“Hay un prejuicio antiempresario en la Argentina. Tampoco acá hay un Steve Jobs, o sea, si miras las grandes fortunas, en general, en algún momento han tenido una gran ayuda, ya sea con las privatizaciones, licuación de deuda, seguros de cambio, protección arancelaria o como contratista del Estado. Pero al mismo tiempo, es muy complicado trabajar e invertir en la Argentina, es un quilombo y hay que tener pasión para hacerlo”, dice Ignacio Noel, dueño de la firma Morixe y presidente de Sociedad Comercial del Plata

En 2017, Noel compró la firma harinera, fundada en 1901, hizo un fuerte aporte de capital y revalorizó a la empresa con inversión en maquinaria y con una estrategia comercial en parte sustentada en el ingreso a Precios Cuidados, que le sirvió como un trampolín de ventas, al mejorar el posicionamiento de la marca en el radar del consumidor.

“Ingresamos al programa en agosto de 2018, en medio de los problemas con el dólar, cuando nadie quería entrar. Nos permitió llegar a las cadenas con mayor facilidad. En ese momento, la góndola de harina era casi totalmente producida por Molinos Cañuelas con sus marcas Favorita, Pureza y Blancaflor”, explica Noel.

En relación a la política de precios máximos, que rige en cuarentena, el empresario indica que “en su momento fuimos muy transparentes para mostrar nuestros costos y márgenes al gobierno. Eso nos da tranquilidad porque nos permite plantear las cosas. En el caso de la harina, el trigo aumentó un 35 por ciento. Para nosotros es complicado pero ponemos el hombro porque tenemos una responsabilidad de abastecer. Hay buen diálogo con la Secretaría de Comercio y con el Ministerio de Desarrollo Productivo y nos han apoyado con financiamiento de la banca oficial con préstamos del 24 por ciento”.

“Tenemos plantas de producción en pequeñas ciudades, como por ejemplo las moliendas en Benito Juárez, Salto, Mercedes, Olavarría (Buenos Aires) y en Laborde (Córdoba). También en el Conurbano, como San Martín y Munro, y cerca de Río Cuarto (Córdoba), en donde hacemos aceitunas y aceite de oliva. Salvo en los casos del conurbano bonaerense, la actividad está casi normalizada porque son lugares en donde la pandemia no ha tenido mucho impacto. Hay protocolos para evitar que se junte la gente cuando hay cambio de turno, además de los barbijos y distanciamiento”, cuenta el empresario en relación a las medidas sanitarias.

¿Cómo evoluciona la demanda durante la cuarentena?

- En harina, ha habido una migración. La harina se vende en tres formatos: el paquete de kilo solía representar un 10 por ciento del total de harina que se produce en el país, por otro lado está la bolsa de 25 kilos que se vende a las panaderías, que es el 70 por ciento de la demanda, y por último un 20 por ciento va a las industrias para fabricación de pastas, pan industrial y galletitas. Con todo, el consumo anual de harina en Argentina está entre 80 y 90 kilos por persona. Yo no creo que ese total haya cambiado mucho, lo que sí pasó es que gran parte de lo que se vendía en la bolsa de 25 kilos hoy se coloca en el paquetito de kilo. La gente compra menos en panaderías y cocina más en su casa. Nosotros pudimos aprovechar esta situación porque habíamos hecho unas inversiones en equipamiento alemán para mejorar el envasado. Medido en unidades, debemos estar 150 por ciento arriba en consumo domiciliario del paquete de harina. Y polenta, estamos arriba del 500 por ciento de aumento, porque Polenta mágica salió del mercado, mientras que nuestra Polenta ingresó en Precios Cuidados.

¿Qué consecuencias puede tener la renegociación de la deuda sobre Morixe?

- Creo que las posiciones ya están muy cercanas, no arreglar ya a esta altura no se justifica. El costo de un default es muy alto. Pongo un ejemplo propio: para la inversión de maquinaria alemana pudimos acceder a financiamiento ya que la agencia de crédito a la exportación de Alemania garantizó el crédito de la pyme fabricante. Eso lo hicimos a principios de 2019 y en este momento sería imposible hacerlo. De hecho, hace poco perdimos un crédito garantizado por el banco de desarrollo holandés porque el default de Molinos Cañuelas generó un efecto dominó. Fue un default privado pero tiene un efecto negativo como puede ser un default público.

¿Qué posición toma con respecto al impuesto a las grandes fortunas?

- Creo que si fulano tiene un patrimonio de 1000 millones de dólares y le piden que ponga 20 millones para comprar camas de hospital, nadie puede ponerse en contra. Pero también hay que verlo en perspectiva, el impacto fiscal que puede tener ese aporte de esas 12 mil personas ricas no termina siendo muy significativo, y en cambio te los pones en contra y no van a invertir. Creo que a los lavadores de plata, a los fugadores, se les tiene que caer con todo y los que tienen la plata afuera la tienen que traer para invertir. Pero este impuesto está planteado como un castigo a la gente que tiene mucho capital para invertir y no me parece que esté bueno. El patrimonio que se busca gravar ya pagó Bienes Personales y también el impuesto a las Ganancias.