El aislamiento social obligatorio se parece en mucho a la cuarentena posparto. Las madres saben, sabemos, mucho de las consecuencias del encierro entre cuatro paredes en un mundo doméstico que a través del pedido del bebé nos engulle por completo. Ni hablar de la maternidad como mandato que nos ha perseguido a lo largo de la historia y que hoy, a instancias de la pandemia, parece resurgir con más fuerza, obligando a las mujeres a sostener lo muchas veces insostenible. La literatura sobre la maternidad es cada vez más profusa, lo que da cuenta, en parte, de todo lo que falta por cambiar. Dos libros recientes suman al análisis de estas experiencias la noción de desobediencia asociada a la de ser madre. ¿Cómo es ser madres hoy (con coronavirus y más allá)?

La crisis de los cuidados, ya se ha dicho, se puso en evidencia con la llegada del coronavirus. Una pandemia que vino a exigir los ya críticos modos de sustento de la vida encima de hombros femeninos. “Las medidas tomadas, al no ir acompañadas de cambios en el mercado de trabajo, son insostenibles y sobrecargan aún más las espaldas de aquellas que mayoritariamente realizan estas tareas, es decir las mujeres. Una vez se cierran las escuelas, ¿quién cuida de las criaturas si todos tenemos que seguir en el mercado laboral? Necesitamos permisos para cuidar retribuidos, para que tanto mujeres como hombres podamos cuidar de los más pequeños. La crisis del coronavirus ha destapado el ingente trabajo de cuidados que llevamos a cabo las mujeres”, dice la escritora Esther Vivas, desde el otro lado del Atlántico.

Aquí nomás, desde la ciudad de Buenos Aires, la reflexión es similar. La psicoanalista Graciela Reid habla de crisis de los cuidados, de categoría analítica a categoría política. “En otras palabras, se ha cristalizado cultural, social y económicamente que la posibilidad gestante acarrea (debe acarrear) la crianza y las obligaciones domesticas y de cuidado de otres mayoritariamente en las mujeres como trabajo no rentado. Perpetuando asi, la idea que la capacidad de cuidado y empatía es una cualidad esencial de lo femenino/materno y no la capacidad humana de cuidar y necesidad de ser cuidades en diferentes momentos de la vida”, dice. Para ella “el COVID-19 se puede volver una oportunidad para insistir sobre las políticas de los cuidados como política que marca la agenda feminista”.

Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, es un libro de la española Vivas, que Ediciones Godot acaba de editar en Argentina y busca, sin idealizar ni esenciar la maternidad, reconocer la contribución histórica de esta tarea. Formada como socióloga y periodista, Vivas recoge los debates todavía efervescentes en torno a los distintos temas que abre decidir parir. Debates que no son tan distintos en España que en Argentina, a saber: maternidad deseada u obligatoria, licencias, lactancia, partos respetado vs violencia obstétrica, etc. Por otro lado, Reid publicó Maternidades en tiempos de desobediencias. Versiones de una clínica contemporánea, editado por Noveduc. Allí se pregunta por el lugar que ocupa la maternidad en el proyecto vital de las mujeres, ahora que recién se puede asomar del closet la idea de no querer ser madres. Reid analiza casos clínicos que ponen en disputa el mito de mujer sinónimo de madre.

Estos libros se suman a gran variedad de títulos de las últimas décadas. Desde la serie Guía (inútil) para madres primerizas, de Ingrid Beck y Paula Rodríguez, Y una día me convertí en esa madre que aborrecía, de esta cronista, Mamá mala de Carolina Justo Von Luzer, por citar solo algunos, que vinieron a cuestionar con distintos registros -humor, literatura del yo, ensayo- la idea de maternidad como destino único y último para las mujeres, las supuestas habilidades innatas para criar, las distintas reglas en torno a una buena crianza y a ser una buena madre, y muchos tantos etc. como los que envuelven el mundo materno de mujeres con otros horizontes más allá que el de los pañales y las canciones de cuna.

