravesó a todos. ¡Fue una cosa increíble la que volvimos a vivir!”, plantea a Página/12 desde su residencia en Vistalba, “de donde sale el mejor Malbec”, asegura. Hace años que Fati alterna su techo entre ese barrio de Luján de Cuyo y Buenos Aires. El aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia del coronavirus lo agarró cerca de las bodegas y las montañas.

“Esa parte del libro que se llama ‘Lo peor ya pasó’ es el mundo que nos propone el neoliberalismo –observa-. Ahora indudablemente hay un cambio. Salimos de cuatro años de saqueo y Alberto (Fernández, el presidente) debe enfrentar dos desafíos: el económico y la covid”. El mendocino ve enfrente “al aparato mediático” aunque confía “en la inteligencia de nuestro presidente”. Fati advierte similitudes entre el macrismo y la última dictadura cívico-militar. “Había semejanzas en algunas cosas encarnadas por la Pato Bullrich”, señala quien debió abandonar sus estudios universitarios y su provincia después del golpe de Estado de 1976.

El libro incluye algunos trabajos ya publicados, pero también muchos inéditos. “Además de la producción como ilustrador tengo otra producción que se va acumulando”, explica. Sus libros, en cierto modo, decantan. Los dibujos se acumulan y a medida que aparecen los hilos conductores, él mismo los separa y reordena, los unifica bajo un concepto. Scafati ve allí un resabio de su paso por el periodismo gráfico y el humor en revistas clásicas como la Hortensia, Tía Vicenta o la Humo(r): “Si bien no son chistes explícitos, muchos están atravesados por ese humor”. Ese giro humorístico muchas veces se ancla en el título de las ilustraciones, como “lenguajes que se yuxtaponen, se complementan y construyen ese artefacto llamado Sálvese quien pueda”, propone.

Además de las referencias políticas esperables, Scafati incluye muchísimas referencias a las dinámicas de las redes sociales, que entiende muy bien. “Las redes hoy son una parte fundamental de la realidad, estar al costado de ellas es estar aislado”, considera. Por eso tiene cuentas en Facebook e Instagram, y un blog. “Son espacios donde soy mi propio editor, donde la respuesta es inmediata y a mí me sirve, mis dibujos y textos circulan en una realidad donde la inmediatez es muy importante”, comenta. “Además, ahí nadie dice ‘esto no va’; eso me pone en otro lugar respecto a cómo dirijo mi trabajo. Yo elijo qué subir, aunque no hago una planificación; me muevo muy intuitivamente”.

Pese a provenir de una formación muy diferente, Scafati no es de los que desprecia las nuevas expresiones asociadas a los modos de circular y consumir humor, como los memes. “Todo lo que pasa en las redes me llega. Me maravilla la capacidad de humor de nuestro pueblo; creo que es algo poco frecuente en otros países”, destaca.

Dentro suyo, reflexiona, circulan “muchos tipos de humor”. “Mi mirada siempre está impregnada por el humor y tal vez también en mi formación el humor fue una cosa muy importante. Inclusive el mismo Roberto Arlt, cuya literatura y escritos fueron importantes en mi formación, siento que están atravesados por el humor. De alguna manera, lo que uno dice con cierta mirada humorística tiene una forma más contundente de llegar”, reflexiona el mendocino.

En la portada del libro se mezcla la Estatua de la Libertad con misiles. En sus páginas desfilan desde figuras como Trump hasta prototipos de homo consumistas contemporáneos, y diferentes representaciones de la maquinaria del sistema sobre el hombre. Pero también hay una presencia enorme de distintas formas de erotismo y encuentro entre las pulsiones amatorias de distintos seres humamos. “El erotismo es una parte fundamental de todos; si no fuera por eso no creo que hubiéramos nacido”, acota Fati. “Pertenezco a una generación en la que lo prohibido era parte integral del deseo”, agrega. Y es inevitable pensar en ilustraciones como “Ella y su multiorgasmo”, en el que una chica monta un lobo-no-tan-feroz. “Hoy me parece que se toma todo con más naturalidad, aunque existe un remanente de perjuicios y falsos pudores”, celebra. “Me gusta dibujar escenas de 'alto voltaje' y aunque muchos las tilden de pornográficas, yo creo que la pornografia es otra cosa: siento más porno el tratamiento de policiales en los noticieros que dos personas copulando”.