Tarde parda de sábado invernal, Sarah Vaughan canta Tenderly.

Transcurridos ya más de cien días continuamos en la incertidumbre y el semiconfinamiento, con la única certeza del ajuste en las variables laborales.

En la cotidianidad alterada por múltiples factores.

Es una absoluta falacia la felicidad en la incertidumbre, una perversa compulsión.

Casi una perversión del lenguaje.

El retraimiento y la modificación repentina de las relaciones interpersonales no puede sino generar angustia y entonces el sufrimiento se multiplica.

Sólo las conductas negacionistas pueden hacer caso omiso de estas cuestiones.

Mientras la crisis se va profundizando en diversos ámbitos, la exclusión social crece y con ella toda la serie de miserias materiales y morales asociadas.

No debemos aislarnos en modo alguno.

Ahora más que nunca debemos reforzar los vínculos solidarios.

Único rumbo a transitar para sobrevivir y transformar.

Carlos A. Solero.