Rodrigo Díaz es investigador de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y tuvo un rol importante en el descubrimiento del sistema extrasolar (que orbita en una estrella distinta al sol) WASP-148, compuesto por dos planetas cuyo tamaño es comparable al de Júpiter y Saturno. “Lo que es sorprendente es que se pudo detectar las perturbaciones que genera el segundo planeta, que está mucho más lejos sobre la órbita del primero. Y eso, desde tierra, no se había hecho”, explicó Díaz en diálogo con el Suplemento Universidad.

Los primeros indicios de la existencia de este sistema extrasolar surgieron en 2008, cuando el equipo internacional de científicos del que Díaz forma parte se encontró con que cada 8,8 días la estrella que albergaba a los planetas perdía un poco de luz. Para cerciorarse de que no se tratara de un “falso positivo”, los científicos utilizaron “mediciones basadas en velocidades radiales”, es decir la velocidad con la que un objeto se acerca o aleja del observador.

“Las velocidades radiales nos llevaron cinco temporadas de observación, porque veíamos que algo no terminaba de cuadrar”, indicó Díaz. La pieza que faltaba para completar el rompecabezas era otra señal ubicada en el sistema extrasolar, que “terminó siendo otro planeta que está a 34 días de período”, indicó. Para el científico, “en algún sentido, este caso es ligeramente análogo a lo que fue el descubrimiento de Neptuno, que se halló gracias a las predicciones del astrónomo Urbain Le Verrier que, al ver las perturbaciones de la órbita de los otros planetas del sistema solar, encontró que debería existir un planeta en esa posición”.

Tras 12 años de recopilación de datos, Díaz fue uno de los máximos responsables del análisis. Fue así como los científicos pudieron confirmar que no sólo había un planeta en el sistema extrasolar, sino dos, que fueron bautizados WASP-148b y WASP-148c. “Fue en esa instancia que quedó claro que debía haber una interacción entre los planetas”, remarcó.

Díaz le atribuyó gran parte de su éxito a la universidad pública porque -consideró- fue “clave la formación brindada” a lo largo de su carrera. Actualmente, el físico está desarrollando en la UNSAM “un equipo para poder realizar este tipo de análisis de manera innovadoras y con muchas técnicas sacadas de otras áreas”, y le agradeció a la institución educativa por “la posibilidad de interactuar con especialistas de análisis de datos de todo el mundo”.

Además, el astrofísico remarcó la importancia de los distintos financiamientos internacionales que permiten mantener “los vínculos con instituciones extranjeras”. “En los últimos años estuvo faltando eso desde el CONICET y del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que había anulado todas las colaboraciones internacionales”, aseveró.

Y reflexionó: “Después viene la pregunta de qué pasa si quisiéramos hacer esto con recursos locales. Requiere mucho más financiamiento que lo que se gasta en un par de viajes. No hay posibilidad con los medios existentes actuales ni con los esquemas de financiación actuales, pero uno apuesta a que esto pueda cambiar y mejorar”.