¿Angustia, la del periodista ese que no puede ver a a la sobrinita recién nacida? Dejate de embromar. Eso no es angustia, esa es una crítica lechosa, de mala leche quiero decir. Como la de la mina esa que va y le pregunta al Presidente qué pasa con los angustiados. Otra con mala leche. Angustia es la que tengo yo y la que tenemos muchos como yo,  qué te me venís. ¿Por qué no vas y le preguntás por lo importante? Más quisiera yo poder estar ahí y pararme enfrente del Presidente. Si lo viera ahora mismo agarro y le pregunto: señor Presidente, discúlpeme, con todo respeto, usted que se ve que le gusta el fútbol porque es hincha de Argentinos Juniors, usted sabe cuántos días van sin fútbol local ¿Usted sabe cuál fue el último partido? Ah, no tiene idea, bueno se lo voy a decir yo: el último partido fue Rosario Central-Colón, por la Copa de la Superliga, el lunes 16 de marzo a la noche. ¿Sabe cuantos días pasaron? Setenta y cinco días, dos meses y medio pasaron, 1.800 horas, 108.000 minutos y no le hago la cuenta en segundos para no abrumarlo, pero es una eternidad, anoten ustedes los que le hacen las filminas al Señor Presidente y anoten bien, no vaya a ser cosa que se equivoquen.

¿Se da cuenta de la cantidad de angustia acumulada que provoca todo ese tiempo sin fútbol? Vea señor Presidente le voy a leer un poema de un periodista poeta que se llama Carlos Ferreira. Escuche: "Sin fecha", se titula. "Este domingo bobo, neutro, inofensivo, sin rabietas ni alegrías / Este domingo solo, de huecas resonancias, insoportable y quieto / este domingo de la garganta intacta, los gritos archivados, le arruga el lunes, lo posterga / Este domingo le da miedo, lo enfrenta al espejo, lo pone al borde del vacío / este domingo sin fútbol, no hay derecho". Se lo leo y se me caen las lágrimas, vea. Y habla de un domingo, ¡un solo domingo sin fútbol! 

¿Sabe cuántos domingos van desde el último partido? Once domingos van, pero ¿sabe qué es lo peor? Que con esto de la cuarentena y el aislamiento todos los días son iguales, son todos domingos sin fútbol, sin rabietas ni alegrías. Ya me vi todos los goles de Messi, desde que iba al jardín de infantes en Rosario; vi quichicientos clásicos; un cachito de video del Trinche Carlovich, Dios lo tenga en la gloria; vi la serie esa de los comienzos del profesionalismo en el fútbol inglés, Juego de Caballeros; vi la serie argentina Puerta 7 en la que labura el Pejerrey Belloso; vi el documental del Sunderland..., pero no es lo mismo, señor Presidente, usted sabe que no es lo mismo. Vi algo de la serie de Michael Jordan, pero deporte sin arcos, no sé, me dan cosa, no me cierra. Como las obras de teatro que ven algunos por Teatrix o Teatriz o algo si. Yo no soy mucho del teatro, lo último que vi fue El centroforward murió al amanecer, pero en vivo lo vi. Como me va a comparar el teatro en vivo con el teatro por televisión. No es lo mismo ahí y mucho, muchísimo menos en el fútbol. Vea, me tragué los partidos de la Bundeslisga de los alemanes, con público de cartulina, pero no me hacen ni cosquillas en la punta del dedo gordo, qué se yo qué son esos equipos y encima a los jugadores argentinos no los ponen o los dejan en el banco.

Hay que hacer algo, señor Presidente, yo sé que usted tiene muchos quilombos, la deuda externa, el queso gruyere que dejaron los macristas, que hay agujeros por todos lados, el tironeo con los gobernadores, los disputados, los sindicalistas, las organizaciones sociales, ciento cuarenta reuniones por día, con barbijos, sin barbijo, se le ve en las ojeras que está medio palmado y anda tosiendo y hay que cuidarse y hay que cuidarlo al bueno de González García, y hay que cuidarse del veneno que largan los intelectuales ridículos que hablan de la infectocracia, de la basura de las noticias de los diarios opositores, de la mala fe de los giles que dicen que usted es un títere de la Señora. Ya sé, ya sé que se tiene que tragar el sapo del pelado, pero bueno, sapo nos tenemos que tragar todos y yo no digo nada de eso, me la banco y voy a seguir apoyando. Pero ¿y el fútbol señor Presidente? No hay casino, mala leche, que no haya, que no haya cines, ni recitales, ni restaurantes abiertos, ni clases, ni joyerías abiertas. Todo bien, pero la pelotita... bueno, digamos que si hay que bancar un poco más, bancamos, ponemos el hombro. Pero no se me vaya a olvidar de nosotros, los locos por el fútbol.