“Quiero ir al colegio porque no quiero estar así de aburrido”. “Me siento mal porque no puedo jugar como jugaba antes y me siento encarcelada”. Cansancio, tristeza, aburrimiento. El aislamiento social obligatorio también impacta en la vida de los chicos y chicas, aunque en la vorágine de sobreinformación acerca del coronavirus lo que predominen sean las voces adultas. Por eso una asociación civil lanzó la campaña “Escuchemos a les niñes” poniendo de manifiesto la importancia de escuchar sus sentires, en estos días inciertos, a través de audios en distintos formatos.

“Cansado de estar encerrado, cansado de estar en la tarea, cansado de todo. ¡Quiero disfrutar! No quiero hacer más nada, no quiero saber más nada”; “Triste porque no puedo salir a ver a mis amiguitos y no puedo ir al cole”. Estas son algunas de las respuestas de más de 200 niños y niñas a la pregunta lanzada al aire por propuesta de Aupas (Asociación Civil Uniendo Psicomotricidad y Artes) “¿Cómo te sentís en estos tiempos de estar en casa y no poder salir?”. Esos audios formaron piezas de difusión oral para la circulación en redes sociales o radios y están disponibles en la página de la asociación.

Aupas trabaja escuchando y acompañando tanto a las familias y comunidades en tiempos de crianza, como a les niñes y adolescentes en las distintas etapas de construcción de sus corporeidades. A partir de la situación de aislamiento social y preventivo, recibieron muchas consultas sobre qué hacer con hijos e hijas: pedidos, recomendaciones, tips. “A partir de ello y observando la cantidad de información que comenzó a circular por las redes, nos pareció que urgía la necesidad de alejarnos del 'especialismo' y de la perspectiva adultocéntrica”, para aproximarnos al sentir de les niñes. Nos sentimos convocadas a poder abrir un espacio de escucha, para desde allí tratar de tejer 'cercanía afectiva' y recibir lo que les estaba pasando”, cuenta a este diario Mara Lesbegueris, Licenciada en Psicomotricidad e integrante de Aupas. La idea fue y sigue siendo, hacer rodar la pregunta para que la respondan quienes quisieran participar. Llegaron audios de España (Madrid) y de Argentina, de distintas provincias como Tierra del fuego, Córdoba, Salta, Tucumán, Neuquén, CABA y del conurbano bonaerense.

Aunque no lo esperaban, también les respondieron adolescentes: “A mí la cuarentena me está impactando bastante, estoy todos los días llamando a mis amigos, extrañándolos. Me siento más cómoda estudiando en una clase que en la computadora”; “Me siento raro porque sí, porque nunca había vivido esto y no estoy acostumbrado a este ritmo de vida. Extraño esa vida que tenía y estar con los amigos, y hacer deporte o una actividad que a uno le guste. Raro y extrañando”; “Extraño el entrenamiento de natación, estar afuera, poder correr por el barrio paseando el perro, no es mi vida ideal”.

Tanto entre los más chiquitos como en los más grandes, hay quienes rescatan lo bueno de esta etapa en casa. “Aprovecho para dormir hasta más tarde, ya que no voy al cole. A veces me aburro pero se me ocurren cosas para hacer”, dice una adolescente, mientras una niña apunta: “Tengo que quedarme porque entre todos nos estamos cuidando, pero igual es divertido estar acá, haciendo nada” y otra “me siento feliz porque hay mucha gente que trabaja por la comunidad”.

“Lo que escuchamos fue una enorme pluralidad de expresiones y voces. Para nuestra sorpresa los primeros audios (que coincidían con las primeras semanas de aislamiento social) eran la mayoría de tono entusiasta, primaban las cosas buenas con las que se encontraban. Pasadas las semanas, sus voces comenzaron a enunciarse con otros tonos, y sus expresiones incluían malestares y quejas. Si bien no es nuestra intención llegar a generalidades, podemos escuchar ciertas tendencias y recurrencias de sentidos referidas al aburrimiento y a los malestares por las pérdidas de espacios sociales afectivos enunciadas desde lo que elles 'extrañan'”, explica Lesbegueris.

-¿Qué se hace con eso que dicen?

El solo hecho de enunciar, alivia (aunque no resuelve). La posibilidad de explicarles que esta situación es transitoria, da un sentido (aunque no evita malestares). Creemos que la posibilidad de contar, contarse y contarle a otres, cómo se sienten es una de las posibles formas de ir reelaborando los malestares, que inevitablemente se presentan en esta situación de aislamiento social y preventivo. Cuanto más pasa el tiempo, más espacio gana la ansiedad. Y también a medida que avanzan los días, muches niñes, quizás más aun los que no tienen posibilidad de expresarse y decir lo que necesitan y sienten, presentan dificultades para dormir, irritabilidad, retracción, inapetencia o la ansiedad les provoca una necesidad constante de llevarse cosas a la boca e incorporar alimentos.

-¿Cómo acompañar, solo escuchando?

Por eso, solo si les escuchamos podemos saber qué necesitan y cómo acompañarles desde cada particularidad situada. A veces como adultes nos preguntamos más por qué es lo que tenemos que “decirles” y cómo hacemos para que el “tiempo pase”; pero tal vez, lo más importante sería comenzar a disponernos a escuchar, construir una actitud de recepción en nuestro cuerpo, hacerles un lugar en nuestro pensamiento, dejarnos conmover y sorprender con sus respuestas. Escuchar es una de las formas que tenemos en este momento para seguir construyendo lazos de confianza y necesidad corpórea con el otre.