Durante la crisis de 2001, Hermes Binner viajó a Suiza a pedir líneas de financiamiento ante la grave crisis económica en Argentina. Una de sus prioridades era conseguir dinero para solventar la entrega gratuita de métodos anticonceptivos. Los medios de comunicación de entonces tomaron la noticia con sorna, el tema no estaba en la agenda pública y el país no tenía ni siquiera una ley de Procreación Responsable, promulgada recién en noviembre de 2002. Impertérrito ante las críticas –el argumento para oponerse era que había cosas más urgentes– el entonces intendente recogía el pedido de las mujeres de los barrios y de funcionarias, como Elda Cerrano, que planteaban esa prioridad. "Yo estaba convencida de que había que hacerlo y Hermes fue mi aliado incondicional en todas estas cosas. Tal es así que cuando en el 2001 se armó el gran quilombo (por la crisis económica) yo decía: 'Pueden empezar a tomar un antibiótico un día después, pero un anticonceptivo no, porque después no sirve', y él decía 'Ella tiene razón'", rememoró Cerrano, pionera en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos y compañera de militancia de Binner desde que los dos eran estudiantes.

Binner fue un hombre que apostó al trabajo en equipo y dio aire a mujeres –y varones– con ideas innovadoras. Nunca apoyó un proyecto para legalizar el aborto, posición que le valió el reproche de muchas integrantes del Partido Socialista. Sin embargo, durante sus gestiones, primero como intendente y después como gobernador, se dieron avances sustanciales en salud sexual y reproductiva, consolidados al punto de ser muy difíciles de destruir: porque no se trataba sólo de proveer servicios, sino también de generar las condiciones para que se convirtieran en derechos adquiridos. 

En septiembre de 1996, Rosario se convirtió en la primera ciudad del país en contar con un programa de Procreación Responsable, a partir de una ordenanza firmada por varixs concejales, presentada por Blanca Cánepa y elaborada por Cerrano. En ese año, las primeras leyes provinciales del país en el área fueron las de Río Negro y Chaco. En Santa Fe, habría una normativa provincial recién en 2001. 

Lo más interesante de la historia es que en Rosario llevaban años de trabajo sin una ordenanza que los ampare. Fue cuando Héctor Cavallero era el primer intendente socialista de la ciudad, y Binner su secretario de Salud. “Cuando estuve en Salud con Hermes, antes de 1995, le dije: ‘Hermes, necesitamos anticonceptivos’, pero estaban prohibidos por ley todavía. Por supuesto, el primer gran trabajo fue con el vademécum municipal, porque sólo tenía monodrogas. Y no hay ningún anticonceptivo que sea una monodroga. Después me llevó un año entero charlar con la gente que estaba en el vademécum, encontrar dónde dijera que podían ser reguladores del ciclo. En el 91 ya lo logré, trabajé todo el 90 para poder comprarlos. Los comprábamos como reguladores del ciclo y a los DIU como material descartable. O sea, en el 91 ya teníamos anticonceptivos en todos los centros de salud, que no se llamaban Centros de Salud (eran dispensarios), en todos los sitios que atendía la municipalidad”. El relato de Elda Cerrano para el libro Una Ciudad en la Marea. Rosario 30 años de politicas públicas de género, recoge en primera persona una historia de la que fue protagonista. Por ese entonces, la ciudad daba pasos que estaban muy por delante de lo que ocurría en casi todo el país. “Estuvimos cinco años fuera de la ley, o sea, que nos podrían haber metido en cana en cualquier momento”, dijo en ese libro, entre risas, Cerrano. 

Sobre el pedido de anticonceptivos en plena crisis económica, Cerrano también lo rememoró para el libro: “Luchamos mucho, mucho, mucho. Al mismo tiempo había que meter la cuestión del Papanicolau, la cuestión del cáncer de mama, la detección temprana. Después, cuando logramos comprar el mamógrafo... pero para ese entonces ya se había hecho el Cemar en San Luis y Moreno. Porque Hermes, cuando fue a Israel, volvió y dijo: ‘Ya sé lo que tiene que ser el monumento al pozo’ y bueno, de ahí empezó el Cemar. Y después se compró el mamógrafo, los ecógrafos, todo ese tipo de cosas. La gente cree que cayó maná del cielo, pero se luchó mucho para conseguir todo”, continúa Cerrano. 

Con Binner intendente, su secretaria de Salud fue una mujer: Mónica Fein, que luego sería la primera intendenta de la ciudad. Binner siempre aclaraba que Mónica era "capaz". Cuando los funcionarios eran varones, no hacía falta la aclaración. 

En ese entonces, en diciembre de 2006, la negativa de un aborto no punible a una niña que había sido violada por el padrastro generó alerta y movilización en las organizaciones de mujeres de la ciudad, en aquel entonces nucleadas en Mujeres Autoconvocadas Rosario (MAR). Comenzaron un largo trabajo con Fein para garantizar ese derecho. Impulsada por la muerte de Ana María Acevedo en el hospital Iturraspe de la ciudad de Santa Fe, la ciudad tuvo su ordenanza –también pionera– para garantizar el aborto no punible el 14 de junio de 2007. Binner no fue impulsor, ni era concejal, pero ese proyecto lleva la firma de varios representantes de su partido. 

También era intendente Binner cuando se realizó por segunda vez en Rosario un Encuentro Nacional de Mujeres. Fue en agosto de 2003. Como ocurre desde 1986, es un acontecimiento autogestionado, y la comisión organizadora siempre pide aportes estatales para garantizar el funcionamiento de decenas de talleres, la llegada de mujeres de todo el país que -muchas- se alojan en escuelas, la circulación por la ciudad, la comida para quienes lo requieren. La comisión, autoconvocada, trabaja durante todo el año. 

Nada tuvo que ver la intendencia de Binner con su organización, aunque quien era directora del Área de la Mujer, Lucrecia Aranda, recordó haber ido a algunas reuniones, y había dos trabajadoras del Área que formaron parte activa de la comisión: Lidia Ramírez y Mercedes Simoncini. Si bien iban a nombre propio, porque es la única forma de participar en esa instancia, también es cierto que trasladaban las inquietudes y demandas. El intendente Binner recibió a esa comisión. “El apoyo de la Municipalidad fue importante, fue decisivo desde el primer momento, recuerdo también muy claramente la gratuidad de todos los colectivos de todas las líneas, con el solo hecho de mostrar la credencial del Encuentro podías subir a cualquier colectivo. También creo que hubo un aporte para el acto inicial y el acto de cierre en el Monumento a la Bandera y para la peña del sábado a la noche”, rememoró Aranda para el mismo libro editado en 2018 por el Instituto Municipal de la Mujer. Aranda ya no forma parte del Partido Socialista, integra Igualdad y Participación, al igual que Silvia Augsburger. 

“En un momento, cuando habíamos terminado la marcha,.. estaban todos los bares invadidos, como siempre sucede con el Encuentro, y Binner estaba dando vueltas, saludando. Creo que de parte del Ejecutivo local hubo una actitud de acercamiento y de apoyo, no de resquemor”, apuntó Aranda sobre la actitud del intendente. Aquella marcha fue inaugural: el 17 de agosto de 2003, una columna teñida de verde atravesó por primera vez la ciudad: por primera vez se usaban los pañuelos verdes como símbolo de la lucha por la legalización del aborto. Binner seguramente no lo sabía, ni lo avalaba. Pero fue el intendente de la ciudad que vio nacer el símbolo de lo que años después sería la marea verde.