“Voy a plantear cómo es la experiencia de ser migrante y cómo al volver uno ya está atravesado por esa mirada de lo otro”, anticipa la historietista Nacha Vollenweider. Al escuchar su voz, cuesta imaginarla hablando en alemán. Más bien uno la imagina con pasaporte, no argentino sino directamente cordobés. Pero la dibujante fue a Alemania por una beca y se quedó por una pareja. Y luego volvió, aunque aún mantiene vínculos artísticos y laborales. Fruto de esos viajes son las novelas gráficas Notas al pie (publicada en la Argentina por Maten Al Mensajero) y la aún inédita Volver. De ambas leerá algunos pasajes hoy sábado a las 17 vía Zoom, con retransmisión por el canal de YouTube del Goethe-Institut local .

Volver retoma un poco el tema de la migración, pero al revés: cómo es volver después de vivir tanto tiempo afuera y contar esa experiencia”, anticipa Vollenweider. Notas al pie tuvo una excelente recepción de crítica, colegas y público, así que su siguiente trabajo genera expectativa, más si conforma un díptico con el anterior. “Ese viaje fue otra vez como recuperar algunas cosas que tienen que ver con la identidad, volver a adaptarse a la Argentina, a sus cambios, las crisis, y comparar ambos mundos, que acá todo parece súper tambaleante y allá está todo asegurado”, reflexiona. Para Vollenweider, el principal desafío del migrante es la adaptación, sobre todo la cultural. Y aunque asegura que una vez que pudo aprender el idioma (y “manifestar mi personalidad hablando en alemán”, señala) se adaptó muy bien, igual describe a la sociedad alemana como “una cultura totalmente ajena”.

Durante su estadía en Alemania hizo un master, convivió, se separó y finalmente cuando se complicaba la residencia, decidió volverse “antes del próximo invierno”. “Las condiciones para quedarse eran difíciles y yo no me imaginaba viviendo allá toda la vida sola”, reconoce. “Un poco de eso cuento en el trabajo nuevo, las reglas son diferentes cuando uno de los dos miembros del matrimonio es extranjero”.

Lo curioso es que a Vollenweider Alemania sólo le interesaba desde la vaga leyenda familiar: los antepasados de su padre habían sido inmigrantes suizo-alemanes, pero de eso ya habían pasado cinco generaciones. El click se lo dio una colega, Birgit Weyhe, que llegó a Córdoba para dar un taller. “Ella trajo historietas alemanas y me interesaba en particular su estética, que es muy clásica, muy marcada por el expresionismo, que son cosas que siempre me gustaron”, recuerda. Weyhe le recomendó leer a Anke Feuchtenberger, quien le "voló la cabeza” y la impulsó a buscar una beca de intercambio. Una vez allá se incorporó al circuito como ilustradora e incluso fue dos veces finalista en el premio Comic Buchpreis Berthold Leibinger Stiftung, de alcance nacional. “En general laburo para mí, pero las posibilidades para publicar que tengo son más allá que acá”, cuenta.

“Quedar seleccionada entre los finalistas de ese concurso fue un reconocimiento muy grande y ahí conseguí editorial, Avant Verlag, una de Berlín que está publicando más cómic argentino”, recuerda. Avant Verlag publicó, por ejemplo, la edición germana de El Eternauta. “El mercado alemán es muy particular, tiene un componente muy plástico, que son los autores que más me interesan, pero no compite con Francia o Italia”, explica Vollenweider. “Su estilo es bastante nuevo, con autores bastante vanguardistas que fueron un boom en los ’90, bastante vanguardista, hoy hay cuatro o cinco editoriales independientes que publican bastante, estéticamente más arriesgadas y en general autores de allá, aunque hay algunas traducciones, después hay otras más grandes, como Carlsen, con propuestas interesantes, pero mucho más masivas”, describe.

Más allá de lo profesional, la estadía de seis años en Alemania sirvió para seguir las huellas de sus antepasados suizos-alemanes por parte de padre y españoles por parte de madre (de quienes, además, “heredó” su gusto por el tango, que también se manifiesta en el título de su próximo libro). “Allá descubrí que había cosas, sobre todo de la familia de mi papá, algunos modos de ser, que tienen que ver con esa historia migrante, y pude ver cómo pasan de generación en generación”.

Sobre su próximo libro, reconoce en el título las huellas del tango que, con la distancia, también se le volvió identitario. “Mis abuelos maternos bailaban, a mi abuelo lo recuerdo siempre escuchando tango en la radio, pero después me copé porque tiene un rasgo de identidad de la cultura argentina, además de un rasgo interesante de mi propia familia”, señala. “Además tiene la cosa nostálgica, muy descriptiva de situaciones y lugares”, agrega. “El título tiene que ver con el tango, fue volver con la frente marchita porque no fue fácil la decisión, fue un proceso duro. La separación me agarró de sorpresa y después con todas las otras complicaciones, me fui como huyendo, pero ya con el ciclo cerrado pensé ‘antes del próximo invierno, que hacía mucho frío, me vuelvo’, y me volví, pero sigo manteniendo el vínculo y el contacto con Alemania”.