20 horas 15 minutos. Es el primer día de junio y la sensación térmica en Buenos Aires, en la zona cercana al puerto, ya está por debajo de los 10 grados. Primer día del invierno porteño real. Martina Pelinco, referente de la Casa Trans Villera del barrio 31, sale de la cama con mucho esfuerzo. Está en tratamiento por neumonía bilateral. El test de covid le dio negativo. Esta noche siente que le cuesta mucho respirar. Pide ambulancia por su cobertura laboral. Del otro lado de la línea le avisan que ellos no entran a la villa. Que espere en la puerta del Coto de Retiro.

Llega la ambulancia de la empresa privada que empieza con V. Baja el encargado del móvil.

-Yo soy la paciente –se adelanta Martina.

-Me dijeron que era un señor, un hombre, no una…

-Soy yo. Acá está mi dni y mi credencial con foto. (Martina no hizo aún el cambio de nombre en el documento, pero en la credencial consta correctamente su identidad). Llamen de nuevo al centro médico y corrobórenlo.

-Va a tener que esperar.

-Hace frío y tengo neumonía.

-Usted no es EL paciente. Nosotros tenemos un protocolo. El médico (que estaba a bordo de la ambulancia) LO va a llamar. Usted tiene que mantenerse a un metro de distancia de la ambulancia.

-Hace mucho frío y me falta el aire. Es una violencia enorme lo que me están haciendo.

-Váyase o quédese. Es problema suyo. Nosotros estamos esperando que el centro médico nos diga dónde LO vamos a derivar.

-Me estoy por desmayar, me voy a casa. Pero los voy a denunciar.

El señor de la ambulancia, muy protocolizado, comienza a gritar.

“Me regresé a casa y unos compañeros me llevaron en auto hasta el centro médico. Me recetaron más antibióticos hasta este sábado y nebulizaciones. Voy a hacer la denuncia contra la empresa de ambulancias. Estamos cansadas de que nos traten así”.

En este momento, Martina se repone en casa de unos amigos, fuera de la villa. No ve la hora de volver a la militancia, aunque sabe los riesgos que corre. “Hay que atender el comedor y la organización. Yo soy la que tiene más experiencia política en el grupo. Las chicas están empezando y aprendiendo a organizarse. La Casa Trans Villera recién cumplió su primer año. Somos un grupo de compañeras que recibimos a 30 chicas trans que vienen a retirar comida y encuentran un colectivo donde pueden informarse. La mayoría son migrantes y nosotras somos su única familia. En este momento estamos muy preocupadas porque dos chicas trans están internadas en el Hospital Muñiz y no sabemos nada de ellas. También hay un chico trans en un hotel, pero en los hoteles no hay pacientes graves. A una de las chicas se la llevaron convulsionando y pensamos que puede estar grave. El problema es que muchas no tienen documentos o no hicieron el cambio de nombre, así que no sabemos con qué identidad las ingresaron al hospital”.

Las redes lesbianas, trans y feministas están activando para localizar a las compañeras. En este momento de pandemia, lo que más precisa la Casa Trans Villera son donaciones de carne y pollo. “El Gobierno de la Ciudad nos entrega solamente alimentos secos. Nosotras alimentamos a gente desnutrida, que ha pasado la vida en la calle, y precisa proteínas para reponerse de la desnutrición. Además somos una Latinoamérica chica. Por lo menos necesitamos un poco de pollo para darle algo de gusto al guiso que preparamos en nuestra Casa”. A través de la página de La Nuestra Fútbol Feminista pueden contactar a Martina Pelinco para enviar donaciones a la Casa Trans Villera.