El recuerdo comienza en Mendoza en la casa de mis padres, sentado en una silla mirando hacia el patio. Estoy escuchando por segunda vez, todavía sorprendido, una canción que me hizo orientar la silla hacia la profundidad que todavía ofrece una gigantesca higuera allá, en el fondo. En esa segunda escucha ya tenía la guitarra encima para pensar con ella en la mano, para hacer lo que todavía hago cuando una obra o canción me atraviesa: tocarla, sacarla de oído. Creo que esa es la medida cuando una música me llega para siempre.

Era el año 2003, 2004 y una reedición en CD “simil vinilo”, en sobrecito, me llegó de la mano de Juan Farré, un compañero de viajes, tertulias y bandas. Mientras dejaba la facultad de Psicología y empezaba a pasar más tiempo entre instrumentos y escenarios, apareció ese portal que tiene la sexta afinada en RE: "La sed verdadera". Luis Alberto Spinetta entendió mucho, muy temprano. Pasábamos el día tocando, buscando canciones, tocando en barcitos y en restaurantes nuestras músicas y algún clásico, y así juntábamos algunos pesos. Íbamos a lo de Juampi di Cesare en Bermejo para escribir alguna canción juntos. Y así lo hicimos y entre Juan, Juampi y yo pudimos ganar un premio Americanto para comprarnos instrumentos y seguir buscando canciones, como siempre. También buscábamos yendo a lo de Miguelito el poeta, que desde su garage mono-ambiente en Las Heras (en Mendoza) nos regalaba geniales formas de hacer poesía. Su eterna búsqueda de la belleza y la suerte. Una suerte que le permitiera pagar su habitación escribiendo y no atendiendo mesas en la zona de bares de moda.

En fin, la canción favorita es un portal para pensar el quiebre entre lo que debemos hacer y lo que queremos hacer. Sobre todo cuando son la misma cosa aunque tengamos que aprender algún truco para que eso sea un trabajo. La otra noche escuchaba a otro "hermano" de la música en una entrevista radial que decía: “vivo de esto, no se cómo pero vivo de esto”. Creo que lo que quería explicar es que vive de lo que genera con la música, de lo que sucede alrededor de su música.

En las semanas en que escuché el track 5 de Artaud, estaba leyendo las tragedias y las aventuras de Erdosain y el Astrólogo. Nos confundíamos y pensábamos que Adán Buenosayres era de nuestro grupo de amigos.

Ese cóctel más el Anthology de los Beatles nos daba una manija que crecía en espiral.

Todo esto fue AYT (antes de YouTube). Aunque es penoso mirarlo así, es muy importante, divide las aguas de cómo aprender. Soy de los que vivimos el romanticismo de no tener celular hasta los 20 y ahora juramos no ser adictos (risas). Estamos hasta las manos de tecnología y contradicciones. Descubrir discografías y versiones de un tema era algo difícil. Y encontrar la ficha técnica de Artaud en ese momento era más difícil que llamar al Flaco y preguntarle (pero no lo llamé). Menos que menos, mirar un tutorial.

Entonces, ahí sentado mirando el patio, no solo sacaba "La sed verdadera" y me maravillaba aprendiendo acordes infinitos. No solo me guiaba por la idea de que la paz no iba a encontrarla en alguien más. Era algo iniciático. Ahora que pienso en esa tarde, me acuerdo de un sueño, donde me tiraba al mar desde ese mismo punto del patio, entre unas rocas. Era un sueño hermoso. Me sentía libre. Creo que eso tiene "La sed verdadera": libertad, en todas sus formas. La composición, como está tocada y cantada. El sample que aparece cerrando el tema. Encontrar la belleza y la originalidad en una persona con una guitarra. Sí, hay muchos ejemplos, pero hay pocos definitivos. A mí me encontró este y me detonó. En esos días se activó en mí algo que fue detonando y siempre inclina mis decisiones hacia tomar el riesgo.

En cuanto a la letra, es algo que nunca pensé demasiado en esta canción o en otras de Spinetta. En general trato de que la primera o las dos primeras bocanadas de canción me cuenten algo. La hermenéutica no es lo que más me gusta de las canciones. Es algo extraño hablando de Spinetta, pero de todos modos prefiero el primer color, algún subtexto cerca de la orilla. No reinterpretar un texto hasta re-inventarlo. Para eso hago algunas de mis canciones en esos laberintos donde el mensaje nunca puede salir de sí mismo. No, sin querer, casi siempre dejé tranquilas a las poesías o letras de canciones. Ni literalidad ni mega- fantasía en la interpretación. Solo un golpe de vista, que eso es con la melodía lo que te da una canción. Una imagen. Me gustaría decir que esta canción fue determinante para que yo me dedicara por completo a ser músico, pero no. Eso iba a suceder de cualquier manera y ya estaba sucediendo, ya estaba en esa transformación con un pie en la orilla y otro en la balsa (de paso, gracias también Litto).

Pablo Di Nardo nació en Mendoza. Compositor y cantante. Toca teclados y sintetizadores en Mi Amigo Invencible y hace poco lanzó “M₳S M₳NI”, su nuevo single solista.