¿Qué estaba haciendo ese día? No recuededo bien dónde estaba y qué hacía hace diez años pero sí que tenía una sensación de frustración que procesar y soltar: empezaba a ver cómo se fraguaba una elite política LGBT nueva dentro del movimiento, que saludaba victoriosa y feliz. 

Era vencida, me reconocía perdedora y si bien con la Ley de Identidad de Género ganamos una lucha importantísima, esa elite quedó firme hasta el presente independientemente de quien esté en el gobierno. Les podés ver un día entragando un DNI a une niñe y al otro no renovando el contrato de una trava en alguna Secretaría, el show debe continuar.

También recuerdo otro impacto frustrante pues en ese entonces me encontraba ”sola”. De un día para el otro pasé de ser de una alegre trava a ser una trava solterona teniendo que fundamentar mi no soledad, mi estar feliz y satisfecha sin pareja formal y tal. Hasta que por fin llegó un chongo con el que se me comenzó a ver por todos lados. Aparece en muchas fotos mirándome con amor y admiración mientras yo hablaba frente a distintas concurrencias en clases, charlas o ponencias. El muchacho en cuestión, empresario de Devoto privilegiado por donde lo vieras no tenía mis anticuerpos travas contra la colonización heteropatriarcal y a su entender luego de 2 años ya habíamos pasado las etapas de noviazgo y teníamos que pasar a la de formalizar. 

El me conocía pero le tuve que explicar que yo no quería ni casorio ni lo que eso trae. Formalote él se fue enredando en sus disquisiciones éticas, morales y drama familiar: tenía que enfrentar a papá hegemónico y heteroperfecto que aún no comprendía por qué diablos se decidió por la sociología. Intentó el error inconsciente llevándome a conocer/coger la empresa donde tenía su bulo y donde había transcurrido su vida universitaria pero como trava astuta disfruté del morbo de cogerme al jefe y me retiré antes de que llegara papá. Lo charlamos y le dije: "Si querés enfrentarlo yo no quiero estar en tu escena, eso es tuyo, yo quiero un chongo, no busco suegro". 

La colonización le ganó y también el miedo, entonces montó un complicado plan para descubrir si yo era capaz de meterle los cuernos... Lo dejé correr y me dejó ofendido sintiendo que yo era una fría alma sin capacidad para formar un proyecto conjunto de amor y respeto, que para él tenía un único nombre, “matrimonio igualitario”. Coartada perfecta para tapar que se cagó en las patas para enfrentar a los machos de su clan.

Ojalá esta fuera mi mayor frustración al respecto. Nos hemos perdido el poder negociar con el conquistador una mayor libertad de acción reservandonos la salida de escape, cuando cualquiera de nosotres quiere escapar deja atrás todo lo producido, perdemos capital material y simbólico, no hemos legitimado nuestras formas relacionales como la amistad, que podemos decir para nosotres es sagrada pero en el mundo actual pesa nada, ni tu familia, ni tu gremio u obra social, ni juzgado alguno valorará nuestras relaciones. La amistad está desprotegida en favor de la carpa legal que sostiene el amor conyugal. ¿Es usted familiar? ¿No? Entonces no entra. Las travas no podemos ni visitar amigas en la cárcel por falta de consanguinidad o maridazgo. 

Triste y frustrante como lo que expresaba el rostro de mi hermano al comentarme “este año nos casamos”, la decisión vino despues de ver cómo la empresa de trolebús de Córdoba maltrató a la viuda de un empleado para reconocer un vínculo de hecho y que era conocido por muchas personas de la empresa. ¡Conocían a sus hijes! Mi hermano, su compañera y mis sobrinas podrían tener una puerta de escape trava, torta, marica pero no la supimos construir, nos gustan las cadenas y que hay un amo que nos diga por dónde caminar.