El día que La Perla, el ex centro clandestino de detención y tortura de la provincia de Córdoba, se habilitó como Espacio para la Memoria a Valen Bonetto le cambió la vida. Tenía 14 años, vivía con su familia en Laguna Larga, y haber asistido un 24 de marzo a ese acto con sus xadres le significó una revolución, un estallido que se esparció por todas las coordenadas de su historia personal y emotiva.

Desde entonces, su tránsito por el mundo está atravesado por el fervor militante de ser responsable y protagonista de su propia época. Ese registro del tiempo, junto con la contención familiar, quizás le funcionó más adelante como marco político para la conformación del centro de estudiantes en su escuela secundaria, para disputar desde allí la implementación de la ESI en las currículas de sus clases.

En la banda sonora de su infancia, su padre interpreta zambas del Cuchi Leguizamón. En la lista de referencias políticas, los discursos de Cristina Fernández de Kirchner son cuadros indispensables para su adolescencia llenísima de inquietudes. Haber leído “si tenés dudas sobre tu identidad, contactate con Abuelas” a los 15 años en el disco de Eruca Sativa le aportó una señal. Los pogos en las peñas universitarias, en su etapa académica cuando vivía en la ciudad de Córdoba, le prendieron la chispa de la denuncia, de la música diciendo lo urgente.

Hoy Valen Bonetto tiene 24 años y dos discos grabados. En diciembre de 2018, a los dos días de haber arribado a Buenos Aires, recibió un correo de Barbi Recanati del sello Goza Records, ofreciéndole grabar un disco. “Necesitaba decir muchas cosas que me molestaban o me dolían del mundo, y cuando me encontré pudiendo hacer eso de una manera fluida y muy orgánica, estaba componiendo una chacarera.” El EP se llama OTRX y salió a la luz la misma semana en la que se decretó el aislamiento social y preventivo. Valen fusiona en sus canciones lo autobiográfico con un lenguaje folklórico fresco y críticamente comprometido.. Recientemente la revista RS se publicó una reseña del disco. El texto desnudó, una vez más, la invisibilización que un sector de los medios de comunicación ejecuta sistemáticamente contra el colectivo travesti, trans y no binarie; al violentar y atropellar la identidad del cantautor.

Hay una línea conceptual en tu último disco que implica un posicionamiento político, ¿estás de acuerdo?

Somos seres politiques y artistas, eso nos da un lugar desde dónde decir y que alguien nos escuche. Tengo esta responsabilidad y mi promesa conmigo es ser honesto. Por eso mi disco tiene que decir ciertas cosas. Me parece que si el folklore es cantar las urgencias, también necesitaba que esa realidad militante, de descubrimiento, de renombrar, de disputar los espacios, de todo lo que trae estar en la calle: tenían que estar. Sentía que si no eran esas las canciones, era mentira. Si no canto esas cosas en las canciones, miento.

¿De ahí el nombre del disco?

El nombre tiene que ver con mi transición y la transición social. Creo que haber recuperado mi historia, el haber elegido las canciones con las que crecí, haber podido conciliarme con eso y ponerle palabras nuevas, tiene que ver con el haber estado mutando durante mucho tiempo o de estar buscando durante mucho tiempo, sanar esa incomodidad que tenía y que también la tenía en la música. Había algo en la música que hacía hasta este momento que no era cómodo. Yo no sentía que fuera orgánico. Y cuando me cuelgo el bombo y digo "esto es lo que quiero hacer", ahí aparece este otre, esta identidad mutante, que se para un poco en lo queer, para redefinir toda esta ola de identidad que hay que crear, que no hay normas para esto.

¿Se trata también de disputarle algunas normas al folklore?

Claro, es también empezar a borrar los límites desde el folklore y mezclarlo con los géneros, otra instrumentación, otras palabras. Un varón trans haciendo folklore es algo raro, pero creo que tiene que ver con el borramiento de los límites y por eso también el nombre del disco: Otre con X, porque hay algo de lo político del lenguaje, que me pareció fundamental y me pareció hermoso poder plasmarlo ahí. Esto que estamos haciendo, que no tiene normas, nos da la libertad de que las normas que podemos poner o no, son móviles. No es estanco, esa identidad se mueve, se está construyendo. Tiene ese sentido de lo mutante, del monstruo, también con todo lo que implica para la comunidad queer el nombre monstruo y las palabras de la Susy, y Marlene…

Es aún difícil para un sector de los medios de comunicación asimilar ese sentido mutante.

Creo que socialmente, una gran parte de la sociedad, no avanzó en eso y creo que está claro. Los medios hegemónicos también construyen el discurso de lo social, y justo ese discurso a nosotres nos repele, entonces, tampoco me parece casual. Con respecto a lo sucedido con la Rolling Stone, lo pensamos al problema en un nivel más estructural y no con la nota en sí, ni con el periodista en sí. Es el resultado de años de invisibilización y desconocimiento. Es el reflejo también de todo lo que nos falta desarmar y desactivar de todos esos circuitos que no nos quieren. Porque no nos quieren, no nos reconocen. La violencia que viene de esos lados, primero desde un desconocimiento muy fuerte, pero también desde el odio que está cimentado en los medios, que está cimentado en la educación, que está cimentado en nuestra historia política.

Claro, no personalizar sino más bien dar la discusión en los niveles estructurales del sistema. Ahí es cuando aparece todo esto que nos falta discutir. Por eso es súper necesaria la Ley del Cupo Laboral Trans, como la ESI en los colegios. Necesitamos tener acceso a la información para poder elegir, para poder sanar, para crecer sin dolor. Ahí formamos la subjetividad, ahí construimos los contextos, ahí se forman las historias y porque ahí se aprende la empatía. Por eso me parece fundamental la ESI en esos niveles educativos primarios, porque si la aplicamos desde ahí para arriba: después podemos pensar en cosas mucho más maravillosas...

Sin dudas que sacar un disco es algo maravilloso. Particularmente tu último EP salió en simultáneo con el confinamiento, ¿cómo viene siendo el proceso?

Que el disco haya salido en este contexto permitió que tenga un recorrido más extenso del que creo que hubiera tenido. A la vez aparecieron estos nuevos recursos y esta necesidad de estar a una velocidad más rápida, generando contenido y haciendo cosas que creo que también le dio visibilidad al disco. Pero al mismo tiempo, la pandemia se llevó a la presentación del disco. Fue muy doloroso que todo ese trabajo haya quedado en la nada, espero que en algún momento podamos presentarlo. La pandemia nos vino a reflejar de manera más cruda el nivel de diferencia social que tiene nuestro país y lo injusto que es. Somos privilegiades por tener techo y comida, me parece muy grave, porque es un derecho humano y no debería ser un privilegio. Quizás, cuando podamos volver a tocar, vamos a querer tocar y cantar otras cosas. Al menos en mi caso, este momento me sirvió mucho para repensar eso, si bien siempre estuve atento a esas cosas, hay una atención hacia este fenómeno en particular que tiene que ver con la diferencia social que existe: hay que hacer algo con esto.

¿Y musicalmente?

No estoy produciendo mucho, creo que necesito del feedback de la amistad, del estar juntes en la calle para poder producir. Pero sí creo que es un momento de mucha permeabilidad y pienso que a futuro seguramente va a tener sus frutos. Ningún proceso nos deja iguales, las crisis sacan cosas, y también traen la reinvención.