Una tendencia asoma en el Gran Buenos Aires: la de cooperativas de recicladores que acuerdan recorridos con los vecinos para hacer una recolección diferenciada. Sucede porque muchos puntos de recolección municipales están cerrados o tienen un funcionamiento limitado, por la pandemia. Los trabajadores del reciclado, que en estos meses vieron caer la cantidad de basura en sus recorridos por las calles comerciales, buscan compensar con los recorridos casa por casa la caída de este circuito.

“Mi función es visitar escuelas, fábricas, invitar a los vecinos a que separen los residuos porque para el recuperador no es lo mismo abrir una bolsa de basura con cualquier cosa que recibir por separado los cartones, plásticos y demás reciclables. En la cuarentena, muchos de los lugares barriales con los que trabajábamos tuvieron que cerrar, pero había un grupo de vecinos que ya venían separando el reciclado en sus casas, desde antes. Lo llevaban a una librería, habíamos dado allí una charla, a la que se acercaron varios interesados del barrio con los que quedamos conectados. A partir de ese conocimiento, ya con la pandemia encima, les hicimos la propuesta de un recorrido semanal. En pocos días se adhirieron familias de Santos Lugares, Saénz Peña y Caseros”, contó a PáginaI12 Eduardo Verón, de la asociación de recicladores Plaza Libertador.

El entrevistado tiene un muy perfil particular. Nació en José León Suárez y creció en una casa ubicada a cuatro cuadras de la Ceamse, “el basural más grande del país y uno de los tres más grandes de Latinoamérica”, indica. Su papá trabajó en una cooperativa de separación de residuos. Él estudió Ciencia Política en la Universidad de San Martín. Mientras hacía la carrera, tomó su barrio y a sus trabajadores como tema de estudio y, una vez graduado, les llevó a los recicladores de Plaza Libertador una propuesta para sumarse a la cooperativa. “Un plan para visitar las instituciones, como clubes y escuelas, asociaciones de PyMEs o de comerciantes y relacionarlos con el circuito de reciclado, porque los derechos de los recicladores mejoran mucho cuando pueden trabajar vinculados”.

Esta convocatoria a los vecinos se apoyó en el conocimiento previo con el grupo de la librería, pero luego creció por otras redes barriales. En Santos Lugares, Caseros y Sáenz Peña hay todavía cuadras de casas bajas donde la gente se conoce entre sí y tiene relaciones de confianza. “Armamos un flyer explicando qué materiales juntar --cartón, papel, plástico, latas, vidrio-- y en una semana había 30 hogares organizados. Incluso la gente se puso de acuerdo entre sí, sin que tuviéramos que hacer nada, para llevar a una casa el reciclado de toda la cuadra”, dijo Verón a este diario. Los recicladores tuvieron que hacer cuentas, porque el costo de mover un vehículo y un chofer es alto, mientras que lo que puede juntarse en una casa suele ser no más que una bolsa de reciclado. Sin embargo, sumando todos los domicilios estimaron que valía el esfuerzo. La fecha del primer recorrido fue fijada para el 2 de septiembre, aunque surgió un problema inesperado: el camión de los recicladores se rompió. “Llegó a pasar por las primeras casas, pero el motor se atascó y no volvió a arrancar. Lo tuvieron que remolcar de regreso a la cooperativa. Tuvimos que llamar a todos los vecinos para explicarles lo que había pasado”.

Mientras programan una nueva fecha de recorrido y le prenden una vela al mecánico, al teléfono de Verón se comunican nuevas personas que quieren sumarse al circuito.

El episodio muestra la fragilidad con la que avanzan estas experiencias y el escaso respaldo que suelen encontrar desde el estado. El compromiso de muchos municipios con el reciclado se limita a montar algunos puntos de recolección en dos o tres plazas, más como una acción de marketing que otra cosa.

Leonor Larraburu es presidenta de la cooperativa 8 de Abril, de la CTEP. Están en el partido de Escobar. “La gente está teniendo un vínculo más directo con la cooperativa porque están sabiendo que en estos meses no andan trabajando normal, como antes del coronavirus. Entonces juntan en su casa y nos llaman; estamos yendo a hacerle el retiro a la puerta del domicilio”, cuenta.

La cooperativa tiene camionetas. “Nosotros armamos recorridos, con horarios. Los vecinos nos llaman cuando ya tienen juntado un bolsón. La mayoría se comunica por la página de instagram de la cooperativa o sino a mi teléfono”.

“Hay una buena devolución de los vecinos por los materiales, no es que te llaman para que vayas por una bolsita chiquita, sino que tienen el compromiso de juntar bastante para llamarnos”, asegura la consultada. “Además, se ponen de acuerdo en la misma cuadra o en el mismo barrio para ver qué día hacemos el retiro. Lo estamos viendo en todos los barrios, de clase media, mediana y alta… hay mucho interés en contribuir con la cooperativa y hacer el reciclado”

La presidenta de la cooperativa dice que lo que más le llama la atención es este fenónemo de encontrar que en una casa reunieron el reciclado de varias. “Usan el patio del que tiene más espacio; a veces hasta me encuentro con que han hecho un galponcito para poner todo el reciclado adentro”.