Lo que estaba latente ya en esos textos, pero que los dos nuevos libros retoman con más fuerza es la idea de que había que cambiar el relato. De la madre mala a la madre desobediente hay apenas un paso. La coincidencia de la noción de desobediencia en ambos títulos no sorprende, en tiempos de marea verde y violeta, sin embargo es también un signo de época interesante de abordar. Para Vivas ese título es “es un grito a que las madres desobedezcan a los modelos inasumibles de maternidad que nos han impuesto. Históricamente nos han impuesto un modelo de madre abnegada, sacrificada, que tiene como finalidad última de la vida cuidar de los hijos, un ideal de maternidad útil al sistema patriarcal que quiere a las madres y a la maternidad encerradas en casa. Y por otro lado en los tiempos modernos este ideal ha sufrido una intensificación neoliberal. Hoy además de ser las madres sacrificadas de siempre tenemos que ser buenas profesionales, tenemos que estar siempre disponibles para el mercado de trabajo, con un cuerpo perfecto. Este ideal de super mami también nos tenemos que revelar, es un ideal útil al sistema neoliberal pero que oculta la experiencia real de las madres. Es necesario sacar la maternidad real del armario porque en la medida en que las mujeres visibilicemos la maternidad podremos tener una experiencia más satisfactoria”. Según Reid deseo y desobediencia “se implican en un movimiento que dio sentido a este trabajo, donde se pone en revisión la idea de maternidad como el único camino posible de realización para las mujeres actuales”. “Si bien el deseo de maternidad ha perdido consistencia simbólica en las nuevas generaciones -explica-, en las mujeres estudiadas la tensión está dada en la coincidencia del período de mayor producción profesional/laboral con la etapa de mayor fertilidad reproductiva, que es la treintena. Por ello, el primer trabajo de investigación se llamó "Ninguna y todas quieran ser madres hoy": ninguna por el costo en el ideal de realización y autonomía en otros campos deseantes y todas por el valor del ideal aún vigente de ser madres”.

¿Por qué la maternidad empezó a problematizarse en este siglo si siempre hubo madres y madres feministas? Vivas aborda esta cuestión que ha incomodado en otras épocas a los feminismos. “Cuando las feministas de los años setenta se rebelaron contra la imposición de la maternidad, exigieron tener acceso a métodos anticonceptivos, a poder decidir sobre su cuerpo, derecho al aborto, se rebelaron contra esa imposición de la maternidad pero en vez de abordar las contradicciones que implicaban la experiencia materna se tendió en general a caer en un cierto discurso antimaternal y antireproductivo. Pero claro, hay que distinguir lo que es la imposición de la maternidad y lo que es la maternidad libremente elegida por parte de una mujer y esta maternidad ha sido una experiencia central para muchas mujeres”, explica. Lo que cambió fundamentalmente en los últimos años para la autora es que hoy la maternidad es una elección. “Pero aun así hay toda una serie de temas que continúan siendo tabú. Nadie habla de la depresión postparto, de los problemas de fertilidad. Muy pocas veces se habla de los partos traumáticos, de la violencia obstétrica. Aún continúan habiendo muchos silencios alrededor de la maternidad”, dice.

Desde el psicoanálisis, Reid reflexiona sobre la capacidad de la desobediencia impulsada por los feminismos y su influencia en la intimidad y por ende en la maternidad. “Los feminismos históricamente son movimientos de desobediencias. Los linajes y trayectorias que nos anteceden permiten que hoy la cuarta ola feminista/ola verde tenga como horizonte la recuperación de los cuerpos de las mujeres; cuerpos gestantes-deseantes que son territorio de disputas biopolíticas (el derecho al aborto legal, seguro y gratuito es el derecho de mayor resistencia de los poderes patriarcales). En este sentido, el derecho a decidir se encarna también en la posibilidad de ejercer maternidades deseadas y libres”. Por supuesto que esas maternidades se transitan no sin dificultades. Reid analiza cinco casos de mujeres en relación conflictiva con el hecho de ser madres que están atravesadas por los mandatos tradicionales pero también por dispositivos actuales. Son cinco historias de análisis de mujeres “cuyos ejes involucran los efectos de las tecnologías de reproducción humana. Por un lado, la ciencia habilita la posibilidad de engendrar hijes pero no es subsidiaria de aportar el deseo. Entonces, ¿cómo se vive un deseo que no es propio?”, se pregunta. “También las biotecnologías aportan la fantasía de "hijes a la carta" o el estiramiento del reloj biológico, con sus beneficios pero también sus problemáticas. El “techo de cristal” profesional y la división sexual del trabajo evidencian las desventajas de género dado que la crianza sigue siendo ejercida predominantemente por mujeres, sumado a que la gestación, el parto y el amamantamiento son especificidades del género que marcan una diferencia al momento de decidir tener hijes que posterga a las mujeres respecto de sus pares varones”, enumera Reid.

Cada nueva mujer que se convierte en madre descubre en su propia experiencia que lo que le habían contado sobre la maternidad no la incluye, más bien la somete, entre mandatos y obligaciones que agotan el cuerpo y la mente. El coronavirus no ha hecho más que acentuar esos matices.