Cuarenteñies; añorantos del abrazo amigo y del beso sin codo; hartas ya de estar hartas; padras y madros insoportablos de niñes insoportablas (pandemia mediante), a fuerza de aire compartido; argentinos con neuronas en actividad que saben que el problema es el virus, no la cuarentena, aunque tienen las mismas ganas de salir que los aneuronados por los medios enfermónicos; patriotas y patriotos que este lunes 17 harán patria y matria quedándose en su casa, en vez de salir a defender la propiedad de la que están privados o la macrijusticia que más que ciega parece sorda; amigues y amores que se las ingenian para crecer en medio de esta cosa; descubridores de nuevos deseos, o viejos deseos renovados: todes ustedes están aquí; y los distingo a cada une, a pesar de la máscara, el barbijo, y todo eso que, por nuestro bien, llevamos puesto.

Como todos los años a esta misma altura, un feriado nos recuerda que tuvimos un compatriota, hace unos 200 años, que hizo todo lo que había que hacer, y mucho más, para que hoy seamos nosotros, les argentinas, quienes decidamos y decidamas nuestro propio destino nacional, social, político, económico, y paro acá, porque, si no, la lista de derechos y decisiones excedería los límites de esta columna.

Don José Francisco de San Martín, que de él se trata, nació en Yapeyú (Corrientes), se formó como militar en España, volvió a la Argentina a pelear en la Guerra de la Independencia (a favor de la independencia, mal que les pese a algunos neoliberaludos), cruzó Los Andes contra la opinión del gobierno local –que prefería enfrentar a Artigas antes que a los españoles (siendo que la Banda Oriental no era un imperio amenazante como España, o quizás por eso mismo)–, liberó a la Argentina, Chile y Perú, y, después de tanta lucha, en lugar de disfrutar de sus últimos años honrado, respetado y venerado en su patria que tanto le debe, tuvo que exiliarse en Francia, pues los poderosos de entonces (o de siempre) tenían ganas de convertirlo en calle y monumento antes de tiempo.

Tras más de veinte años de exilio, el Libertador General San Martín falleció en Francia, aunque un presidente argentino aseguraría que Rivadavia había sido quien repatrió sus restos al país..., aunque Rivadavia falleció antes que el Libertador.

Quizás, como en tantas ocasiones, nuestro inefable tuvo un colapsus linguae, y en verdad quiso decir que Rivadavia “expatrió” los restos “del país”. Eso sería creíble, pero difícilmente dijera tal cosa nuestro Primer Descansador. Lo cierto es que nuestro expresi sigue en las Europas, rasgándose las vestiduras, porque “vivimos en un virtual estado de sitio". Digo yo:

1. ¿Se refería a Francia, donde está él? No lo creo, porque ningún habitante de Francia comentó cosa similar.

2. ¿Se refería a la paranoide campaña de los medios enfermónicos, que proponen salir a la calle, el lunes 17, a contagiarse, negando la creciente y dolorosa suma de muertes, tal como históricamente niegan todo lo que no les conviene? Difícil, ya que él mismo es un abanderado de ese sector.

3. ¿Se refería al Covid 19? Muy poco creíble, siendo que no hace mucho dijo que el populismo era peor que el virus.

4. Entonces…, ¿será otro de sus tantos desencuentros con el lenguaje? ¿Será que acentuó mal, y que en realidad quería decir "en estado de 'sí, tío'”, dada su ya proverbial dependencia de los nordacas más famosos, conocidos justamente con el apodo de “Tío Sam”?

Ignoramos la respuesta correcta. Lo que sí sabemos es que está en Europa.

El juego de las "pequeñas" diferencias

-En nuestro país tenemos calles, avenidas, pueblos, ciudades y clubes llamados "San Martín", pero no hay ningune bautizade con el maurítico nombre. Nobleza obliga, digamos que las letras de ese nombre sí están presentes, o probablemente lo estén, en la carátula de más de un expediente.

-M. M. no liberó tres países ni mucho menos un continente, pero recordemos que sí liberó precios y tarifas.

-No hay una marcha ni un himno que honren a M. M., pero digamos que, hace un par de años, "el hit del verano" llevó su nombre y apellido por todo el país, el continente... y más.

-San Martín realizó una gesta libertadora, la mauritocracia nos castigó con la “revolución de la alegría".

-Así como el general San Martín es recordado como "El Santo de la Espada", M. M. podría ser recordado como "El Patrono Protector de los que Fugan", o sea, "El Santo de la Escapada".

Y, para terminar, un Sentido homenaje al general San Martín, creado y producido por RS Positivo (Rudy-Sanz) , que incluye una investigación musical acerca de cómo se lo recuerda en todo el mundo. Pueden verlo, disfrutarlo, recomendarlo, suscribirse al YouTube de los autores, o… lo que cada une guste.

Hasta la que viene.