Desde París

A partir de hoy, está en juego una figura inconciliable: juzgar un crimen terrorista cuando los culpables no están presentes y cuyas consecuencias llevaron a que una ciudad y un país no sean más los mismos. Los responsables son un espejismo, pero el impacto se ha ido fortaleciendo con los años y los atentados terroristas que luego se produjeron en 2015, sobre todo en París y en 2016 en Niza (258 muertos entre todos los atentados). El proceso contra los implicados en los atentados cometidos en enero de 2015 contra el semanario Charlie Hebdo, el supermercado judío de la puerta de Vincennes y el asesinato de la agente de policía Clarissa Jean-Philippe se inició este miércoles en París. Se vienen 49 días de audiencia, 170 tomos llenos de investigaciones, centenas de testigos y expertos consagrados a juzgar y entender el ciclo que llevó a la muerte a 17 personas. Ni los hermanos Saïd y Chérif Kouachi, ni Amedy Coulibaly asisten a su juicio. Los hermanos murieron en combate durante el asalto de las fuerzas del orden contra una imprenta de las afueras de París donde se habían escondido (Dammartin-en-Goële). Amedy Coulibaly murió también en el operativo policial dentro del supermercado judío de Vincennes donde mantenía secuestradas a muchas personas.

Saïd et Chérif Kouachi irrumpieron el 7 de enero en los locales de Charlie Hebdo y asesinaron a mansalva a las personas que estaban en el interior más un policía ultimado fuera de la redacción. 12 muertos. El 8 de enero Amedy Coulibaly asesinó a la agente Clarissa Jean-Philippe en la localidad de Montrouge. Al día siguiente, víspera del Shabbat, en la puerta de Vincennes, atacó el Hyper Cacher y ejecutó a cuatro judíos. En la sala del Tribunal de París sólo habrá implicados indirectos. En total 14 acusados a quienes el Fiscal nacional antiterrorista Jean-François Ricard definió como “individuos que están en la logística, en la preparación de los hechos, que suministraron medios y financiación, material operativo, armas, un domicilio”. Son 13 hombres y una mujer que “están en la logística”, pero también algunos no están en este 2020. Hayat Boumeddiene, la pareja y esposa religiosa de Coulibaly, huyó a Siria antes de que la detuvieran. Mehdi y Mohammed Belhoucine se escaparon igualmente a Siria unos días antes de los actos terroristas. Patrick Klugman, representante legal de víctimas del Hyper Cacher, define a Mehdi y Mohammed Belhoucine dos hombres que “sembraron la muerte a distancia. Son ellos quienes consiguieron que los crímenes fueran posibles a pesar de que no activaron las armas”. 

Por la memoria colectiva

El juicio reviste también un carácter histórico porque será el decimosegundo en la historia en ser filmado en los últimos 35 años. Samia Maktouf, abogada de una de las víctimas del Hyper Cacher de la puerta de Vincennes, explicó este miércoles que “se trata de un juicio que se filmará para la historia, de cara a las conciencias y la memoria colectiva”.

Las investigaciones que se llevaron a cabo en estos 5 años desmontaron toda la mecánica de la preparación de los atentados, pero nunca respondieron a la pregunta central. La respuesta es una ausencia tan espectral como la de los principales acusados: ¿quién ordenó los operativos terroristas ?. El atentado contra Charlie Hebdo fue reivindicado por Al-Qaeda en la península arábica (AQPA), mientras que el del Hyper Cacher fue asumido por el Estado Islámico. Los hermanos Kouachi estuvieron en Yemen en 2011, pero nunca se pudo probar un vínculo fuerte con AQPA. Sin embargo, no eran desconocidos. Los servicios de inteligencia los tenían en el radar desde hacia tiempo marcados como miembros de la “esfera yihadista”. En noviembre de 2015 se desclasificaron 41 notas elaboradas entre 2010 y 2013 por la Dirección General de la información interior sobre los hermanos Kouachi y Coulibaly. Esa vigilancia precisa no desembocó en el arresto, el procesamiento o el aislamiento de los futuros terroristas. Una de las notas sobre los hermanos Kouachi dice: «no se pudieron detectar elementos relativos a la preparación de una acción violenta”. En cuanto a Amedy Coulibaly, su vida de pequeño delincuente en los suburbios de París cambió para siempre a los 18 años cuando fue testigo de un incidente policial en el que murió su mejor amigo. Los investigadores nunca aceptaron que prestara testimonio ni tampoco hubo justicia real contra los policías implicados. Su radicalización se plasmó más tarde, en la cárcel.

Ellos no están, pero si los heridos y los sobrevivientes, varios de los cuales llevan siempre las heridas en el cuerpo. Ris, el director de la revista Charlie Hebdo, gravemente herido. El periodista Philippe Lançon, a quien una bala le destrozó la mandíbula. O los sobrevivientes de la matanza del Hyper Cacher cuyas existencias jamás recobraron su curso. Algunos se fueron de Francia, otros se mudaron de barrio. Todos se sienten condenados por el olvido y los silencios. El ataque contra Charlie Hebdo transcurrió en un minuto y 49 segundos. Ese fue el instante de fatalidad absoluta que Ris narró en un libro. Pero hay acontecimientos que son, en el tiempo y en el sentido, más extensos que lo que duran en lo real. Esos atentados continúan rondando por París, en la puerta de Vincennes, en el barrio de la redacción de Charlie Hebdo. Se acuerda la gente, nos acordamos todos de aquel universal “Je suis Charlie”. Ojos inundados de penas, rostros mortificados, lágrimas apenas contenidas y, de nuevo, repetida, oprimente, insoportable, la estupefacción de aquellas jornadas de dolor y muerte de enero de 2015. Bastaba con mirar los rostros de los presentes en la sala de audiencia del Tribunal de la Place Clichy para entender, entre el hondo silencio y la agitación, que aquel enero de 2015 se repetía como la novela de Bioy Casares La Invención de Morel. El juicio es un relato de aquel hecho. Una forma modesta de colmar la ansiedad y los interrogantes. Nadie ha salido ileso. Ni quienes sobrevivieron, ni la sociedad.

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